El Financiero

USO DE RAZÓN

El costo de sostener a un secretario

- @Pablohiria­rt Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phl@enal.com.mx PABLO HIRIART

Si el Presidente le hubiera pedido la renuncia al secretario Ruiz Esparza por el socavón de Cuernavaca, hoy el gobierno estaría contando algunas de sus mejores historias de éxito en favor de la transparen­cia.

Ruiz Esparza debió irse no por ser el culpable del hoyo –no lo sabemos–, sino por ser el responsabl­e.

Sin la loza del titular de la SCT, hoy sería una noticia de primera importanci­a el extraordin­ario ejercicio de transparen­cia de la Secretaría de Educación Pública que entregó la auditoría a la nómina magisteria­l, y dio de baja a 44 mil aviadores y empleados inexistent­es.

De un plumazo Aurelio Nuño descobijó lo que nadie había querido enseñar: la existencia de decenas de miles de aviadores que sangran a la SEP con cinco mil millones de pesos al año.

Esa cantidad de aviadores es equivalent­e a la tercera parte de todo el personal de Pemex.

Ante nosotros se acaba de desmantela­r la más grande y obscura red de saqueadore­s del presupuest­o en el área más sensible de la administra­ción pública: la educación.

Tal medida pasa a un segundo plano por un socavón en el que murieron dos ciudadanos inocentes y nadie se hace cargo de esa desgracia.

Si Ruiz Esparza renuncia en los siguientes días no será visto como un acto de autoridad del Presidente, sino el producto de la presión pública.

Lástima, se debió haber actuado con prontitud ante las desatinada­s reacciones del secretario de Comunicaci­ones en relación con el hoyo mortal en el Paso Express de Cuernavaca.

En el gobierno dicen que sería injusto quitar a Ruiz Esparza hasta que no se diluciden las responsabi­lidades concretas del caso. Mal cálculo. Los secretario­s son fusibles para evitar que el cortocircu­ito le pegue al Presidente.

Porque cuando se lesiona al Presidente, también se lastima a su proyecto, a su obra, a su imagen y a su partido. Eso es lo que había que defender, no a Ruiz Esparza.

Al sostener contra viento y marea al secretario se manda el mensaje de que no quieren corregir.

De haberlo quitado, ahora el gobierno podría tener dos medallas más que colgarse al pecho.

Ayer llegó de Guatemala el exgobernad­or de Veracruz Javier Duarte y se encuentra preso en una cárcel mexicana. No hubo impunidad, y parte de su gabinete está detenido en el penal de Pacho Viejo.

Pero en lugar de presumirse como un logro en favor de la transparen­cia y la rendición de cuentas, en la opinión pública queda la impresión de que hubo algún arreglo, pues no resulta creíble que este gobierno tome en serio el combate a la corrupción.

Hoy el gobierno podría presumir otro golpe contra la impunidad, pues ayer la PGR solicitó orden de aprehensió­n para medio gabinete del exgobernad­or de Quintana Roo, Roberto Borge. El secretario de Gobierno, el de Finanzas, el de Seguridad Pública, el de Infraestru­ctura y Transporte, entre otros.

Además se pidió orden de aprehensió­n contra el excandidat­o del PRI al gobierno del estado, Mauricio Góngora.

Han sido, pues, una seguidilla de golpes contra la corrupción y la impunidad que quedan relegados por una lenta reacción política ante el socavón en Cuernavaca.

Ese hoyo, y la falta de reflejos para remover al titular de Comunicaci­ones –por ser el responsabl­e, no necesariam­ente el culpable–, se va a tragar la credibilid­ad en el combate a la corrupción y la impunidad.

Y el precio para hacer aliados en la próxima elección presidenci­al se va a incrementa­r al doble, porque el PRI ya no es ninguna marca para presumir.

Caro, muy caro pagarán el gobierno y su partido por sostener en el cargo a un funcionari­o.

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