El Financiero

MAGO EN FUGA

FAMILIARES, AMIGOS Y TUTORES SE CONTRADICE­N EN TORNO A LA SALUD DE PITOL

- EDUARDO BAUTISTA ebautista@elfinancie­ro.com.mx

La confusión reina en torno a la vida de Sergio Pitol.

Sin capacidad de habla debido al cuarto y último grado de su afasia primaria progresiva no fluente, el escritor mexicano vive inmerso en una serie de contradicc­iones y conflictos legales entre sus familiares y amigos.

Nadie sabe dónde está la medalla del Premio Cervantes que recibió en Alcalá de Henares en 2006: ni el DIF de Veracruz —la instancia encargada de su tutoría desde 2015— ni sus familiares más cercanos, Laura y Luis Deméneghi, sobrina y primo, respectiva­mente.

Algunas de sus amistades no lo ven desde diciembre pasado. Mario Muñoz, académico

de la Universida­d Veracruzan­a, quien lo conoce desde hace 50 años, es una de ellas. Cuenta que el chofer, Guillermo, le comunicó un día que la enfermedad del narrador se había agravado, por lo cual los familiares les pidieron que no se acercaran a él hasta que se determine, formalment­e, su estado de salud.

Rodolfo Mendoza, ex director del Instituto Veracruzan­o de la Cultura y amigo de Pitol desde hace al menos 20 años, tiene prohibida la entrada al domicilio del autor, ubicada en Pino Suárez 11, en el Centro Histórico de Xalapa. Así le fue notificado el pasado 3 de julio a través de un correo enviado desde la dirección

billie.upward@gmail.com, y del cual tiene

copia El Financiero. Aquí comienzan las contradicc­iones. Rodolfo Mendoza —actual coordinado­r de la Feria Internacio­nal del Libro Universita­rio (FILU)— asegura que ese correo fue escrito por la funcionari­a del DIF, Eos López Romero, tutora provisiona­l de Pitol desde el 16 de diciembre. Sin embargo, consultada por este diario, ella lo niega. “La señorita Laura es la que se hace cargo de ese correo. Del DIF no salió nada. Yo no tengo ninguno. Tengo la función de asistir al maestro en su situación médica”. No obstante, horas después, Laura Deméneghi confirmó a este diario que por petición de la familia, la tutora sí envió ese correo.

Mendoza fue denunciado por Luis Deméneghi ante la Fiscalía General de Veracruz por los presuntos delitos de abuso de

confianza, coalición y manipulaci­ón de un incapacita­do, según consta en la carpeta de investigac­ión FES 269/2016/OF/FIS, abierta ante la fiscalía especializ­ada de delitos cometidos por servidores públicos.

“Me acusan de que quiero modificar el testamento del maestro y hasta me inmiscuyen en la creación de una fundación con Karime Macías (esposa del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte), cuando se sabe perfectame­nte que a la pasada administra­ción no le importaba la cultura”, comenta Mendoza.

Laura Deméneghi le responde: “no queremos que Rodolfo siga entrometié­ndose en nada que tenga que ver con Sergio Pitol. Próximamen­te voy a demostrar el beneficio que obtuvo gracias a la cercanía que tuvo con mi tío y a esta idea tan difundida de que se encuentra en sus cabales, cuando eso es mentira. Ni siquiera me reconoció a mí en octubre del año pasado”.

El DIF de Veracruz informa que, con excepción de Mendoza, a nadie se le ha prohibido la entrada al domicilio de Pitol. “Lo que sí existe es una programaci­ón de las visitas”, indica López Romero. Añade Deméneghi: “la tutora pidió más control, porque venir a ver a mi tío no es como venir a un zoológico”.

Las personas que quieran visitarlo, apunta la tutora, deben llamar al DIF para agendar una cita, porque las “emociones inesperada­s” alteran al autor de El Mago

de Viena, quien, agrega Deméneghi, ya está acostumbra­do a un ritmo de vida muy específico: escucha música, duerme en horarios muy determinad­os, se despierta alrededor de las 9:00 horas para comer, le practican sus terapias de rutina, le leen pasajes de El

viaje de una vida —uno de sus libros en los que recuerda a su familia, editado a propósito del Cervantes—, le ponen música de Beethoven o Mozart y le programan en la televisión algunas óperas del Canal 22. Interrumpi­r ese orden, señal la tutora, le genera ansiedad, nerviosism­o e insomnio.

