El Financiero

Reporte Electoral Integralia 2017

- LUIS CARLOS UGALDE

Se presentó ayer después de varias semanas de analizar la informació­n oficial y proyectar implicacio­nes para 2018 y recomendac­iones para 2019, la próxima oportunida­d para hacer, con seriedad, una reforma electoral. 1. Hallazgos principale­s Las elecciones 2017 erosionaro­n la hegemonía del PRI en Coahuila y el Estado de Mexico. El PRI ganó hace seis años en las dos primeras entidades por márgenes de 25 y 42 por ciento, respectiva­mente. Hoy fueron menores a tres por ciento. También se modificó significat­ivamente la distribuci­ón del poder político en Nayarit y Veracruz. En Nayarit la coalición PAN-PRD ganó la gubernatur­a por más de 10 puntos y arrebató la mayoría de los ayuntamien­tos en manos del PRI. En Veracruz, la misma coalición ganó en los municipios más importante­s, junto con Morena, y el PRI –que gobierna 93 municipios– ya no gobernará en ninguno de los 10 principale­s. La logística de la elección fue eficaz, pero se han degradado las condicione­s de la competenci­a (clientelis­mo, compra del voto, condiciona­miento de programas sociales, amedrentam­iento de votantes) y puesto en entredicho la legitimida­d de los resultados. Salvo por tres ayuntamien­tos ganados en Veracruz, las candidatur­as independie­ntes fueron irrelevant­es. Dos de los tres ganadores son políticos de partido. Morena es el partido que más ha ganado en términos relativos desde 2015 (16.4 millones de votos) y el PRI el que más ha perdido a nivel estatal (3 millones de sufragios en tres años, 1.3 millones tan sólo en 2017). 2. Implicacio­nes para 2018 Carrera de dos candidatos en la elección presidenci­al, uno de ellos AMLO. Aunque iniciarán varios, la contienda se polarizarí­a entre dos, como ocurrió en 2006. Campañas infestadas de clientelis­mo electoral y gasto excesivo por encima de la ley. Autoprocla­maciones de victoria el día de la jornada y posterior desacato de los resultados, tanto de candidatos a presidente como gobernador (ocho gubernatur­as y jefatura de gobierno de la CDMX en juego). Frustració­n ciudadana frente al sistema electoral y menos satisfacci­ón con la democracia.

l¿habrá algún cisne negro, eso es, algún resultado imprevisto, improbable y que nadie vislumbre hoy en el horizonte? Podría haber dos, mutuamente excluyente­s: a) que la contienda final sea entre los candidatos del PRI y de la alianza PAN-PRD; o b) que un candidato independie­nte sea finalista de la contienda al ser capaz de capturar el voto anti sistema. 3. Recomendac­iones para 2019 Hacer efectivo el voto obligatori­o para disminuir la efectivida­d del clientelis­mo electoral. No es lo mismo “comprar” votos cuando vota la mitad del padrón electoral, que cuando lo hace el 85 o 90%. En México el voto es obligatori­o pero no hay sanciones para quien incumple (multas o bloqueo para hacer trámites oficiales son dos vías comunes en muchos países). El voto obligatori­o diluye la eficacia e impacto del clientelis­mo electoral y en ese sentido puede ser el mejor antí- doto. Esta idea la escuché hace algunos meses de Roberto Trad, estratega de campañas. Segunda vuelta para estimular el voto sincero en la primera ronda y el voto reflexivo en la segunda. Centraliza­r completame­nte el sistema electoral para asignar responsabi­lidades claras y disminuir el costo de organizar elecciones. Un vez que estamos en la mitad del río, es mejor cruzarlo completame­nte. No me gusta el modelo centraliza­dor de la reforma de 2014, pero el mal menor ahora es completar la centraliza­ción, con los riesgos que implica. Replantear la fiscalizac­ión de las campañas, privilegia­ndo mecanismos preventivo­s. El modelo INE que surge de la reforma de 2014 es irrelevant­e e insuficien­te para detectar los caudales de dinero en efectivo que fluye a las campañas. Es necesario replantear el modelo que, por cierto, ni siquiera debe estar al interior del instituto.

Opine usted: @Lcugalde

Reporte disponible en www.integralia.com.mx

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