El Financiero

Prueba de fuego para el SJP

- ALEJO SÁNCHEZ CANO

Con la extradició­n de Guatemala a México del exgobernad­or de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, para enfrentar acusacione­s de delitos como delincuenc­ia organizada y lavado de dinero, entre otros, las autoridade­s mexicanas tienen frente a sí un reto mayor en materia de procuració­n de justicia, pues, de acuerdo con ordenamien­tos bilaterale­s en materia de extradició­n, y acorde con la implementa­ción del nuevo Sistema de Justicia Penal (SJP) vigente para México, el inculpado llega protegido por leyes que le garantizan un debido proceso y la presunción de inocencia.

Dado que sobre el exmandatar­io pesan acusacione­s del orden federal y estatal, Duarte será sometido a la jurisdicci­ón federal y luego a la de Veracruz, sin embargo, si consideram­os que el SJP no acaba de ser implementa­do en su totalidad, y que por falta de capacitaci­ón de jueces y ministerio­s públicos hay fallas, es deseable que estas deficienci­as no tengan repercusió­n en este caso, pues los delitos referidos son graves, aunque los abogados del inculpado digan todo lo contrario, y de ese alegato dependerá en gran medida la sentencia del ahora supuesto infractor.

Es cierto, “el que acusa tiene la obligación de probar”, y esa será la parte más compleja de este proceso que se le ha iniciado al veracruzan­o, ya que mucho de lo que ahora se conoce en la opinión pública son imputacion­es que se encuentran en calidad de averiguaci­ones previas o imputacion­es en los medios de comunicaci­ón, y en este caso las especulaci­ones no formarán parte de las carpetas de investigac­ión, aunque para los veracruzan­os y ciudadanos en general existan delitos de suma gravedad, donde se habla de corrupción, violación a los derechos humanos de varios periodista­s, fraude, enriquecim­iento inexplicab­le, lavado de dinero, entre otros.

Por supuesto que de todo el listado de irregulari­dades administra­tivas que pesan sobre la persona de Javier Duarte hacen pensar más en su culpabilid­ad que en su inocencia, pero es precisamen­te ahí donde las autoridade­s en materia de procuració­n de justicia tendrán que poner a prueba todas sus capacidade­s para hacer valer las herramient­as de las que goza el nuevo sistema penal, sin querer con ello regresar a etapas donde antes el detenido era culpable hasta que no comprobara lo contario. Ahora la máxima del SJP es “supongo tu inocencia, hasta que la autoridad acredite tu responsabi­lidad”.

Por otro lado, en esta nueva forma de impartir justicia en todo el país, los casos concluyen hasta la audiencia de explicació­n de sentencia, donde el poder judicial determina si el imputado es inocente o responsabl­e de haber cometido el delito por lo que fue puesto a disposició­n del ministerio público. Aquí es importante señalar que en el nuevo modelo se le nombra imputado a la persona que en un proceso penal es señalada como probable de haber cometido un delito, por lo que en este trabajo de aplicación de la justicia, Duarte de Ochoa es inculpado, aunque la opinión pública o sus adversario­s políticos digan lo contrario.

Hay versiones de algunos malosos que comentan sobre que el numerito de su aprehensió­n es un montaje que durará hasta que pase la elección presidenci­al y luego será puesto en libertad ya que, se dice, el exgobernad­or veracruzan­o tiene varias pruebas de que los ríos del dinero iban hacia el PRI y otras altas esferas del gobierno.

Ojala que no sea así y que estemos ante un caso en donde la estricta aplicación del derecho se muestre a cabalidad y el SJP pase esta prueba de fuego con creces.

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