JEANETTE LEYVA
MONEDA EN EL AIRE
Todo iba muy bien en esa intermediaria financiera, hace casi una década tenía más de cuatro mil 500 socios, era una de las más modernas que incluso puso los primeros cajeros para sus socios y sus números mostraban fortaleza, pero en 2010 le surgió la idea de convertirse en banco y ahí la historia de la Unión de Crédito Progreso empezó a cambiar.
En 2012 había iniciado ya el análisis formal para convertirse en banco, y en ese momento contaba con una participación de mercado de 4.48 por ciento como proporción de sus activos, buen nivel para la fragmentación de ese segmento, el proceso le llevó más de dos años y finalmente en marzo de 2014, obtuvo la luz verde de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para ser banco.
En esa fecha, la autoridad dio a conocer la autorización para la creación de Banco Progreso Chihuahua, institución de banca múltiple con objeto social acotado, es decir un banco de nicho.
La autorización para crear el banco venía acompañada de los requerimientos de que el Banco Progreso Chihuahua era resultante de la fusión de “Unión de Crédito Progreso”, “Akala, Sociedad Financiera Popular” y “Única Casa de Cambio con Actividad Auxiliar del Crédito”.
El querer ser banco nació justo en la época en que el otro Duarte, César, tomaba posesión en Chihuahua como gobernador, la batuta para convertirse en una institución financiera, la llevó a cabo Jaime Herrera que a la par era el secretario de Hacienda de la entidad, y que igual daba entrevistas bajo una cachucha o la otra.
Banco Progreso Chihuahua, cuya oficina matriz se ubicara en Ciudad Delicias, Chihuahua obtuvo la autorización para convertirse en banco para atender “las necesidades de los segmentos MIPYMES, industria agroalimentaria, personas físicas e instituciones financieras no bancarias, a través de la oferta de diversos productos y servicios de crédito, captación y divisas”, según lo autorizado por la CNBV.
En el inter del proceso, César Duarte vendió parte de sus acciones en la unión de crédito, pero esto no fue suficiente para que el mal estuviera hecho, “la sal” ya había caído sobre la entidad que hoy, más de tres años después, no puede iniciar operaciones, al no concretarse la fusión entre las tres entidades que lo conformaran.
Jaime Herrera, que era director de la Unión de Crédito, en su momento aseguraba que con más de 40 mil clientes y una región de productores que requieren cambios de divisas porque exportan con el banco podrían crecer más, incluso hacia Nuevo León y Tamaulipas; hoy el exdirectivo y funcionario tiene un amparo porque es asociado en el proceso que se le sigue al exgobernador Duarte.
La unión de crédito hoy sólo tiene alrededor de mil 500 socios y lo que ha crecido de 22 empleados a más de 120 en estos años, y sus socios consideran que hoy lo que tiene que hacer Progreso con esa licencia es asociarse o venderlo, tema que discuten hoy.
Las instituciones que lo integrarían operan hoy adecuadamente, la sofipo captando, la unión de crédito opera y la casa en mercado de cambios, pero el problema aseguran es que no pueden integrar un expediente bueno, “se les ha hecho bolas el engrudo”, por lo que parece el mejor camino para aprovechar esa licencia otorgada, es vender, asociarse y cambiar el nombre y tratar de dejar atrás cualquier sospecha que los asocie, al otro Duarte, por lo que difícilmente lo veremos operando como Banco Progreso Chihuahua. Por lo que la moneda está en el aire.
En el otro lado bueno de la moneda, el banco que sí se integrará próximamente al mercado mexicano y con un fuerte capital de origen coreano será KEB Hana, de él platicaremos pronto.