El Financiero

¡Bienvenido, Javidú!

- @salcamaren­a Opine usted: política@ elfinancie­ro.com.mx

Al momento de escribirte estas líneas, querido Javidú, me entero que fuiste trasladado al Reclusorio Norte. Qué historia, Javidú, nueve meses después de tu huida, casi casi de película –con helicópter­o y toda la cosa, chaparro– la capital mexicana te recibe con un día soleado, sin lluvia, con poco viento, digamos agradable. Así que a pesar de todo lo que puedas estar viviendo, supongo que no me tomarás a mal que te diga, como correspond­e a todo saludo epistolar, que espero que te encuentres bien.

Porque la verdad, no puedes estarla pasando tan mal, ¿o me equivoco? Mira, haciendo cuentas, la cosa no te debe pintar demasiado complicada, si a pesar de tus nueve meses sin chambear pudiste, una vez capturado, 1) enviar a tu familia al extranjero y 2) contratar famoso abogado.

No cualquiera, mi estimado Javidú, en eso sigues mostrando estilo: más de un semestre a salto de mata en tierra ajena –no creo que hayas andado saltando mata alguna, pero ya ves que así se dice– y a pesar de ello tus ahorros te alcanzan para enviar a tu familia lejos lejos y agenciarte a no barato defensor para un juicio que se antoja nada breve. Eres un crack. Pasa la fórmula, ¿no?

Supongo que ya te estarás aprendiend­o alguna que otra castiza jaculatori­a para farolear ante la prensa en las no pocas audiencias que te esperan. Te cuento que la última vez dejaste a todos girando con eso de prudencia y no sé cuánta payasada. Casi te salió el numerito, lástima que el Loret te contestó al poco rato y la verdad como que si te machucó la jugada.

Pero me cae que entre la sonrisita, lo de ‘ya llegó mi uber’ cuando arribó la julia que te iba a llevar, y el dicharacho ese quesque andalú casi te sale la desviada de atención.

Sabes, aquí entre nos, cuando no pocos amigos te vieron risa y risa llegaron a decir que en una de esas no andabas en tus cabales.

Yo que te vi un par de veces les digo que no, que estás bien cuerdo y bien consciente de lo que te puede pasar. Y que de ahí tus sonrisas.

Que no se te quita el buen ánimo, Javidú, porque eres una persona de optimismo documentad­o. A quién le va a preocupar el futuro inmediato si tienes licenciado de esos de los que dicen que hay que tener, a la familia a resguardo, unos confesos prestanomb­res sin público requerimie­nto, y harto aliado con fuero, vivitos y coleando en su calidad de H. diputados, ya sea en Veracruz o en el mismito San Lázaro.

Si bien es cierto que te quitaron los ranchos El Faunito y el de Valle de Bravo –por cierto, te cuento que según me dicen los finos cuacos que ahí tenías ya bailaron, nadie sabe nadie supo qué fue de ellos. ¿No te los llevaste tú, o sí? Híjole, ya me pusiste a pensar si alcanzaste a sacarlos de sus lujosas caballeriz­as–; en fin, regreso al tema, no minimizo que algo habrás perdido en estos meses, pero digamos que confío en que confías en que en un par de añitos escucharás el usted disculpe, don Javier, y a vivir la vida de tus (múltiples) rentas, producto de una no tan larga vida en la política.

Por lo pronto a apechugar en el Reno, mi Javidú, que yo sé que sólo Veracruz es bello, pero no me le hagas el feo al Reclusorio Norte, que aunque no lo creas también es México. A ver, otra sonrisita.

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SALVADOR CAMARENA

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