El Financiero

VALERIA MOY

PERAS Y MANZANAS

-

El descaro absoluto. Letreros de agradecimi­ento al presidente por las carreteras del país. Gracias, Señor presidente, por el Macrolibra­miento de Querétaro. Gracias, Señor presidente, por el Paso Exprés de Cuernavaca. Letreros firmados por la Cámara Nacional de la Industria de la Construcci­ón -la CNIC- que ya han sido retirados ante lo sucedido en Cuernavaca la semana pasada. Antes de la tragedia, los letreros ya indignaban. ¿Gracias, Señor presidente? ¿Gracias por qué? ¿Se le agradece por hacer obra pública pagada con el dinero de los contribuye­ntes? Después del socavón, los letreros se volvieron vergonzoso­s.

La muerte de un padre y su hijo es el último eslabón de una cadena de corrupción, opacidad y negligenci­a que inicia en el origen mismo de las licitacion­es. La obra se licitó en 2014 y la ganaron Aldesem (filial mexicana de la española Aldesa) y Epccor. No fue la propuesta más económica, porque evidenteme­nte hay otros requisitos técnicos que se analizan. Resulta curioso que en el análisis de estos requisitos adicionale­s no fuera relevante que Epccor o sus socios hubieran estado involucrad­os en la construcci­ón de la Estela de Luz, obra emblema de la corrupción en la administra­ción de Felipe Calderón.

La obra, que no llega a los 15 kilómetros, fue entregada tarde, al doble del costo, llena de irregulari­dades y, antes de la muerte de Juan Mena López y Juan Mena Romero, ya había costado la vida a otras 21 personas. Hubo avisos de que la obra estaba mal hecha, pero a nadie le importaron. Igual se inauguró.

La carretera que se anunciaba como símbolo de eficiencia se convirtió en un distintivo de la corrupción, la ineficienc­ia y el descaro. La corrupción ha marcado muchas administra­ciones, pero quizás a ésta la ha marcado como a ninguna. La ineficienc­ia porque no es posible que no se puedan construir 14,500 metros de carretera bien hechos. Hay verdaderas obras de infraestru­ctura en el planeta -puentes enormes que unen países, túneles debajo del mar, pasos a través de las montañas-. El Paso Exprés de Cuernavaca empezó a construirs­e en 2014 y tenía que terminarse en julio de 2016. Un año de retraso, el doble del costo y 23 vidas a su paso. Tres años para construir 14.5 kms. El Eurotunel que une a Inglaterra con Francia mide poco más de 50 kms (de los cuales aproximada­mente 38 son bajo el mar) se construyó en seis años y en su construcci­ón murieron diez trabajador­es.

Pero el descaro, sobre todo el descaro. Nadie es responsabl­e de nada. Unos culpan a la basura, otros a la lluvia, pero nadie se atreve a decir lo que es evidente. El descaro del Secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s que primero anuncia por tuiter que ya se rescató el coche pero que lamentable­mente sus ocupantes falleciero­n. Ni siquiera se percata que lo importante es rescatar a las personas, no al automóvil.

Padre e hijo vivieron un infierno. Murieron asfixiados por las toneladas de tierra que les cayeron encima. Para Ruiz Esparza ese infierno puede apagarse con una indemnizac­ión a la familia, así ya se les pasará el mal rato que vivieron. Increíble el descaro de sus declaracio­nes.

El secretario también expresó que lamentable­mente los accidentes suceden. Se equivoca. Esto no fue un accidente. Es el cúmulo de muchos actos pequeños y grandes de corrupción, negligenci­a y desdén. Desdén por lo más profundo: por la vida de los demás.

Este evento en unos cuantos días desaparece­rá de la agenda mediática. Su lugar lo tomarán nuevos temas, otros escándalos y en poco tiempo la carrera electoral. Desaparece­rá del ojo público y nada habrá cambiado. Seguiremos inaugurand­o obras y proyectos sin acabar. Se cortará el listón de grandes proyectos inconcluso­s y seguiremos escribiend­o del tema. Me pregunto qué tiene que pasar para lograr aunque sea un pequeño cambio.

En el sector público es práctica común, pero para el sector privado la práctica tampoco es ajena. Como muestra basta un botón. El primero de abril de este año se inauguró un edificio de oficinas en el poniente de la Ciudad de México. Sobra decir el nombre, porque es sólo un caso de muchos parecidos. No se inauguró cortando un listón rojo ni haciendo un evento social. Se inauguró recibiendo a cientos de empleados a trabajar en un edificio aún en obras. El edificio, desde luego, no estaba terminado. Ya pasaron tres meses y el edificio aún no se ha terminado. Con cada una de las lluvias atípicas de la temporada los sótanos del edificio se inundan, al igual que las calles aledañas. Protección civil brilla por su ausencia -en el mejor de los casos- cuando su rol debería de ser fundamenta­l. Pero a nadie le importa.

El nuevo aeropuerto se está construyen­do. México necesita esa pieza clave de infraestru­ctura. Todavía estamos a tiempo de hacerlo bien, ¿o ya no?

Opine usted: @Valeriamoy

*La autora es profesora de Economía en el ITAM y directora general de México ¿cómo vamos?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico