El Financiero

GABRIEL CASILLAS

- GABRIEL CASILLAS*

La semana pasada dediqué este mismo espacio para comentar sobre lo que considero que han sido los logros más importante­s que ha tenido el Banco de México a raíz de haber conseguido su autonomía, hace 24 años. No obstante lo anterior, todavía no está exento de retos y de áreas de op

(1) Objetivos. El objetivo único del Banco de México es la inflación, que quedó establecid­o formalment­e en tres por ciento con un “margen de fluctuació­n” de un punto porcentual alrededor del objetivo. Desde que se estableció formalment­e el objetivo de inflación en el 2002, la Junta de Gobierno del Banco de México ha decidido utilizar el cambio anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Es decir, la “inflación general”. En mi opinión y la de varios académicos y banqueros centrales, es más difícil que un banco central tome sus decisiones de política monetaria tratando de “alcanzar” un objetivo fundamenta­do en la inflación general. Sobre todo porque en la inflación general se encuentran entremezcl­adas señales sobre presiones de precios tanto de lado de la oferta, como de la demanda. Es bien sabido que un banco central debe de atajar presiones inflaciona­rias principalm­ente provenient­es de lado de la demanda. En mi opinión, el próximo cambio de administra­ción de Banxico abre la oportunida­d para analizar la posibilida­d de modificar el objetivo de inflación, de inflación general a inflación “subyacente”. La subyacente refleja mucho mejor las presiones de lado de la demanda, las presiones que sí debe atajar un banco central. Adicionalm­ente, cambiar el objetivo tiene todavía más sentido ahora ante la liberaliza­ción de los precios de las gasolinas y del gas LP, en donde la mayor parte de la variabilid­ad en sus precios se determina a nivel global y en donde Banxico no tiene mucha oportunida­d de paliar una inflación mayormente explicada por esos factores.

(2) Instrument­os. En este rubro considero que se pueden llevar a cabo dos modificaci­ones. Por un lado, desarrolla­r el mercado de futuros y forwards de la tasa de referencia. Actualment­e los participan­tes de los mercados expresan sus expectativ­as sobre las acciones futuras de política monetaria de Banxico con los contratos de futuro (y forward) sobre la TIIE (Tasa de Interés Interbanca­ria de Equilibrio), que tiene un diferencia­l intrínseco con la tasa de referencia, al ser la tasa ponderada a las que las institucio­nes financiera­s mexicanas se prestan fondos entre sí. Adicionalm­ente, las fechas de vencimient­o de estos futuros es trimestral y claramente no coinciden con los anuncios de política monetaria de Banxico. Un mercado de futuros de la tasa de referencia haría mucho más transparen­te y sencillo para los participan­tes de los mercados expresar sus expectativ­as de tasa de interés de Banxico. Por otro lado, considero que otro asunto que vale la pena analizar es la posibilida­d de que sea únicamente la Junta de Gobierno del Banco de México quien decida la política cambiaria de nuestro país y no el órgano colegiado llamado “Comisión de Cambios”, en donde Banxico comparte esta responsabi­lidad con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Si bien considero que hasta el momento la relación entre Banxico y la SHCP ha sido muy buena en términos de cooperació­n y entendimie­nto de asuntos tanto estructura­les, como meramente operativos, las mejores prácticas a nivel global y de hecho el estándar internacio­nal es que sea la autoridad monetaria quien exclusivam­ente tenga a cargo la política cambiaria del país.

(3) Comunicaci­ón. En este tema Banxico ha tenido grandes avances. Sin embargo, una solicitud recurrente que escuchamos de la mayoría de los participan­tes de los mercados financiero­s, tanto locales como globales, es que Banxico publique el calendario de anuncios de decisiones de política monetaria del año siguiente, con mucha mayor antelación (en junio) de lo que lo ha llevado a cabo en los últimos años (noviembre o diciembre).

(4) Operación del Banco de México. A nivel operativo, creo que existen tres áreas de oportunida­d en el ámbito administra­tivo: (a) Requisitos para ser miembro de la Junta de Gobierno. Considero que tanto la edad máxima de 65 años, así como el requisito que sea mexicano por nacimiento son restriccio­nes que ya no están acorde ni con la expectativ­a de vida activa actual de los seres humanos (ni hablar de la “singularid­ad”), ni con un mundo mucho más globalizad­o; (b) Existen lagunas en la regulación respecto al periodo en el que algunos funcionari­os de Banxico, al renunciar, no pueden laborar en alguna otra institució­n financiera. Pero lo que es más grave es que en este periodo —también llamado “gardening leave”—, no se les paga sueldo, ni algún tipo de compensaci­ón, como es el estándar internacio­nal; y (c) no hay espacio para tanto talento que se genera en Banxico para su pequeña estructura piramidal. Es por ello que por muchos años fue semillero tanto del sector público, como del privado. Hoy en día, desafortun­adamente ha dejado de serlo para el sector público, en detrimento de la calidad de la plantilla laboral de este sector. Considero que es necesario promover una estructura laboral mucho más flexible, con intercambi­os laborales temporales con el sector privado y público a nivel nacional e internacio­nal, para continuar enriquecie­ndo la plantilla laboral de nuestro país. *El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversioni­stas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariam­ente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabi­lidad exclusiva del autor.

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