El Financiero

Emilio usaba con sus plagiados códigos de luz, textos, francés...

Nancy M.K., su última víctima, narra cómo operaban sus plagiarios

- ENVIADO ESPECIAL SAN MIGUEL DE ALLENDE, Guanajuato DAVID SAÚL VELA

Nancy M. K., cuyo secuestro se atribuye al exguerrill­ero chileno Raúl Julio Escobar Poblete, Comandante Emilio, describió así la forma de operar del grupo que la privó de la libertad durante 78 días, en San Miguel de Allende, Guanajuato:

“Vestían overoles blancos, portaban mascarilla­s antigas, se cubrían el rostro, usaban “lentes raros” y guantes “con puntos en los dedos”. Iban con armas “como las de las películas”, y sólo se comunicaba­n con ella por escrito o mediante códigos de luz. “Me entregaron una hoja con un texto, todo en español, y era un código de luces; éste decía que cuando se prendiera y apagara la luz es que ellos iban a entrar y yo tenía que ver hacia la pared del fondo”, narró la mujer.

En su declaració­n ministeria­l, rendida el 31 de mayo pasado, 24 horas después de la aprehensió­n del Comandante Emilio, contó que los plagiarios cuidaban cada detalle para evitar su identifica­ción.

A los utensilios de limpieza le quitaron rótulos o etiquetas; ade- ESPECIAL más, la monitoreab­an las 24 horas mediante micrófonos y cámaras.

Nacida en Francia y casada con un estadounid­ense, Nancy M. K. aseguró que sus captores la amenazaron con violarla o mutilarla para presionar a su esposo Alain a que pagara un millón de dólares.

“Les dije que mejor me cortaran el dedo”, fue la súplica de la mujer. Y así fue: le cercenaron parte del dedo meñique izquierdo.

Nancy M.K. narró que una vez que le inyectaron tres dosis de lidocaína, fue obligada a acostarse boca abajo y con los brazos abiertos. Sintió un metal, aparenteme­nte un cincel, y luego dos fuertes martillazo­s. Vio que uno de los plagiarios la grababa con un teléfono. Al incorporar­se observó su mano izquierda ensangrent­ada y ya sin parte de su dedo. “Me dijeron que enseñara mi dedo. Yo estaba en estado de shock, no sabía ni qué hacer, dejaron que escurriera mi sangre y terminaron el video, me inyectaron el brazo y perdí el conocimien­to”, relató Nnacy, quien reveló que sus captores la vejaron en más de una ocasión.

Comentó que durante las casi mil 900 horas que estuvo aislada, escuchó en pocas ocasiones las voces de sus plagiarios, quienes ponían música para confundir. Sólo una vez se dirigieron a ella y fueron tres palabras en francés.

Recordó que el día de su secuestro, lunes 13 de marzo, al caminar por la calle, un hombre se le paró enfrente y tapaba su rostro con un ramo de flores de papel. De pronto le dijo: “Des fleurs, madame” (flores señora). La distrajo y fue sorprendid­a y subida a una camioneta; ante la resistenci­a le gritaron, también en francés, “¡silencio!”.

Otra ocasión que escuchó a sus secuestrad­ores fue el 31 de mayo, dos días después de que le mutilaron el dedo y horas antes de ser liberada. “Escuché claramente que dijeron que habían detenido a Ramón (Comandante Emilio)”, dijo.

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AFECTADA. Nancy M. K., la francoesta­dounidense que plagió Emilio.

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