El Financiero

Se buscan indecisos e infieles

- ENRIQUE QUINTANA Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx Twitter: @E_Q_

Ninguno de los partidos políticos registrado­s en México tiene por sí solo el respaldo suficiente para asegurar un triunfo en las elecciones presidenci­ales del 2018.

Ninguno de los mencionado­s hoy como aspirantes a ser candidatos presidenci­ales (incluido López Obrador) tiene el respaldo suficiente como para asegurar su victoria en los comicios del próximo año.

Por eso, uno de los temas fundamenta­les que está en todas las estrategia­s políticas es cómo sumar votantes adicionale­s a los que respaldan en este momento a cada partido o cada candidato.

Las fórmulas para hacerlo son de dos clases, en vista que es prácticame­nte un hecho que está descartada la segunda vuelta.

Una de ellas es la suma de fuerzas políticas. Por eso el gran debate que se está dando en torno a las posibles alianzas, que no es solo una.

La otra es la búsqueda que hacen los partidos o los candidatos, para atraer a votantes indecisos, que no tienen preferenci­a en este momento, o a los infieles, a los que hoy se inclinan por un candidato o partido, pero podrían cambiar.

Uno de los factores cruciales en la definición del resultado electoral será precisamen­te lo que suceda con las alianzas, o con la atracción de otros votantes.

El pasado 13 de junio, sobre la base de las encuestas de salida levantadas por El Financiero en el Estado de México y Coahuila, le comentamos en este espacio que el llamado “voto duro”, aquel que respalda a un partido al margen de quién sea su candidato y cómo le vaya en la campaña, se quedó en el Edomex en 15 por ciento para el PRI y 14 por ciento para Morena, mientras que en Coahuila, fue 20 por ciento para el PRI y 17 por ciento para el PAN.

Claramente, el voto de los fieles y seguros, de los seguidores incondicio­nales, ya no alcanza para ganar.

En el caso de Morena, la posibilida­d de que se sumen votantes adicionale­s depende de que se desfonden los otros partidos de izquierda o que AMLO reduzca sus ‘negativos’ y logre convencer a más electores de que no es una amenaza, que no es un ‘peligro para México’. Su temperamen­to no le ayuda a ello, según lo hemos visto en sus recientes controvers­ias con comunicado­res.

En el caso del PRI, todo indica que no funcionarí­a un candidato identifica­do con el priismo más ortodoxo y tradiciona­l. Se requeriría probableme­nte, personajes con una visión más moderna y amplia, por eso la recurrenci­a de referir como prospectos a personajes como Videgaray, Meade, De la Madrid, Nuño o Narro.

En el caso del PAN y el PRD, los más agudos –como el Jefe Diego– han puesto el dedo en la llaga: un candidato sin partido sería una opción para sumar a las dos fuerzas. Sin embargo, en lo inmediato, ninguno de los tres panistas en la contienda parece con disposició­n a hacerse a un lado. Y Mancera, a pesar de no tener credencial del PRD y ser formalment­e independie­nte, no pareciera tener una perspectiv­a sencilla para obtener respaldo del PAN.

Pero, en estos tiempos, nada puede descartars­e.

Lo que es un hecho es que la elección que viene será diferente a todas las anteriores, y por esa razón, los criterios de selección de los candidatos y las estrategia­s para atraer electores deberán también ser completame­nte diferentes.

Nadie ganará en 2018 repartiend­o tinacos.

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