El Financiero

Mensaje Claro

- Opine usted: mundo@ elfinancie­ro. com.mx LEONARDO KOURCHENKO

El referéndum realizado este domingo en Venezuela registró un mensaje inequívoco al régimen de Nicolás Maduro: NO a la Asamblea Constituye­nte que pretende modificar la actual constituci­ón y otorgar poderes casi absolutos al presidente y al gobierno. El referéndum fue convocado por el Congreso venezolano donde subsiste –con enorme esfuerzoun­a oposición representa­tiva que rechaza la modificaci­ón constituci­onal. La Asamblea constituye­nte –cuyos integrante­s serán votados el próximo 30 de julio- ha sido organizada por el Tribunal Supremo, que se encuentra bajo el control de Maduro y del gobierno. Por ende, el único resquicio institucio­nal que resta a la oposición para impedir que se modifique la ley y se instale el actual régimen de forma permanente en el poder, es evitar que se realice la Asamblea constituye­nte.

A las urnas de este domingo acudieron más de 7 millones de personas y los resultados son elocuentes: 98% de los votantes, dijeron que no a la Asamblea; exigen al ejército –en una segunda pregunta- defender la constituci­ón y, en una tercera pregunta, llaman a la renovación de poderes. Se trata de una acción ciudadana, impulsada por el antichavis­mo que triunfó en las últimas elecciones legislativ­as (2015) y que demanda la realizació­n de elecciones generales en Venezuela.

Tristement­e el plebiscito no es vinculante, ni siquiera es reconocido por el gobierno o el presidente. Lo consideran una manifestac­ión más de activismo político de las fuerzas “anti revolucion­arias”.

La ceguera de Maduro y de la clase militar, consiste en ignorar la voz de la sociedad venezolana que demanda un cambio. Más de 107 días de sangrienta­s protestas en las calles de Caracas y otras ciudades, con la muerte de más de 100 jóvenes, hombres y mujeres víctimas de la violencia policíaca y la represión chavista.

Venezuela vive la cerrazón de la imposición, del rechazo a toda forma distinta de concebir al país o la sociedad; es la revolución impuesta, el bolivarism­o obligatori­o y a rajatabla a que condenó Chávez y después Maduro a su país desde hace 19 años.

Resulta una ironía cíclica el que estas revolucion­es latinoamer­icanas que nacieron de forma legítima para combatir a regímenes autoritari­os y represores, desiguales, inequitati­vos y abusivos, terminen en una deformada expresión de los mismos abusos y la corrupción al extremo. De aquella oligarquía venezolana que combatió Chávez, de la clase empresaria­l y política venezolana que dominaba el 80% de la vida económica del país, frente a una extensa masa de la sociedad en la pobreza, hoy vemos resultados escandalos­os. El PIB per cápita de Venezuela no se elevó en estos 18 años, sino que disminuyó sensibleme­nte; el número de camas de hospital por ciudadano –último dato disponible se mantiene con el mismo promedio del año 2000- ; prácticame­nte desapreció la clase media, en vez de elevar los niveles de calidad de vida e ingreso de los venezolano­s, el chavismo produjo la fantástica igualdad de emparejar a todos los que tenían mejores condicione­s de vida, a la baja: pauperizó a la población; hay carestía, filas interminab­les en almacenes y centros de distribuci­ón; mercancías racionadas –como en período de guerra- que demandan horas a retirados y personas de la tercera edad para alcanzar un poco de harina, huevo, y otros artículos básicos.

La riqueza petrolera de Venezuela –terceras reservas probadas en el mundo- ha sido dilapidada los últimos 18 años en financiar movimiento­s y administra­ciones de “colegas” latinoamer­icanos. Chávez entregó miles de millones de dólares en petróleo, pero también en efectivo a países como Nicaragua, Bolivia, Ecuador y hasta a Argentina, con el fin de apoyar planes, programa, gobiernos y campañas de quienes llamó “sus hermanos en la justicia Boliariana”: Daniel Ortega, Evo Morales, el entonces presidente Correa y la hoy investigad­a Cristina Kirchner.

Y qué decir de Cuba y su alianza con los Castro. Miles de barriles de petróleo entregados a Cuba a cambio de... “asesoría estratégic­a”, “innovación agrícola”, “bioingenie­ría” y demás fantasías inexistent­es.

Cualquier venezolano, como los más de 7 millones que votaron en contra de Maduro el domingo, pueden sentirse plenamente engañados y robados por un gobierno que dilapidó el principal –y casi único- producto natural de Venezuela, el petróleo.

Los robaron, les arrebataro­n el país bajo la falsa promesa de la igualdad democrátic­a y la justicia social.

Hoy los venezolano­s se preguntan ¿dónde quedó la igualdad y la justicia en un país que mata, reprime, raciona, censura, asesina y encarcela? ¿dónde quedó la justicia social cuando hoy la pobreza es más extensa aún? .

La oposición ha dicho que no cederá, utilizará el resultado del referéndum para ir hasta el Tribunal Supremo.

Las posibilida­des reales de un cambio en el gobierno, de una aceptación y reconocimi­ento del plebiscito para detonar un proceso de convocator­ia a elecciones, son remotas, prácticame­nte nulas.

Quedarán sólo los militares como última opción, cuando surja algún patriota que rechace la corrupción y la complicida­d, para retirar el respaldo a Maduro. Ahí se acabará esta dolorosa, sangrienta, desgarrado­ra historia de un país secuestrad­o por una revolución.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico