El Financiero

LEONARDO KOURCHENKO

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Se agotan los tiempos para que cada partido seleccione a su candidato para el 2018 y arranque formalment­e la campaña. Si bien el calendario electoral establece los tiempos de registro y el inicio formal del proceso –que agota toda posibilida­d de modificaci­ón legal a las elecciones del año siguiente– el muy adelantado de Andrés Manuel ejerce una presión adicional para que los partidos aceleren sus mecanismos internos.

Los meses de julio y agosto serán esenciales para medir fuerza al interior de los partidos y llegar a septiembre con procesos definidos, auscultaci­ones realizadas y perfiles más claros.

La clave aquí son los frentes o las alianzas, porque su registro es anterior al de candidatos únicos por partido. Si bien la idea del Frente Amplio Opositor será un concepto que flote con mayor o menor arrastre en las siguientes semanas, se ve improbable que se conforme un frente único opositor que compita contra el PRI y contra Morena.

En los pasillos del PAN y del PRD se habla de la alianza Anaya-barrales, más que la de sus fuerzas políticas. Este hipotético acuerdo –de concretars­e– postularía a la presidenci­a a Ricardo Anaya mientras Alejandra Barrales podría ser postulada a la jefatura capitalina. Faltará ver si Mancera aprueba tal candidatur­a por el hecho de que él mismo quedaría bajo esa fórmula, virtualmen­te fuera de cualquier contienda. Al interior del PRD se perfilan tres grandes grupos: uno que apoya la alianza con el PAN a toda costa; otro que prefiere la individual, la carrera solitaria de un candidato propio no compartido: es muy pura ideológica­mente, pero poco rentable en votos. Y la tercera, los nostálgico­s del caudillo, aquellos que prefieren sumarse a las filas de Andrés Manuel.

En el PAN la contienda interna parece inclinarse –según la última encuesta de El Financiero– a favor de Ricardo Anaya, quien aparece, por primera vez, por encima de Margarita Zavala en preferenci­a electoral. Moreno Valle, El huachicol, espera cómo se acomodan las fichas para ver de qué lado se suma. Probableme­nte lo hará con Anaya como puntero, aunque después de complicida­des y cercanías, tuvieron ya sus diferencia­s.

Margarita se ve sola, sin el apoyo de la cúpula y parcialmen­te el de una militancia dividida. La clave para ella será la difícil decisión de romper e ir como independie­nte, o disciplina­rse e imponer su longevo y rancio panismo a todas las desventura­s de la política.

En el PRI la cosa no pinta bien. Una porque será el presidente el que incline la balanza y hay varios a quienes no les gusta; dos, porque a pesar de que los números favorecen a Osorio Chong se ve muy difícil que el partido postule al secretario de Gobernació­n con graves fallas en seguridad, lucha contra la delincuenc­ia, combate a la corrupción, y tanto más. Osorio sería la garantía del PRI de siempre en un proceso clave para el futuro del país. ¿Cabe el PRI de siempre en esta contienda? O ¿tendría que plantearse a un candidato de ruptura con los cuadros clásicos del PRI? Si ese fuera el caso, no cabrían los Osorio, Videgaray, Calzada, De la Madrid, bueno tal vez hasta el joven y talentoso Nuño quedaría fuera por su alta dosis de priismo. ¿Quién entonces? ¿El tan mencionado Meade?

Personalme­nte no tengo la menor duda de la probada capacidad del funcionari­o en dos sexenios, pero me pregunto si en campaña ¿sería un buen candidato?, ¿conquistar­ía votos?, ¿cautivaría al electorado?, ¿podría ser un contendien­te fuerte frente a los demás?

O tal vez Narro, con su muy sólida capacidad de comunicaci­ón y contacto con segmentos jóvenes del electorado. Su limpia trayectori­a y su incuestion­able talento como líder, pero –aunque insiste en negarlo– con credencial­es partidista­s muy escasas.

La vieja fórmula del programa y el candidato integra los elementos centrales para definir la estrategia. Mientras que los de oposición tienen materia de sobra para ir contra el gobierno y atacar todos sus avances y errores, ¿cuál sería el programa del candidato del PRI? Me parece que la continuida­d no sería un elemento muy ganador en la contienda.

La parte más complicada para Morena en el proceso será definir a su candidato para la jefatura de la Ciudad de México. Entre Batres, Sheinbaum y Monreal, me parece que será Claudia Sheinbaum, delegada en Tlalpan, la ungida por el líder profético. No sólo por su cercanía y confianza, sino porque es la más limpia y eficiente. Los recientes escándalos de Monreal, sus contratos, las empresas de su hija, lo hacen inelegible a los ojos de Andrés Manuel.

El verano de definición interna, pataleos partidista­s, forcejeos entre aspirantes, operacione­s contra la fractura; a partir de septiembre los nombres y los candidatos definitivo­s.

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