¿Por qué somos tan, pero tan corruptos?
En México, hombres de una generosidad y cultura excepcionales, acuñaron hace ya muchas décadas, las leyes más avanzadas del continente, muy por encima de países como Argentina o los mismos Estados Unidos. Esas leyes, estaban para “jalar a la sociedad”, apurar su desarrollo, iban de la mano de la escuela; ambas educan y pulen.
Nunca se pensó en crear un sistema que explícitamente se destinará a combatir la corrupción. Se dio, como en todo componente histórico legal, las sanciones para quien abusara o francamente delinquiera pero resultaba inconcebible que la corrupción fuera una especie de segunda naturaleza tal y como hoy la concebimos. Y para nuestra desgracia, esa conceptualización se asienta en la formidable erosión en la credibilidad de nuestras instituciones. ¿Alguna se salva? Ejemplos, sólo ejemplos: 1. La Secretaría de Gobernación ha sido rebasada por todo tipo de ilícitos federales y la violencia es incontenible. 2. El Instituto Nacional Electoral fue creado como árbitro ciudadano para dar confianza en esa área decisiva, ahora hace lo contrario. Sale con que no permitirá publicidad de los aspirantes. ¿Cómo permitió que López Obrador lo hiciera durante años y llegara a difundir más de dos millones de anuncios (“spots”) y el joven Ricardo Anaya cerca de un millón?
3. Ante la presencia de Javier Duarte, estigmatizado como el mayor bribón del sexenio, la PGR presentó imputaciones insuficientes y mal hechas después de tener meses para bien prepararlas.
4. La pasividad de las diversas autoridades e instancias de salvamento, ante el socavón en el camino exprés de Cuernavaca, demoraron más de 9 horas. ¿La ineficiencia no es una forma sustantiva de la corrupción?
5. ¿Qué hace en la actualidad el titular de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda, desaparecido desde hace meses? La responsabilidad que tiene es primordial en una sociedad de tan hirientes contrastes.
6. La iglesia protege abiertamente a sus delincuentes sexuales.
7. Las corruptelas recién denunciadas de miles de profesores que cobran sin dar clases ni ocuparse de sus alumnos.
8. El número de gobernadores en prisión, sometidos a juicios y buscados por la policía llega a 15: Duarte, Granier, Padrés, Reyna García, Eugenio Hernández, Yarrington, Miguel Alonso Reyes, Mario Villanueva, Fausto Vallejo, Rodrigo Medina son los más notables; sus empleados y cómplices superan el centenar.
9. Los incontrolables crímenes y la planificación de acciones delictivas dentro de las prisiones se repiten constantemente en todo el territorio nacional.
10. El robo de identidad y tráfico de datos personales en bancos, hospitales, escuelas, hoteles y redes telefónicas es una práctica a la luz del día.
11. Entidades que, de paraíso turístico se convirtieron en infiernos como Cancún, Acapulco, Vallarta controlados por las bandas criminales.
12. Un sistema penal inquisitivo que para pasar a uno más justo como es el acusatorio, muestra debilidades que fortalecen al victimario y hunden a la víctima. Eso ha permitido la liberación de muchos pillos confesos.
Detengamos aquí la larga lista que pudiera ser infinita. Por eso, hace un par de días, se inauguró el Sistema Nacional Anticorrupción que nace sin fiscal ni magistrados especializados. Es algo semejante a echar a andar una línea de aviones sin contar con el director general ni con los pilotos. ¿Quién, con qué calificaciones se encontrará en el México de hoy un abogado impoluto y además conocedor de la complejidad del asunto que requiere antropólogos, filósofos, legalistas, técnicos, etcétera. Tampoco están listos los 32 sistemas locales de cada estado. El sistema carece de estructura y de presupuesto para funcionar. Lo más importante por encima de todos estos obstáculos está en que el organismo tenga una independencia absoluta. Gozar de una soberanía que le permita investigar y sancionar a cualquier empresario o funcionario cualquiera que sea su rango. Incluso a la Presidencia de la República.
¿Se puede dar un organismo que tenga esos atributos y lo convierta en un ser superior en el cuerpo toral del país?
Francamente lo dudo. Montaigne (1533-1592) afirmaba que las leyes se mantienen no porque sean justas, sino porque hay piso que las sostiene”.
¿Gozamos de ese atributo?