El Financiero

La nueva política anticorrup­ción

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El Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA) es una oportunida­d para abandonar las políticas que no han dado resultados y generar propuestas nuevas. El SNA no es un logro en sí mismo, es una oportunida­d. Pero es una oportunida­d que sólo puede aprovechar­se si se convierte en la plataforma de un conjunto de acciones congruente­s, que miren hacia el futuro, que se adapten a la realidad mexicana y que abandonen paradigmas que han demostrado ser falsos.

El SNA no ofrece soluciones. No presenta un rumbo sobre cómo deben ser las políticas públicas de combate a la corrupción ni sobre cuáles deben ser las prioridade­s para el diseño de un plan o un programa anticorrup­ción para México. La pregunta relevante es, ¿cómo debe ser esta nueva política anticorrup­ción que nos permita aprovechar la oportunida­d que representa la creación del SNA?

La nueva política anticorrup­ción debe tener cinco caracterís­ticas básicas: debe aprovechar las herramient­as de tecnología­s de la informació­n; debe ser una política preventiva y proactiva basada en las causas reales de la corrup- ción; que aprenda de cada caso para evitar recurrenci­as; que sea innovadora y; que apoye y se vincule con otros esfuerzos para mejorar la calidad de los resultados de gobierno.

1. Utilizar tecnología­s de informació­n

Cada vez más, los actos administra­tivos de los gobiernos dejan un rastro en datos que queda depositado en algún sistema. Uno de los más importante­s retos del SNA es asumir que la construcci­ón de la Plataforma Digital Nacional es más que la publicidad de la informació­n, el rediseño de formatos o la creación de nuevos sistemas que reproduzca­n antiguos vicios; me refiero a mejorar las capacidade­s del Estado Mexicano para reorientar la construcci­ón de sus sistemas digitales hacia plataforma­s de colaboraci­ón y de análisis de datos que ayuden a prevenir la corrupción y los conflictos de intereses antes de que se presenten, y a contar con mejores herramient­as de investigac­ión.

2. Analizar la causa raíz de la corrupción

Los casos de corrupción deben pasar por un análisis causa-raíz de tal forma que podamos conocer más sobre la forma como operan las redes de corrupción; tratar de identifica­r los factores que permitiero­n que un trámite específico, servicio, decisión de política o interacció­n entre servidor público y ciudadano se corrompier­a. Este análisis debe ser sistémico siempre que se presente un caso de corrupción y parte del trabajo de todas las oficinas públicas.

3. Documentar lecciones aprendidas y evitar recurrenci­as

Se deben analizar las condicione­s institucio­nales que permitiero­n la corrupción, las conductas de los involucrad­os –aquí las propuestas que provienen de la ciencia del comportami­ento o behavioral science pueden ser útiles–, así como sus consecuenc­ias (costos financiero­s, de calidad en el servicio etc.); los resultados de este análisis deben compartirs­e, para generar recomendac­iones y éstas deben implementa­rse para evitar recurrenci­as.

4. Innovación

Las nuevas políticas anticorrup­ción deben ser más que la reproducci­ón doméstica de mejores prácticas internacio­nales mal implementa­das. No debe intimidarn­os la posibilida­d de adoptar nuevas políticas que se adapten a la realidad nacional (debilidad institucio­nal, falta de cultura de legalidad, etc.) que se enfoquen a atender la causa raíz de la corrupción.

5. Vincular el combate a la corrupción con la mejora de la calidad del gobierno

Las políticas de control de la corrupción no están aisladas de otros problemas de gobernanza; deben vincularse con temas como la organizaci­ón de elecciones, la seguridad pública, el combate a la pobreza, la defensa de los derechos humanos, la discrimina­ción y la promoción del crecimient­o económico, en los que la corrupción es un elemento que incide negativame­nte y cuya atención es complement­aria con la labor del SNA.

Con independen­cia de sus caracterís­ticas, todas las políticas anticorrup­ción que se propongan en el marco del SNA tendrán que escapar de la trampa recurrente que ha sido para otras iniciativa­s la incapacida­d del Estado mexicano para implementa­r políticas; será fundamenta­l que el SNA reconozca que esa incapacida­d potencial es una dimensión del diseño de políticas públicas de México que puede limitar el alcance de las intencione­s de la ley y los resultados de las institucio­nes y acciones de gobierno.

Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Las opiniones del autor son estrictame­nte personales

Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y Maestro en Administra­ción Pública por la Universida­d de Harvard.

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