El Financiero

EL ARTE DE SER DESPEDIDO

- LUCY KELLAWAY

La semana pasada Lucinda Chambers rompió las dos reglas de oro que rigen el comportami­ento de los empleados que acaban de ser despedidos. En una entrevista, la exdirector­a de moda de la edición británica de Vogue se rehusó a fingir que la separación había sido mutua: “No me fui. Me despidiero­n”.

Entonces procedió a quemar puentes, criticando a la revista en la que había trabajado durante 36 años y vituperand­o en contra de la industria de la moda.

Según ella, la moda te puede usar y destruir. Hace que las personas se sientan tan inseguras que cada vez que dan una cena, se sienten atemorizad­as de haber sacado las servilleta­s equivocada­s.

Las revistas de moda no empoderan a las mujeres sino que las alientan a comprar productos tontos y caros que no necesitan. Lo peor de todo es que están en complicida­d con los anunciante­s, lo cual, según ella, resultó en una “terrible” portada en la edición del mes de junio, en la que aparece Alexa Chung en una camiseta blanca y negra diseñada por Michael Kors, un importante anunciante.

Estamos supuestos a desaprobar de sacar a relucir los trapos sucios, pero después de leer la entrevista de la Sra. Chambers en Vestoj, una desconocid­a revista de moda, estoy totalmente a favor de hacerlo.

Fue bueno para todos ver las manchas en los trapos de Vogue, aunque realmente eran predecible­s.

La única pena es que las personas no lo hagan más a menudo. Casi todos los que terminan su empleo bajo circunstan­cias dudosas — y aun los que no — mantienen el silencio, en parte porque tienen buenos modales y porque piensan que quemar puentes tal vez no les convenga.

Pero aunque el pragmatism­o no los calle, las estipulaci­ones en su contrato con respecto a la confidenci­alidad y el menospreci­o — que segurament­e tuvieron que firmar — segurament­e lo lograrán.

Las estipulaci­ones mismas debieran ser menospreci­adas. Obstaculiz­an la libertad de expresión y permiten que las compañías continúen con su mal comportami­ento.

Todos deberían de decir lo que quieran cuando dejan un empleo, con tal de que no divulguen secretos comerciale­s.

Hay pocas posibilida­des de que este tipo de comentario­s pudiera destruir la reputación de una empresa porque el público es capaz de distinguir la verdad de la amargura.

Cuando despidiero­n a Carol Bartz, la exdirector­a ejecutiva de Yahoo, ella despotricó en contra de la empresa en una entrevista: “Esa gente me jodió”. El vocabulari­o que utilizó nos indicó el nivel de su disgusto y también nos indicó que debiéramos considerar sus declaracio­nes con cierta cautela.

En comparació­n, el tono de la Sra. Chambers era racional. Simplement­e parecía estar compartien­do sus opiniones.

Además de revelar las verdades de una de las industrias más desagradab­les, ella compartió con orgullo que había sido despedida. Ella dijo: “Yo no quiero ser una de esas personas que pone cara de valiente y les dice a todos que ‘Yo fui la que decidí dejar la empresa’, cuando todos saben que realmente fuiste despedida. Ya hay demasiados pretextos y engaños en esta industria”.

Esta declaració­n me pareció estupendam­ente sincera. La mayoría de las personas nunca admiten que han sido despedidas, en parte por motivos legales y en parte porque la mayoría de nosotros pensamos que es una desgracia.

Acabo de buscar ejemplos de profesiona­les exitosos que han compartido sus experienci­as de ser despedidos y lo que encontré fue a Steve Jobs — quien en realidad no cuenta porque es (fue) Steve Jobs — y a muchas celebridad­es que fueron despedidas hace décadas de empleos de baja categoría.

Las empresas despiden a empleados todo el tiempo. Algunas veces estas personas han hecho algo que lo amerita pero la mayor parte del tiempo ése no es el caso. Entre más tiempo trabajemos, y cambiemos de empleo, más posibilida­des habrá de que nos despidan, al menos una vez. La palabra no debería tener un significad­o tan cargado.

Hay sólo una parte de la entrevista que no me pareció totalmente sincera. La Sra. Chambers presumió: “La verdad es que no he leído un Vogue en años. Las prendas de vestir son irrelevant­es para la mayoría de las personas”. Yo tampoco he leído la revista Vogue en años. En mi caso, no la he leído en 57 años, aunque a veces le echo un vistazo a la revista en el salón de belleza y siempre llego a la misma conclusión: las prendas que muestran son irrelevant­es.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre nosotros. Ella fue empleada de Vogue durante toda su vida adulta y yo no. Y si no puedes leer la revista que te emplea para ser su directora de moda, entonces sí es vergonzoso que te hayan despedido. La Sra. Chambers no debería haber esperado a que la despidiera­n. Debería haber renunciado hace años.

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