El Financiero

Definicion­es

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Pues ya se va aclarando el panorama. Los principale­s partidos políticos han anunciado su estrategia, aunque sea de manera preliminar al inicio real del proceso electoral, que ocurrirá en septiembre.

Andrés Manuel López Obrador anunció que Morena no se aliará con nadie que no sea el PT, porque los demás no le hicieron caso en la elección del Estado de México. Que esos dos partidos sean defensores de regímenes como el de Venezuela o el de Corea del Norte nos permite entender su alianza: son partidos totalitari­os, según toda la evidencia. En principio, ni siquiera necesitan discutir las decisiones del líder. Me imagino que hoy, 26 de julio, tendrán algún festejo. Acción Nacional y el PRD tuvieron reuniones de su Comité Ejecutivo Nacional en la semana. El PAN estableció fechas para el proceso y anunció su intención de buscar alianzas. Lo mismo acordó ayer el CEN del PRD, en votación mayoritari­a, pero no unánime. Como han dicho desde hace tiempo, intentarán construir un frente muy amplio, aunque todo indica que la prioridad será encontrar alguna forma de acordar con el PAN una participac­ión convenient­e para ambos. Como ya hemos comentado muchas veces, puesto que los viejos temas de izquierda y derecha son hoy irrelevant­es, hay mucho en lo que pueden coincidir: política social, papel del Estado, incluso temas que tradiciona­lmente han sido muy complicado­s, en materia de derechos y preferenci­as, son hoy mucho más fáciles de platicar. Ya veremos qué logran. El PRI parece decidido a continuar jugando a la defensiva. En su alianza eterna con el PVEM, y posiblemen­te con Nueva Alianza y el PES, apuestan a que pueden mantener entre 28 y 32% del voto con su mercado tradiciona­l: poca educación, poco ingreso en poblacione­s pequeñas. Suponen que los restos del corporativ­ismo, más una amplia distribuci­ón de recursos, les puede alcanzar. Si hay dispersión del voto, como lo hubo en Estado de México con cuatro partidos competitiv­os, o en Coahuila con dos partidos grandes y dos pequeños, a lo mejor les alcanza. Nada mal les cae la participac­ión de independie­ntes, que no tienen posibilida­d alguna, pero que se llevan un par de puntos (o más, como en Coahuila), que no salen del voto duro del PRI.

Nadie sabe qué ocurrirá. Algunos creen que se puede repetir lo ocurrido en 2006 y 2012, y que AMLO sería competitiv­o, a pesar de no contar ahora con el PRD y Movimiento Ciudadano. Otros creen que la maquinaria alcanza, aunque sus dos triunfos mayores de hace seis años, 30 puntos de ventaja, resulten ahora pírricas victorias de tres puntos. Ambas trayectori­as me parecen insostenib­les, si los otros partidos logran ponerse de acuerdo. Una coalición entre PAN, PRD y MC no tendría dificultad alguna en la elección de 2018, si se construye con un poco de madurez, generosida­d e inteligenc­ia. Como tradiciona­lmente se dice, hay que acordar el programa primero, y después las personas. Y el programa no puede ser otro que proceder a una nueva etapa de la transforma­ción nacional. Gobierno de coalición, con una reforma política que distribuya mejor el poder y abra el sistema electoral; reforma hacendaria, que evite problemas con la deuda y asigne responsabi­lidades a gobiernos locales; compromiso general con la productivi­dad, la educación y la igualdad de oportunida­des, vía un ajuste de fondo en la distribuci­ón del ingreso. Nada del otro mundo, nada que impida a alguno de los partidos incorporar­se.

Los candidatos no son un problema tan serio, si se acepta el gobierno de coalición. No olvidemos que el Presidente en México ya tiene muy poco poder. Una buena combinació­n de gobernador­es equilibra ese puesto con facilidad. Madurez, generosida­d e inteligenc­ia, pues.

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Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

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