Ducto-poder
México, casi no se ha advertido la gran cantidad de proyectos energéticos transfronterizos que van surgiendo en el resto del mundo: nuevos aprovechamientos hidroeléctricos, interconexiones eléctricas y ductos brotan en los cinco continentes.
Espectacular es la red de tuberías para transportar hidrocarburos hacia China, que se ha tendido en todo el centro de Asia. Ya están en operación el oleoducto que parte de los campos petroleros de Kazakhastán; el gasoducto de 3,666 kilómetros que se inicia en Turkmenistán y; tres líneas desde Rusia, que cruzan por Uzbekistán, Tajikistán, Kyrgystán y Turkmenistán. De especial interés es el oleoducto que va de Kyaukphyu, Myanmar a Kunming, en el suroeste chino y que permite mover combustibles sin pasar por el Estrecho de Malacca.
Todo ese entramado se complementa con gigantescos complejos de refinación y petroquímica, que se están levantando en Rusia, y modernos puertos en casi todos los países costeros de la región. Con ello China garantiza su abasto, abre mercados para sus manufacturas y amplía su esfera de influencia política. Esta llega incluso al África subsahariana, donde financia la extensión de docenas de gasoductos, que permitirán la electrificación de los países de esa región.
En el Oriente Medio, el petróleo de Arabia Saudita ya llega a Israel, vía Jordania; el de Qatar alcanza a Turquía, vía Irán y Siria.
El 34 por ciento del consumo de la Unión Europea (UE) se mueve desde Rusia, a través del Báltico, por el gasoducto Nord Stream 1.Gazprom firmó hace dos meses el contrato para financiar el Nord Stream 2, que duplicará esa capacidad. Con ello, la mitad del gas que utiliza Alemania y las dos terceras partes del que usa Polonia provendrán de allá. Eso le da a Moscú oportunidad de manipular los precios y de hacer valer su poder de mercado para modular la política exterior europea, como se observó con la anexión de Crimea y el apoyo a Bashar Al-assad en Siria.
En Sudamérica se han frustrado dos grandes planes. El Gasoducto del Sur (de tres mil kilómetros, para unir Venezuela con Brasil, Uruguay y Argentina), que promovían Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, se estancó cuando ellos dejaron sus gobiernos. El Anillo Sudamericano que pretendía llevar gas de Perú, Bolivia y Venezuela, que lo tienen en abundancia, a Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, ni siquiera había salido de los restiradores de los ingenieros cuando Perú y Bolivia decidieron mejor exportar a Asia y a Norteamérica.
Han concluido otros, menos ambiciosos en lo económico pero más decisivos en lo geopolítico. El gasoducto Antonio Ricaurte, que satisface el 80% del consumo de Colombia, le da gran influencia a Venezuela sobre esa nación y parte del Caribe. Perú y Bolivia rivalizan, con sus respectivas redes, por sus clientes chilenos. El escándalo de la compañía Odebrecht está frenando la expansión de ambiciosos proyectos brasileños.
Apenas llegado a la Casa Blanca, Donald Trump firmó órdenes ejecutivas para concluir los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, que van de Alberta, Canadá a las refinerías del Medio Oeste (Illinois) y del Golfo (Texas), lo que permitirá dar salida a las exportaciones. Barack Obama había frenado esos proyectos por las protestas de los ambientalistas y los litigios con pobladores sioux y amish.
El presidente de Estados Unidos también anunció la terminación del gasoducto que va de las instalaciones de Nustar (en el sur de Texas) a la planta Burgos de Pemex (en Reynosa). Hubo quien se sorprendió, porque no se ha apreciado hasta donde ha avanzado la integración energética con ese país y lo que eso significa.
Quince gasoductos cruzan hoy la frontera Norte (en Tijuana, Rosarito, Agua Prieta, Nogales, Naco, Ciudad Juárez, Acuña, Río Bravo y Reynosa). La mayoría los ha promovido la Comisión Federal de Electricidad para abastecer sus plantas de ciclo combinado. Hay siete más en obra. Destacan el de Agua Prieta, por el que Sempra llevará gas de Arizona a Sinaloa; el Trans-pecos, que cruza el río Bravo a la altura del parque nacional Big Bend (casi terminado) y; el gasoducto submarino de 800 kms. que irá del sur de Texas a Matamoros y a Tuxpan (iniciado en mayo).
Mientras no se hagan aquí grandes inversiones en exploración y explotación, almacenamiento y transporte, refinación y petroquímica, seguiremos dependiendo del gas, petróleo y derivados de nuestro vecino del Norte.