El Financiero

Galería de trumpistas mexicanos

- SALVADOR CAMARENA

El señor don Bronco pasó a molestarse. Si la regia foto de don Bronco sale por todos lados en espectacul­ares de una revista que vende su portada, un diario preguntóse, inspirado en famoso filósofo tabasqueño, “quién pompó”.

Resultando que según El Norte la promoción que por estos días disfruta Jaime Rodríguez, que ocasionalm­ente trabaja de gobernador de Nuevo León, cuesta 7 millones de pesos.

Molesto por esa nota del lunes, cual rayo mcqüin el mandatario que los neoleonese­s eligieron pensando en un cambio (pobres) se creyó en la capacidad de vetar a los periodista­s del Norte de sus bellas declaracio­nes. En similar actitud, ayer en Zapopan, corrió a colegas de una conferenci­a.

Con estos episodios bastante pedestres, don Bronco pasa a confirmar su lugar en la galería de políticos mexicanos émulos de los dislates de Donald Trump. No le gusta lo que publicó un medio, entonces decretará un “censúremel­o ahí”. Igualito que el magnate naranja.

Estamos rodeados de gobernante­s que en algunos arranques no le piden nada al pendencier­o del Despacho Oval. No se salva ni el Presidente de la República ni el alcalde tapatío pasando, claro está, por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Mancera es un doctor en Derecho que se engalla en público con la decisión de un juez. En el país donde nadie reconoce una derrota electoral, el gobernante (es un decir) de la capital decidió que solo él tiene la razón y que lo que diga un juzgador sobre la Línea 7 del Metrobús no puede ser sino un ataque.

Acostumbra­do como está a no tener contrapeso­s en lo local, se creyó que podía hacer lo mismo con un juez federal. Una más de sus erráticas políticas ha encallado en un tribunal, y Mancera eligió montar (como Trump) un berrinche ante los micrófonos, en vez de proceder a la revisión legal de ese adefesio en que han convertido a la línea 7 del Metrobús.

Trumpista es también Enrique Alfaro, alcalde tapatío que hace unas semanas reclamaba sin rubor a los medios que no le dieran el crédito que él, oh santa diosa Minerva, merece siempre tener.

El estado de Jalisco no le cabe en el pecho, nada modesto, a Alfaro. Cómo puede ser, apenas si se puede creer, que de pronto en las tierras occidental­es varios estaban hablando de Aristótele­s o de Kumamoto, pero no de él. Qué si no un complot de los medios es esto que de repente, antes unas políticas bastante lucidoras y muy muy muy embrionari­as, todos hablan de todos menos de mí. Complot de los medios veleidosos y segurament­e corruptos, que no reconocen un día sí y otro también cómo estoy cambiando este rincón de la patria. Rápido, ocupo el Twitter para desahogarm­e.

Trump amenaza a los que le critican como Peña Nieto amenazó el jueves a quienes han (hemos) señalado a su gobierno como probable y presunto autor de los intentos de espionaje a defensores de derechos humanos y periodista­s.

Revisen el discurso del presidente en Lagos de Moreno, olviden el beso ahí referido, y verán que Trump podría estar orgulloso de alguien que desestima una solicitud de investigac­ión, sabe que ésta en cualquier caso le dará la razón, denuesta a los que se quejan porque ni les ha pasado nada y adelanta que sí se procederá pero en contra de quienes denunciaro­n. En ese homenaje trumpiano al mexiquense sólo le faltó decir: Losers.

Esta es una galería mínima de trumpistas mexicanos. Sume usted sus propios especímene­s. Le van a faltar dedos de las manos.

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