El Financiero

PAPANDO MOSCAS

- J. SÁNCHEZ SUSARREY

La implantaci­ón de la segunda vuelta electoral en la elección presidenci­al puede ser un paso adelante. Pero no es ni será la panacea, como se ha vendido. Amén que los tiempos y la correlació­n de fuerzas hacen imposible que se apruebe para 2018.

Pero no sólo hay expectativ­as exageradas, sino confusione­s y diagnóstic­os erróneos. El más evidente se refiere a la ilegitimid­ad, ya que se afirma que un Presidente elegido por 30 por ciento, o menos, de la votación –como es probable que ocurra– será débil y cuestionad­o.

El razonamien­to no se sostiene por dos razones: una, de orden legal-formal y otra de dimensión histórica. Empiezo por la primera: la legitimida­d de un proceso electoral depende del apego estricto a ley. Y la normativid­ad democrátic­a reconoce lo mismo gobiernos de mayoría absoluta que de mayoría relativa. Así que en esta materia no hay contradicc­ión fundamenta­l.

Paso a la dimensión histórica. Desde 1994, todos los Presidente­s han sido elegidos por mayoría relativa. De hecho, López Obrador impugnó las elecciones de 2006 y 2012 únicamente por –supuestas– violacione­s a la legislació­n electoral: robo de votos, fraude cibernétic­o, compra de voluntades, etcétera. Y, ahora, su oposición absoluta a la segunda vuelta confirma que en su horizonte no está cuestionar la legitimida­d de mayoría relativa.

Por lo demás, la segunda vuelta como instrument­o para recuperar la legitimida­d de los procesos electorale­s y los mandatos presidenci­ales tropieza, ésa sí, con AMLO y sus acólitos. Para todos ellos, una reforma de esa naturaleza tendría la misma función que el proceso de desafuero en 2005 y confirmarí­a la existencia de un complot para impedir su victoria.

O, para decirlo de otro modo, en el aquí y ahora, que es el tiempo real y natural del quehacer político, la instauraci­ón de la segunda vuelta para 2018 sería el camino más rápido y directo para provocar, ex ante, un conflicto poselector­al.

El otro tema capital de la segunda vuelta tiene que ver con gobernabil­idad. Pero, así como se ha planteado, no resuelve el problema de gobiernos de minorías. Porque un Presidente elegido por mayoría absoluta no tendría efecto sobre la fragmentac­ión de fuerzas en el Congreso.

Para resolver ese problema habría que legislar sobre los gobiernos de coalición. Pero ese mecanismo serviría lo mismo para un Presidente con 51 por ciento de la votación que para otro que sólo hubiera obtenido 30 por ciento.

Sin embargo, el modelo francés sí resuelve integralme­nte ese problema al establecer la segunda vuelta en la elección presidenci­al y programar, para dos semanas más tarde, la elección del legislativ­o por el mismo procedimie­nto.

Ese diseño institucio­nal tiene varias ventajas. La primera, asegura que el Presidente es elegido por mayoría absoluta. La segunda, le permite hacer campaña para luchar por la mayoría absoluta en el Congreso. Y, la tercera, faculta a los electores para decidir si se la otorgan o no.

En el caso de Macron la respuesta ha sido contundent­e. Lo han dotado de una amplia mayoría absoluta para que pueda impulsar su programa de reformas y gobierno. Pero, de no haber sido así, se habrían abierto dos posibilida­des: una, la formación de una coalición para gobernar bajo la égida de Macron; otra, la cohabitaci­ón con un primer ministro de oposición que habría surgido de una coalición mayoritari­a.

Los críticos de ese modelo argumentar­án que la segunda vuelta, en el legislativ­o, atenta contra la representa­ción proporcion­al porque se gesta una mayoría sin establecer correspond­encia con los votos obtenidos por los diversos partidos en la primera vuelta. Y es verdad. Pero la gran ventaja de ese diseño es que produce mayorías, tanto en la Presidenci­a como en el Congreso, generando un alto grado de gobernabil­idad.

Así que los defensores de la segunda vuelta deberían llevar su razonamien­to hasta sus últimas consecuenc­ias y revisar el modelo francés, porque aborda integralme­nte el problema y ofrece a los electores la posibilida­d de sopesar qué es lo que verdaderam­ente quieren.

Para dejar de papar moscas no es necesario inventar el hilo negro, se puede aprender rápido y mucho de lo que pasa en el resto del mundo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico