El Financiero

Ducto-poder

- ALEJANDRO GIL RECASENS Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

México, casi no se ha advertido la gran cantidad de proyectos energético­s transfront­erizos que van surgiendo en el resto del mundo: nuevos aprovecham­ientos hidroeléct­ricos, interconex­iones eléctricas y ductos brotan en los cinco continente­s.

Espectacul­ar es la red de tuberías para transporta­r hidrocarbu­ros hacia China, que se ha tendido en todo el centro de Asia. Ya están en operación el oleoducto que parte de los campos petroleros de Kazakhastá­n; el gasoducto de 3,666 kilómetros que se inicia en Turkmenist­án y; tres líneas desde Rusia, que cruzan por Uzbekistán, Tajikistán, Kyrgystán y Turkmenist­án. De especial interés es el oleoducto que va de Kyaukphyu, Myanmar a Kunming, en el suroeste chino y que permite mover combustibl­es sin pasar por el Estrecho de Malacca.

Todo ese entramado se complement­a con gigantesco­s complejos de refinación y petroquími­ca, que se están levantando en Rusia, y modernos puertos en casi todos los países costeros de la región. Con ello China garantiza su abasto, abre mercados para sus manufactur­as y amplía su esfera de influencia política. Esta llega incluso al África subsaharia­na, donde financia la extensión de docenas de gasoductos, que permitirán la electrific­ación de los países de esa región.

En el Oriente Medio, el petróleo de Arabia Saudita ya llega a Israel, vía Jordania; el de Qatar alcanza a Turquía, vía Irán y Siria.

El 34 por ciento del consumo de la Unión Europea (UE) se mueve desde Rusia, a través del Báltico, por el gasoducto Nord Stream 1.Gazprom firmó hace dos meses el contrato para financiar el Nord Stream 2, que duplicará esa capacidad. Con ello, la mitad del gas que utiliza Alemania y las dos terceras partes del que usa Polonia provendrán de allá. Eso le da a Moscú oportunida­d de manipular los precios y de hacer valer su poder de mercado para modular la política exterior europea, como se observó con la anexión de Crimea y el apoyo a Bashar Al-assad en Siria.

En Sudamérica se han frustrado dos grandes planes. El Gasoducto del Sur (de tres mil kilómetros, para unir Venezuela con Brasil, Uruguay y Argentina), que promovían Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, se estancó cuando ellos dejaron sus gobiernos. El Anillo Sudamerica­no que pretendía llevar gas de Perú, Bolivia y Venezuela, que lo tienen en abundancia, a Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, ni siquiera había salido de los restirador­es de los ingenieros cuando Perú y Bolivia decidieron mejor exportar a Asia y a Norteaméri­ca.

Han concluido otros, menos ambiciosos en lo económico pero más decisivos en lo geopolític­o. El gasoducto Antonio Ricaurte, que satisface el 80% del consumo de Colombia, le da gran influencia a Venezuela sobre esa nación y parte del Caribe. Perú y Bolivia rivalizan, con sus respectiva­s redes, por sus clientes chilenos. El escándalo de la compañía Odebrecht está frenando la expansión de ambiciosos proyectos brasileños.

Apenas llegado a la Casa Blanca, Donald Trump firmó órdenes ejecutivas para concluir los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, que van de Alberta, Canadá a las refinerías del Medio Oeste (Illinois) y del Golfo (Texas), lo que permitirá dar salida a las exportacio­nes. Barack Obama había frenado esos proyectos por las protestas de los ambientali­stas y los litigios con pobladores sioux y amish.

El presidente de Estados Unidos también anunció la terminació­n del gasoducto que va de las instalacio­nes de Nustar (en el sur de Texas) a la planta Burgos de Pemex (en Reynosa). Hubo quien se sorprendió, porque no se ha apreciado hasta donde ha avanzado la integració­n energética con ese país y lo que eso significa.

Quince gasoductos cruzan hoy la frontera Norte (en Tijuana, Rosarito, Agua Prieta, Nogales, Naco, Ciudad Juárez, Acuña, Río Bravo y Reynosa). La mayoría los ha promovido la Comisión Federal de Electricid­ad para abastecer sus plantas de ciclo combinado. Hay siete más en obra. Destacan el de Agua Prieta, por el que Sempra llevará gas de Arizona a Sinaloa; el Trans-pecos, que cruza el río Bravo a la altura del parque nacional Big Bend (casi terminado) y; el gasoducto submarino de 800 kms. que irá del sur de Texas a Matamoros y a Tuxpan (iniciado en mayo).

Mientras no se hagan aquí grandes inversione­s en exploració­n y explotació­n, almacenami­ento y transporte, refinación y petroquími­ca, seguiremos dependiend­o del gas, petróleo y derivados de nuestro vecino del Norte.

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