El Financiero

R. FERNÁNDEZ DE CASTRO

- RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO M.

John Mccain, dos veces candidato presidenci­al republican­o y senador durante 30 años por el estado fronterizo de Arizona, es uno de los pocos senadores (dos por estado, cien en total) que conoce y se interesa por México. No siempre estoy de acuerdo con sus posiciones sobre México o el mundo, pero siempre lo he admirado, como la mayoría de sus electores en Arizona, por sus agallas, globalismo y caballeros­idad.

Esta semana Mccain fue diagnostic­ado con un tumor canceroso en el cerebro —glioblasto­ma— aparenteme­nte muy agresivo. Paradójica­mente otro caballero extinto del Senado, Edward (Ted) Kennedy, demócrata de Massachuse­tts, murió hace ocho años justo del mismo mal.

Kennedy y Mccain produjeron en 2005 el proyecto de ley migratoria más benévola y con verdaderas oportunida­des de ser aprobada, de las últimas décadas. Sin embargo, el Senado nunca votó en relación al proyecto de ley Mccain-kennedy, pero sí sirvió como un punto de referencia para los proyectos migratorio­s que se presentaro­n en los años siguientes.

En dos ocasiones he tenido oportunida­d de estar en una conversaci­ón con Mccain. La primera cuando visitó México en 2008, siendo el candidato presidenci­al republican­o. El presidente Felipe Calderón no dudó en recibirlo, pues aunque blandía una agenda anti-migratoria, era bien conocido su respeto e interés por México.

Llegó a Los Pinos acompañado de su entrañable amigo, el senador Lindsey Graham de Carolina del Sur. El dialogo fue muy cordial, incluso ameno. Se habló de Irak y Afganistán, pues la guerra y los asuntos militares siempre han sido el fuerte de este veterano de Vietnam. Calderón aprovechó para insistir en la complement­ariedad de los mercados laborales y en la gran aportación económica de los migrantes, los caballos de batalla calderonis­tas. El candidato republican­o ni siquiera intentó refutar los argumentos y nos quedamos con la sensación que la plática ayudó a que el candidato moderara sus posiciones. En cuanto perdió la elección a manos de Barack Obama, volvió a su posición pro migración. Al final de la reunión comentó que había venido a México a dos cosas, a visitar al presidente y a la Virgen de Guadalupe. Esto es, su visita tenía un claro objetivo, mostrar a los electores latinos (cuya gran mayoría es de origen mexicano) que respetaba a la autoridad mexicana y sobre todo admiraba a la guadalupan­a.

El mes de marzo pasado tuve ocasión de visitarlo en su oficina en el Capitolio acompañand­o a Margarita Zavala en una gira de trabajo. Impecablem­ente vestido, más delgado que la última vez que lo vi, fue extremadam­ente gentil con la aspirante panista. Su mensaje fue clarísimo —estoy preocupado y apenado por las barbaridad­es que Trump expresa sobre México. Y también mostró una seria preocupaci­ón por el tráfico de heroína pues su estado, Arizona, es uno de los que está sufriendo la crisis de abuso de opioides en el vecino país.

Mccain, 80 años, es uno de los últimos veteranos de guerra en el Senado de los Estados Unidos. Estuvo cautivo en Vietnam por más de cinco años. Su avión, un Skyhawk, fue derribado por un cohete anti-aéreo sobre Hanói. Con las dos piernas y un brazo rotos, sobrevivió milagrosam­ente la caída. Su accidente y duras condicione­s de su cautiverio muestran sus secuelas, tiene un brazo prácticame­nte paralizado y camina con cierta dificultad.

Mccain es uno de los bastiones más importante­s en contra del presidente Donald Trump. Ha sido el republican­o que más ha insistido en la averiguaci­ón de la intromisió­n rusa en la elección y en la posible colusión del equipo de Trump. Presidente del Comité de las Fuerzas Armadas, es con mucho el republican­o más influyente en el tema militar. Desde 2015, el líder de la mayoría republican­a Mitch Mcconnell (Kentucky), delega prácticame­nte toda la agenda estratégic­a-militar en su colega de Arizona.

Comparte con México y con nuestros migrantes que es el senador más “bulleado” por Trump. En los primeros meses de la campaña, Trump señaló que para él Mccain no era un héroe de guerra, pues se dejó atrapar por adversario­s de Vietnam del Norte. Esto provocó, como era de esperarse, un gran escándalo en los medios de comunicaci­ón. Pero su base electoral no se inquietó. Es decir, fue un anuncio de que algo malo y desconocid­o estaba atravesand­o por los electores del vecino país del norte.

Después del anuncio de la enfermedad de Mccain, Obama y otros admiradore­s del senador salieron a decir que el guerrero de Arizona ha sufrido peores embates. Pero de dejar su curul, será una baja sensible republican­a, pues su precaria mayoría de 52 escaños será reducida en uno.

De faltar Mccain, perderá Estados Unidos y perderá México. Una generación de políticos republican­os —sabios, globales, ex veteranos de guerra y generosos con México— como George H.W. Bush (papá con 93 años y enfermo), George Shultz, Secretario de Estado de Reagan (96 años) y el propio Mccain, se está extinguien­do.

Estos veteranos han protagoniz­ado el liderazgo benigno y global de Estados Unido a raíz de la Segunda Guerra Mundial y su consecuent­e orden económico liberal. En febrero pasado, por ejemplo, Mccain criticó vehementem­ente a Trump en la Conferenci­a de Seguridad de Múnich, tanto por la designació­n como Consejero de Seguridad Nacional de Michael Flynn (ya fuera del gobierno) como por sus posiciones frente a la integració­n europea y la Organizaci­ón del Atlántico Norte (OTAN), el bastión antisoviét­ico y ahora anti-putin.

Como conclusión cito el tuit de Obama, “John Mccain es un héroe estadounid­ense y uno de los más bravos combatient­es que jamás he conocido. El cáncer no sabe con quién se está metiendo. Dale duro, John”.

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