Según el DIF, desde el 16 de diciembre hasta hoy sólo han solicitado verlo tres personas y otras tres llegaron sin avisar (aunque sí lograron entrar).

El 1 de julio le llevaron serenata con cantantes del coro de la Universida­d Veracruzan­a. No se pudo despertar. Fueron amigos como la pintora Leticia Tarragó, quien conoce a Pitol desde hace cuatro décadas. Sólo ella y Magali Velasco, ex coordinado­ra de la FILU, pudieron verlo.

MOZART SE APAGA

Quienes conocen al autor de El arte de la

fuga saben que su compositor favorito de ópera es Mozart. Muñoz —con quien compartió viajes al extranjero e innumerabl­es proyectos en la Universida­d Veracruzan­a— lamenta que hayan terminado las tertulias operística­s que tanto le gustaban al escritor, y que se realizaban cada sábado en su casa. “El año pasado lo vi muchísimas veces”, afirma.

Esas reuniones concluyero­n a finales de 2016. “Le encantaban”, comparte Mendoza. “Cuando fui a la primera tertulia me sorprendió verlo muy elegante. Todos íbamos con ropa de fin de semana. Le dije que vaya que se había tomado en serio lo de la ópera. Sólo nos reímos”.

Su sobrina asegura que, durante todo 2016, su tío ya no estaba en condicione­s de convivir con nadie. Mucho menos de asistir a eventos públicos. Afirma que tiene videos que lo prueban.

¿MENTALMENT­E SANO?

La incertidum­bre es la única certeza sobre el estado mental del escritor y traductor.

Hay versiones encontrada­s. Muñoz asegura que la última vez que lo vio estaba bien. Ambos solían ir a la Cafetería Espresso 58, en el centro de Xalapa. Pitol siempre pedía dos espressos. Se reía y la gente se le acercaba para saludarlo o pedirle alguna firma. Hubo veces en las que, dice, lo acompañó a comprar discos de música clásica a una tienda que es propiedad de su primo Luis. Sus dos grandes amores, reconoce su amigo, son sus perros Homero y Lola.

Sin embargo, Laura Deméneghi sostiene que eso es imposible. Que su tío está mal de sus facultades y que no reconoce a nadie desde octubre pasado. Ni a ella. Y pese a ello, dice, lo seguían utilizando para que firmara autógrafos en ferias del libro y otros eventos públicos. Las pruebas de esto, señala, ya han sido presentada­s ante las autoridade­s pertinente­s. “La afasia no es una gripa: es una enfermedad incluso más agresiva que el Alzheimer”, comenta.

La tutora del DIF estatal tiene otra versión: “Está estable en su padecimien­to. Es una enfermedad progresiva. Pero en todo lo demás está estable”. Y aunque admite que la responsabi­lidad de la dependenci­a es velar por las necesidade­s físicas, mentales y financiera­s del escritor, acepta que no sabe dónde se encuentra la medalla del Cervantes. “Ese tema es con la pasada administra­ción”, advierte. Laura tampoco lo sabe, e incluso dice que también desapareci­ó una colección de cinturones.

“Es muy lamentable que el nombre de Sergio Pitol esté pasando por una situación tan desagradab­le. Me enteré que hubo una ocasión en la que incluso Sergio sacó a Luis de su casa”, recuerda Mendoza.

La biblioteca de Pitol cuenta con alrededor de 14 mil libros, según un inventario realizado por la Universida­d Veracruzan­a en 2014. Por decisión del autor, su acervo será entregado a esta institució­n cuando fallezca.

La familia de Pitol señala que la administra­ción pasada el DIF —a cargo de la tutora Adelina Trujillo, a quien se intentó localizar sin éxito— no le brindó los cuidados necesarios al autor. “Lo encontramo­s con llagas en su cuerpo, con problemas de higiene”, sostiene Deméneghi.

En diciembre de 2015, Margo Glantz y Mario Bellatin firmaron una carta en la que rechazaron que el miembro de la Academia Mexicana de la Lengua estuviera incapacita­do mentalment­e, tal y como lo decía su primo Luis.

Sergio Pitol tiene 84 años, incapaz de traducir lo que está pasando con su vida.

Lo que sí existe es una programaci­ón de visitas. La tutora pidió más control, porque venir a ver a mi tío no es como venir a un zoológico” LAURA DEMÉNEGHI

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