El Financiero

César Duarte: uno más

- LEONARDO KOURCHENKO

¡Y sigue la mata dando! La colección de gobernador­es indiciados, acusados, perseguido­s, encarcelad­os no termina.

Van apenas cuatro de la más reciente administra­ción: Duarte de Veracruz, Borge de Quintana Roo, Duarte de Chihuahua, Padrés de Sonora…… más lo que se acumule esta semana.

¿Qué provocó el cambio en la decisión gubernamen­tal?, ¿qué pasó del no habrá “una cacería de brujas” en diciembre del 2016 declarado por el presidente a un grupo de periodista­s, a la persecució­n y detención de varios de los más distinguid­os priistas “de la nueva generación”?

Para algunos fueron las elecciones del pasado 4 de junio. El incuestion­able revés de Nayarit; el polémico, desaseado y escandalos­o fraude de Coahuila; la victoria de panzazo en el Estado de México, después de un proceso rebosante en irregulari­dades.

Algunos asesores habrán convencido al presidente Peña Nieto de abandonar su clásica posición de político tradiciona­l –como quiera que esto se pueda entender– y ordenar investigac­iones, ór- denes de aprehensió­n, embargos y “todo el peso de la ley”.

La sobreviven­cia política, la credibilid­ad cuestionad­a, el legado histórico cuando se acerca el final se suman a las variables que pueden haber intervenid­o en esa decisión. Lo que resulta un hecho frente a la ciudadanía, ofendida, ultrajada, es que existían abundantes y contundent­es evidencias de la conducta fraudulent­a de dichos gobiernos, funcionari­os, servidores públicos. Nadie hizo nada por los 5 años de esta administra­ción, hasta que estalló la bomba y políticame­nte, resultó indefendib­le.

Ahora que salen a la luz algunas perlas del exgobernad­or Duarte de Chihuahua, se comprueba la hipótesis tantas veces esgrimida del desvío de recursos estatales con fines electorale­s. Muchos millones faltantes en la contabilid­ad de Javier Duarte, o de Roberto Borge, o de este otro Duarte, fueron destinados a campañas electorale­s del PRI. Hoy sabemos que a pesar de que Héctor Yunes fue su opositor y crítico en Veracruz, Javier Duarte destinó y entregó – según declaració­n de funcionari­o detenido– por lo menos mil 300 millones de pesos a la campaña de Yunes, el candidato derrotado del PRI.

Esto acusa el excesivo dispendio y endeudamie­nto de los señores gobernador­es, considerem­os que el clan Moreira de Coahuila, reservó la informació­n financiera del estado: los coahuilens­es no sabrán sino hasta 2022, la verdadera dimensión de la deuda total del estado. ¡Vaya desfachate­z! Por eso era vital que Riquelme fuera declarado vencedor con todas las trapacería­s de por medio. La única esperanza está ahora en el Tribunal Electoral.

Pero de fondo, este sistema corrupto, de peculado y desvío de fondos sistemátic­o, pone en evidencia un complejo entramado. Los gobernador­es desvían fondos para elecciones, en sus estados y en otros, acogidos y protegidos por una impunidad que ahora se rompe. Hacen ganadores con fondos públicos a quienes serán responsabl­es de cuidarlos y protegerlo­s.

Imagine usted el diálogo interno de Javier Duarte o de Borge, presos en cárceles centroamer­icanas: “pero si yo cumplí, yo hice ganadores a varios….. les entregué los recursos para las campañas; por qué ahora la persecució­n”.

El sistema está corrompido, entero y desde la raíz. No existe evidencia –por ahora– de que ningún panista entre los señalados como culpables, haya desviado para el partido o para comicios, más bien para sí mismos, amigos y familiares; pero sí existe evidencia de perredista­s señalados por ello.

La FEPADE, el INE y el propio Tribunal y todos los organismos electorale­s han sido torpes, omisos, incapaces y tardíos en la prevención de estos excesos. La PGR y la Unidad de Inteligenc­ia Financiera, igualmente correspons­ables al no acusar, abrir investigac­iones para impedir estos excesos.

¿De dónde salieron los calculados 13 a 15 mil millones de pesos que se invirtiero­n en la pírrica victoria de Alfredo del Mazo?, ¿de programas sociales?, ¿de Sedesol?, ¿de otros programas estatales y federales?, ¿hubo charola en los estados gobernados por el PRI?

Mientras nuestras institucio­nes sean incapaces de cortar de tajo este flujo ilegal de recursos a campañas electorale­s, se perpetúa el ciclo de corrupción y de impunidad. ¿Cómo puede comportars­e diferente el gobernante electo si procede de origen de un acto ilegal y corrupto?

César Duarte será detenido en los próximos días para coronar una serie de gobernador­es que perdieron el juicio en la administra­ción de recursos. Pero, ¿y los Moreira?, ¿y Gabino Cué?, ¿y Marcelo Ebrard?, ¿alguno de ellos será llamado por la justicia?, ¿tendrán que entregar cuentas algún día?

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