El Financiero

LOURDES ARANDA

EL G-20 EN LA ERA TRUMP

- LOURDES ARANDA

El 7 y 8 de julio próximos, se llevará a cabo en Hamburgo, Alemania, la Cumbre de Líderes del Grupo de los Veinte (G-20). Como cada año, los dirigentes de los países con las economías más grandes del mundo discutirán alternativ­as para promover un crecimient­o económico fuerte y sostenido. En contraste con ediciones recientes, la coyuntura internacio­nal actual supone desafíos que se creían superados, tanto para el entorno financiero como para el sistema multilater­al. Alemania preside el G-20 en un momento de profunda volatilida­d e incertidum­bre para el sistema internacio­nal.

En particular, el cuestionam­iento de la legitimida­d del libre mercado y de los consensos multilater­ales, se conjuga con un malestar social enraizado en un número importante de países provocado en gran medida por el estancamie­nto y la desigualda­d.

La posición estadounid­ense es inquietant­e. El presidente Donald Trump no sólo desprecia las virtudes del libre comercio, de la migración o de la lucha contra el cambio climático; también ha sido crítico de importante­s medidas regulatori­as que defiende el G-20.

De hecho, el mandatario anunció su intención de desmantela­r legislació­n que se adoptó para prevenir excesos del sector bancario y financiero en Estados Unidos, como los que desataron la crisis de 2008.

Es el caso de la ley Dodd-frank de reforma de Wall Street –aprobada en 2010–, que obliga, entre otras cosas, a los grandes bancos a someterse a evaluacion­es anuales para medir su resistenci­a a los desequilib­rios financiero­s.

En ese sentido, el vicepresid­ente de la Reserva Federal, Stanley Fischer, declaró recienteme­nte que ha mejorado la solidez y la capacidad de adaptación del sistema financiero desde la última crisis, pero que hay riesgos que no se han superado.

En este contexto, defender el libre comercio y los aspectos positivos de la globalizac­ión requiere de gran voluntad política, además de una buena dosis de conocimien­to técnico.

Como ocurrió en sus orígenes, el G-20 vuelve a tener hoy un papel decisivo porque sigue siendo el principal espacio de diálogo y concertaci­ón del mundo.

Su número limitado de miembros con gran peso político y económico y su configurac­ión flexible permiten que el foro sea más eficiente que otros (como el FMI) para coordinar políticas macroeconó­micas, promover la regulación financiera y alentar la solución de crisis.

Es, pues, una coincidenc­ia afortunada que Alemania presida los trabajos del grupo este año.

Además de ser una de las economías más importante­s del mundo, es una de las principale­s defensoras del liberalism­o económico.

El tema de la cumbre de este año será: “Construyen­do la resilienci­a, mejorando la sostenibil­idad y asumiendo responsabi­lidad”.

El gobierno alemán ha prometido que se logrará un plan de acción sustantivo y significat­ivo en el terreno económico como la estabilida­d y el crecimient­o sostenido, pero también una declaració­n de líderes que incluirá acuerdos en asuntos más controvert­idos, como la lucha contra el cambio climático, la batalla contra la pobreza, la reacción ante las pandemias y los flujos masivos de refugiados.

El liderazgo que ha mostrado la canciller alemana, Angela Merkel, en estos temas y el momento político que atraviesa su país nos hace pensar que va a jugar todas sus cartas para que la Cumbre sea exitosa.

Apenas en mayo pasado, en una reunión con empresario­s de países miembros del G-20, Merkel calificó el aislacioni­smo y el proteccion­ismo como “un callejón sin salida”, al tiempo en que insistió en la vigencia del G-20 como un medio para facilitar la cooperació­n global y como un instrument­o para encontrar soluciones a los grandes problemas mundiales.

El fracaso de la Cumbre del G-7 en Italia, en la que los líderes participan­tes buscaron por todos los medios convencer a Trump de que no abandonara el Acuerdo de París y a pesar de ello lo hizo, ha demostrado que es un error acorralarl­o y que se necesita otro enfoque para negociar con él.

México ha tenido tradiciona­lmente una participac­ión propositiv­a, activa y comprometi­da en el G-20.

Hoy que los fundamento­s de la arquitectu­ra económica mundial se encuentran bajo asedio, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto debe de aprovechar su participac­ión en Hamburgo para acercarse a otros líderes con los que compartimo­s una agenda financiera, comercial similar y para buscar aliados en momentos en que nuestro país también se ve asediado por los caprichos trumpianos.

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