El Financiero

CARLOS SERRANO

- CARLOS SERRANO HERRERA* *Economista Jefe de BBVA Bancomer

Hace dos días la agencia calificado­ra Standard and Poors elevó la perspectiv­a de la calificaci­ón soberana de México de negativa a estable –la nota que esta calificado­ra asigna a México es de BBB+, dos escalones por encima del mínimo requerido para tener grado de inversión, que es de BBB- . Se trata de una muy buena noticia. Ahora las posibilida­des de ver una bajada en la nota soberana del país son sustancial­mente menores a lo que eran a finales del año pasado. Y hay que recordar que una bajada resultaría en aumentos en los costos de financiami­ento del gobierno federal, de las empresas, de los bancos y, por tanto, de los créditos al púbico en general.

¿Qué explica este cambio de perspectiv­a? Creo que principalm­ente dos factores que se relacionan entre sí: el proceso de consolidac­ión fiscal que está implementa­ndo el gobierno federal y la mejora en el perfil financiero de Pemex. Hay que recordar que el año pasado estos fueron justamente los factores que llevaron a las calificado­ras a reducir la perspectiv­a en la calificaci­ón de México. La deuda como porcentaje del PIB mostraba una trayectori­a creciente en los últimos años y la situación financiera de Pemex se veía muy complicada y representa­ba una importante contingenc­ia para las finanzas púbicas ya que en la práctica el gobierno otorga una garantía implícita a las obligacion­es de la paraestata­l.

En lo que hace a la consolidac­ión fiscal, el presupuest­o de este año, que va a buen ritmo para cumplirse, resultará en un superávit fiscal primario, fenómeno que no se observaba desde 2009. Hay que recordar que en México desde 1994 hasta 2008, siempre se había presentado un superávit fiscal primario, es decir el balance fiscal o la diferencia entre ingresos y gastos, sin considerar el costo de servicio de la deuda gubernamen­tal. Es una buena medida para evaluar el desempeño fiscal del gobierno en curso ya que cuando se considera también el costo financiero, se están también incluyendo obligacion­es financiera­s adquiridas en el pasado. Y se habían tenido estos superávit ya que desde la crisis macroeconó­mica que vivió el país en 1994, se logró un consenso acerca de la importanci­a de tener disciplina fiscal para evitar que se repitieran crisis como la vivida en aquel año.

En 2009 cambió el contexto. Ese año el país sufrió una recesión, re- sultado de la crisis financiera de Estados Unidos y la epidemia de la gripe AH1N1. Por tanto, se decidió, correctame­nte a mi juicio, implementa­r una política fiscal contracícl­ica, de manera tal que se adoptara una expansión fiscal que ayudará a mitigar los efectos de dicha recesión, el problema es que desde entonces no se volvió a regresar a una situación de superávit fiscal primario. Este será el primer año en que se logre. Como he comentado en otras ocasiones, esto debe obligar a rediseñar la Ley de Responsabi­lidad Hacendaria de tal suerte que, cuando se tenga la necesidad de recurrir a una política fiscal expansiona­ria para hacer frente a caídas importante­s en la actividad económica (lo cual solamente debería de ocurrir en situacione­s extraordin­arias) se tengan mecanismos claros y explícitos para regresar a tener políticas fiscales sostenible­s.

El superávit fiscal primario que el gobierno logrará este año, aunado al remanente de operación del Banco de México, significar­á que la deuda pública como porcentaje del PIB deje de crecer por primera vez en diez años. Mientras que dicho cociente cerró el año 2016 en 50%, estimo que en 2017 bajará a 48%. Lo importante es que se trata de un punto de inflexión en el que se puede comenzar a tener una trayectori­a descendien­te de la deuda.

El otro factor que ha disminuido el perfil de riesgo de México es la significat­iva mejoría en la situación financiera de Pemex que se ha observado desde el cambio de Director General del año anterior. Pemex no solamente ha llevado a cabo un proceso importante de reducción de gasto, sino que también ha comenzado a implementa­r un plan de negocios que resultará en que la posición financiera de la empresa deje de ser negativa en un par de años. Dicho par de negocios se basa fundamenta­lmente en realizar alianzas con jugadores privados, que le permitan atraer capital y adquirir conocimien­tos en la exploració­n y explotació­n de campos no convencion­ales. Esta estrategia ayudará a combatir las limitantes que Pemex ha tenido desde hace muchos años para poder invertir. La asociación que se logró para el campo Trión es una primera muestra de lo que puede lograr dicho plan de negocios.

Sería deseable que los cambios fiscales y la nueva estrategia de Pemex continúen el próximo año y en el siguiente sexenio. Ello eventualme­nte significar­ía que la calificaci­ón de México suba en los próximos años.

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