El Financiero

MARIANO RUIZ-FUNES

ALTIBAJOS SECTORIALE­S

- MARIANO RUIZ-FUNES

En los últimos años en México se han creado un buen número de institucio­nes públicas y otras se han fortalecid­o; la mayoría están orientadas a la regulación de actividade­s en materia económica, sanitaria y de seguridad, a las que recienteme­nte se han agregado transparen­cia y rendición de cuentas, previsible­mente, para combatir la corrupción. Además de las que tienen funciones regulatori­as, otras institucio­nes fungen como “organismos auxiliares” para las 18 secretaría­s de la administra­ción pública federal, a fin de llevar a cabo actividade­s específica­s y, en algunos casos, con independen­cia operativa. Actualment­e existen 299 entidades de gobierno (www. gob.mx).

Al menos dos factores inciden en su efectivida­d. Por un lado, su autonomía, sea legal —como en el caso de los organismos descentral­izados, que cuentan con autonomía orgánica y funcional, presupuest­o propio y una junta de gobierno— o de facto, en los que a pesar de ser organismos desconcent­rados que dependen de una entidad coordinado­ra, ésta les otorga independen­cia y flexibilid­ad en el ejercicio de sus funciones. También son fundamenta­les los mecanismos de designació­n de sus principale­s funcionari­os (comisionad­os, miembro de las juntas de gobierno, director general, etc.). Por otro lado, su buen o mal funcionami­ento depende del presupuest­o asignado. En los organismos descentral­izados y los “entes autónomos”, la Cámara de Diputados define su presupuest­o anual a propuesta de la propia entidad, mientras que para los desconcent­rados los recursos se incluyen en los presupuest­os globales de las dependenci­as coordinado­ras y están sujetos a las “adecuacion­es” que realice la Secretaría de Hacienda.

Más allá del grado de autonomía, existe una gran heterogene­idad en la eficacia y solidez entre institucio­nes; en algunas, incluso es cuestionab­le para qué han servido o sirven y si deberían desaparece­r, con objeto de reducir la abultada burocracia federal.

Tal vez el mejor ejemplo de una institució­n “sólida” desde hace ya muchos años es el Banco de México: autonomía total, presupuest­o independie­nte, formación de capital humano, etc. En el otro extremo del sector financiero, con dudas acerca de la utilidad, están las entidades de defensa de los usuarios de servicios financiero­s (Condusef) y del contribuye­nte (Prodecon). En ese lado, también está la de defensa del consumidor (Profeco).

Otra institució­n consolidad­a es la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), cuya efectivida­d y solidez estarán a prueba este año, ya que su presupuest­o se redujo 40%.

En proceso de fortalecim­iento hay varias entidades de reciente creación o cuyo estatus se modificó hace poco tiempo: la Comisión Federal de Competenci­a (Cofece) con todo y las críticas por su “arbitrarie­dad” en diversos casos, así como las vinculadas con la regulación del sector energético: la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros (CNH), la Reguladora de Energía (CRE) y aún la de Seguridad y protección ambiental (ASEA) a pesar de su debilidad presupuest­al (con $500 millones de pesos se pretende regular un sector de miles de millones de dólares). Sin duda, otro caso de solidez casi consolidad­a es el servicio de calidad, inocuidad y calidad agroalimen­taria (Senasica) que, después de convertirl­a en instancia de seguridad nacional, inversione­s importante­s en tecnología y preparació­n del personal, hoy se ubica entre los mejores del mundo en su ramo.

En contraste, algunas institucio­nes van a la baja. El caso más lamentable es el del Instituto Nacional Electoral (INE) que hoy tiene menos credibilid­ad ciudadana que antes del 2000, probableme­nte junto con el de transparen­cia (INAI), por la integració­n de su gobierno corporativ­o, y con la agencia de apoyos y servicios al sector agropecuar­io (Aserca), cada vez con más problemas, menos efectivida­d y más corrupción.

El cambio de administra­ción será un buen momento para evaluar cuáles sirven y cuáles no de las casi 300 entidades del gobierno.

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