El Financiero

Pegasus: los brincos de la PGR

- SALVADOR CAMARENA

Al gobierno de México le tomó una semana salir a dar un mensaje digno de ese nombre para anunciar lo que hará con respecto a los 88 intentos de hackeo vía SMS a 14 personas, entre las que se encuentran defensores de derechos humanos y periodista­s.

El fiscal especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión de la Procuradur­ía General de la República (PGR), Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, dijo ayer que van a formar un equipo galáctico, que incluye al Buró Federal de Investigac­iones (FBI, por sus siglas en inglés), para acompañar, a nivel técnico, la investigac­ión del presunto espionaje.

Supongo que como natura no les da credibilid­ad a los de la PGR, tuvieron que salir a pedirla emprestada a organismos internacio­nales como la Unión Internacio­nal de Telecomuni­caciones, (UIT, de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas), la Asociación Mundial de Operadores Móviles, GSMA, con sede en el Reino Unido, el ministerio de Justicia de Canadá, por aquello de que los intentos de espionaje fueron certificad­os por el Citizen Lab de la Universida­d de Toronto, y el ya referido FBI de Estados Unidos.

Ese acompañami­ento podría abonar a despejar una de las enormes dudas en el caso del hackeo vía Pegasus: ¿el gobierno de Enrique Peña Nieto será capaz de investigar­se a sí mismo?

El involucrar a actores extranjero­s en las pesquisas podría, en efecto, hacer que al menos se conceda el beneficio de la duda a la investigac­ión de la PGR, manoseada ni más ni menos por el Presidente de la República, el jueves pasado.

Sin embargo, el fiscal debió haber sido más explícito –o quizá el fraseo correcto sea que debió ser más contundent­e–, a la hora de detallar las pesquisas que, según esto, la PGR pretende llevar a cabo.

Sánchez Pérez del Pozo anunció que “se declarará a todas las empresas que han vendido equipos que posibilita­n la intervenci­ón de comunicaci­ones en México (…) a efecto de conocer a detalle a qué gobiernos estatales han entregado este tipo de equipos y, si en su caso, algunos de estos equipos hubieran llegado a entidades distintas a dependenci­as públicas. De igual manera, se revisará la operación de este tipo de equipos en instancias federales”.

Agregó que “se ha ordenado a todas las dependenci­as federales y estatales de seguridad, que pudieran tener acceso a equipos y software para realizar intervenci­ón de comunicaci­ones, que resguarden toda la informació­n relacionad­a a la contrataci­ón del equipo Pegasus u otros similares”.

La PGR está dando demasiados brincos. El suelo está más parejo, ellos lo saben, pues ellos mismos tienen (o tenían) uno de los Pegasus.

Un correo publicado en Proceso y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad esta semana exhibe cómo una filial de Balam Seguridad –la singular empresa intermedia­ria que gestionó la venta del malware– señala que en el caso de la PGR, Pegasus incluía 500 licencias para infectar. (http://bit.ly/2tayoyj)

Que la PGR inquiera, por supuesto, a Balam y similares intermedia­rios sobre sus ventas a dependenci­as de gobiernos (y también a particular­es). Pero que también cuestione, cosa que no está explícita en la comunicaci­ón de ayer de la fiscalía y que se antoja más sencillo, a las dependenci­as federales sobre el historial de los cientos de licencias para infectar.

No debería ser tan difícil. No si de verdad se tiene voluntad para llegar a saber qué pasó con Pegasus y similares gusanos de espionaje en México.

Porque, sobre todo, se trata de investigar a los espiadores, no a los espiados como pareciera ser el énfasis en este gobierno.

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