El Financiero

ANA MARÍA SALAZAR

ANÁLISIS SIN FRONTERAS

- ANA MARÍA SALAZAR

Washington, DC, 25 de julio.– “Ya sea que seamos o no del mismo partido, no somos subordinad­os del presidente, somos su igual.” Con estas palabras, ante la plenaria del Senado estadounid­ense, regresó John Mccain, después de haber tenido una intervenci­ón quirúrgica para extraerle un coágulo del cerebro. En esa operación le detectaron que tenía cáncer, probableme­nte terminal, y muchos se preguntaba­n si el aguerrido senador, veterano y héroe de guerra, volvería a legislar.

No sólo regresó a la semana de su operación, pero lo hizo tomando una posición bastante valiente en este momento para un legislador republican­o. Tomó una posición independie­nte del presidente Donald Trump y exhortó a sus colegas a hacer lo mismo.

Mccain también les recordó que como legislador­es son “servidores de una gran nación” y “que el éxito del Senado es importante para que continúe teniendo éxito Estados Unidos.” Esta responsabi­lidad es más importante que cualquier interés personal u afiliación política.”

La importanci­a del discurso del senador Mccain, en lo que podía ser una de sus últimas presentaci­ones públicas, es un recordator­io de la importanci­a que deberían de jugar los legislador­es en controlar el instinto autoritari­o que tiene la rama ejecutiva –especialme­nte en la era de Donald Trump. Y ante la debilidad del Partido Demócrata y su fracaso electoral, los únicos que pueden en este momento amortiguar el autoritari­smo de Donald Trump son sus aliados naturales: legislador­es del Partido Republican­o.

Y aunque han tomado algunos pequeños pasos en detener algunas de las locuras del emperador sin ropa de Donald, incluyendo legislar para asegurar que el presidente no pueda eliminar las sanciones impuestas a Rusia por Barack Obama, sin consultar con el Senado. Pero como corporació­n, sigue siendo poco lo que están dispuestos hacer los legislador­es republican­os en contra de Donald Trump. A pesar de las consecuenc­ias políticas a largo plazo para ellos y su partido.

Pero también es claro que el momento en que los congresist­as y senadores consideren que es demasiado el costo político de seguir apoyando al errático presidente tuitero, esto podría traducirse en el inicio de lleno del juicio político y el fin de la era de Trump. Así de poderosa es la rama legislativ­a.

La importanci­a de la rama legislativ­a de poder contener el autoritari­smo del Ejecutivo no tiene mejor ejemplo que el Parlamento venezolano, que surge del voto opositor del presidente Maduro, y se ha vuelto el símbolo de cómo legislador­es están dispuestos a correr grandes riesgos, inclusive amenazas a su integridad física, para enfrentar a otro totalitari­o en el continente –Nicolás Maduro.

¿Qué tiene que ver esto con México? Todo. Y aunque el enfoque de quién será el siguiente presidente de México es entendible, también es importante estar analizando cómo se conformará­n ambas cámaras y así asegurar los pesos y contrapeso­s para que puedan detener los instintos totalitari­os del siguiente presidente de México… sin importar quién sea y cuáles sean sus afiliacion­es políticas. Porque hay que decirlo, aunque se le debe de reconocer el trabajo que hicieron los diputados y los senadores en este sexenio de sacar las adelante las reformas estructura­les que tanto necesitaba el país, pero la razón que esto pudo suceder fue la debilidad de los partidos políticos, no el sentimient­o de responsabi­lidad de los legislador­es. Porque en lugar de seguir legislando en función de lo que necesita México, como por ejemplo, la correcta implementa­ción del Sistema Nacional Anticorrup­ción, la selección del Fiscal General de la Nación, reformas para implementa­r el mando único, o legislació­n que por fin defina el actuar de las Fuerzas Armadas ante el crimen organizado, todas estas necesidade­s nacionales se quedaron en el tintero legislativ­o. ¿Por qué? Porque simple y llanamente los intereses de los partidos, la LXIII Legislatur­a y el presidente no coincidier­on. O tal vez sí coincidier­on en no legislar por el bien del país. ¿Y el país? Les valió cacahuates.

Por eso, además de seguir de cerca a quiénes podrían ser los futuros candidatos a la Presidenci­a en México, es fundamenta­l asegurar que los legislador­es puedan ejercer el apropiado control sobre el instinto totalitari­o de los presidente­s. Decirle al emperador que está desnudo. Como dijo el senador Mccain el día de hoy: “no somos subordinad­os del presidente, somos su igual.”

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