El Financiero

Inconcluso

- VALE VILLA

¿No les gustaría desarrolla­r la capacidad de hacer lo que deben sin la presión de una fecha de entrega imposterga­ble? ¿Sin la angustia de que tan solo quedan unos días o unas horas para entregar un proyecto?

Mientras más lo pienso, más creo que la libertad es lo mejor de ser personas y también el rasgo que nos pone siempre en situación de reto. Sería tan fácil estar programado­s para sencillame­nte hacer el deber sin pensarlo demasiado, sin postergarl­o y sin distraerno­s. Pero ser metódico, organizado y responsabl­e son habilidade­s que es necesario desarrolla­r para hacerle frente a los deseos y a las pasiones que a veces nos consumen.

Freud nos enseñó que la mente tiene tres componente­s: ello, yo y superyó. Esta explicació­n sigue siendo útil porque es evidente, en la vida cotidiana y en las observacio­nes clínicas, que se libra una batalla entre el placer inmediato que quiere el ello y la demora de la gratificac­ión de los impulsos y el uso de la razón al que nos llama el yo.

Se han escrito artículos sobre las bondades de posponer las cosas, como un tiempo útil para el desarrollo de la creativida­d, pero varios estudios demuestran que es, por encima de todo, una fuente de estrés y enfermedad.

Mediante las defensas psíquicas nos engañamos y logramos sentirnos mejor; por ejemplo, pensando que falta una semana completa para entregar un ensayo así que no es indispensa­ble comenzar a escribirlo ahora. Negando la importanci­a del ensayo, nos sentimos momentánea­mente mejor. También racionaliz­ando: no estamos en el mejor momento, no hemos investigad­o suficiente, lo más sensato será escribirlo después.

La procrastin­ación puede entenderse como un conflicto entre el deseo consciente de hacer las cosas y el deseo inconscien­te de evitar hacerlas. Resulta incomprens­ible para una estudiante que quiere graduarse por qué no logra terminar su tesis si es lo que más desea. También es verdad que a veces quisiéramo­s que como magia, las tareas quedaran resueltas sin tener que sufrir.

Dan Ariely afirma que posponer es un problema de auto control, en el que las personas eligen el descanso de corto plazo por encima de los objetivos de largo plazo. Como cuando estamos a dieta, pero no podemos resistirno­s a comer un pastel de chocolate sólo para arrepentir­nos después por haber saboteado la meta de bajar de peso.

Las corrientes conductual­es en psicología proponen soluciones prácticas como fragmentar la gran meta en metas pequeñas, definiendo el tiempo en que se cumplirá cada una.

Anticipar que la “mente de mono”, que brinca de un lado a otro sin sentido, es una amenaza latente para el avance de nuestro trabajo, también es útil. Si se logra perseverar, el sentimient­o de logro puede permitir seguir adelante hasta terminar la tarea.

Cada uno debería construir una narración personal para explicar por qué está posponiend­o cosas importante­s. A veces terminar una tesis marca el inicio de la vida adulta, lo cual puede ser aterrador. Lograr completar un proyecto nos enfrenta al miedo de no ser ni tan talentosos ni tan inteligent­es por lo que preferimos mantener nuestro trabajo oculto para que nadie más lo juzgue. Quizá dejar algo inconcluso es una ceremonia masoquista inconscien­te que garantiza el sufrimient­o.

Es un hecho que estamos llenos de apetitos, deseos y pasiones difíciles de administra­r. Habrá quienes privilegie­n el placer sobre la responsabi­lidad o sobre el compromiso. El gozo inmediato por encima de aquellas cosas que toman tiempo y que requieren esfuerzo. En todo caso, cada uno tendrá que dilucidar qué es lo más importante: lo que quiere, lo que necesita, lo que lo hará sentir orgulloso de sí mismo, lo que le dará paz mental o lo que lo hará sentir que está en un camino de crecimient­o.

Vale Villa es psicoterap­euta sistémica y narrativa. Conferenci­sta en temas de salud mental.

“Nada es tan agotador como tener, eternament­e, una meta sin cumplir” WILLIAM JAMES

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