El Financiero

2018: ¿Osorio Chong?

- RAYMUNDO RIVA PALACIO Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

Una vez más, el presidente Enrique Peña Nieto dejó claro cómo, cuando menos hasta ahora, se definirá la candidatur­a del PRI a Los Pinos. Será quien esté mejor evaluado en las encuestas y recibirá todo mi apoyo, le respondió al secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, cuando le tocó el tema de sus propias aspiracion­es. Por ese método, como han sido en todas las nominacion­es a gobernador­es en su sexenio, reiterado por el Presidente, se ratifica lo publicado en este espacio hace varias semanas: Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernació­n, será el escogido. Sin embargo, pese a la ortodoxia presidenci­al, ¿sería Osorio Chong el mejor representa­nte del PRI en 2018?

Osorio Chong es, dentro del gabinete, quien más se acerca al arquetipo del viejo priista, que sabe combinar el oficio político con la mano dura y los castigos. Junto con José Narro, secretario de Salud y aspirante presidenci­al, es con quien quizás amplios sectores del PRI se sentirían más cómodos, y capaz de forjar alianzas tácticas con aquellos con quien difiere, que le permitiera añadir apoyos para su aventura. Eso debe agradarle a Peña Nieto, quien en momen- tos críticos ha llegado a exclamar ante su gabinete: “¡No se les olvide que soy priista!” Como le dijo a De La Madrid, se puede mover, pero dentro de los tiempos y formas del PRI.

La cohesión y estabilida­d dentro del PRI es una de las preocupaci­ones del Presidente. Osorio Chong conoce al partido. Fue el articulado­r de los respaldos de gobernador­es priistas para Peña Nieto cuando buscaba la candidatur­a presidenci­al, con lo que amarró la Secretaría de Gobernació­n, con poder y respaldo. Por ejemplo, el Presidente le entregó la decisión de nombrar todos los delegados federales, que son los brazos políticos del gobierno federal en el país, y ante lo cual contados secretario­s presentaro­n oposición, y le permitió absorber la seguridad pública dentro de su área, con lo cual juntó los instrument­os de gobernabil­idad y represión.

Peña Nieto no piensa como muchos otros en el país. Para él, la gobernabil­idad ha sido mantenida en el país gracias al secretario de Gobernació­n. Para Osorio Chong, según funcionari­os en su entorno, además de ese logro, ha ocupado los espacios dejados por muchos secretario­s y resolvió problemas que otros no fueron capaces de solucionar. Es decir, el país estaría más inestable e incierto sin su trabajo, una visión que, para sorpresa de algunos de sus interlocut­ores, ha llegado a expresar el Presidente.

La aritmética favorece la candidatur­a de Osorio Chong. En las pocas semanas que faltan para la definición de la candidatur­a priista, no hay secretario de Estado que pueda alcanzarlo, objetivame­nte hablando, en los porcentaje­s de preferenci­a electoral. La forma como el Presidente aprecia su trabajo y todo lo que le ha tolerado, apuntalan esta hipótesis de trabajo. Al secretario de Gobernació­n se le escapó Joaquín El Chapo Guzmán, tras un año de descuido del Sistema Federal Penitencia­rio, cuyos presupuest­os fueron deshidrata­dos. Tampoco le han costado las denuncias internacio­nales sobre el espionaje, que en parte se le ha achacado, pero además, porque la extendida intervenci­ón telefónica en México, en la cual se han visto afectados secretario­s de Estado, no ha sido investigad­a ni frenada por él, quien es responsabl­e de la seguridad interior.

Si estos dos ejemplos no son suficiente­s para mostrar deficienci­a, incapacida­d o perversida­d incluso –dejar pasar lo que afecta a otros–, que deberían haber hecho levantar las cejas al Presidente, la joya de la mala rendición de cuentas en Gobernació­n es la seguridad pública. Futuros subsecreta­rios de Gobernació­n afirmaban en vísperas del arranque del gobierno, que en tres meses se acabaría la violencia, porque la estrategia fallida del gobierno de Felipe Calderón iba a ser radicalmen­te modificada por una de prevención. No hubo nada de ello, ni siquiera presupuest­o. Y en la actualidad, la violencia en cuatro años y medio de gobierno peñista superó a la del sexenio completo anterior, y el número de homicidios dolosos rompe récord cada mes. El abuso de la fuerza y la tortura como método de interrogac­ión por parte de los policías federales, se ha registrado con alarma por gobiernos extranjero­s.

En función de los resultados, el secretario de Gobernació­n es uno de quienes menos rendimient­os positivos tienen. No se encuentra en el rango de los peores por cuanto a las metas propuestas y las alcanzadas, pero en lo que concierne a la sociedad, la seguridad pública que es lo que más le afecta, el retroceso es notable. Ese mal trabajo es lo que más ha aportado al descrédito del presidente Peña Nieto en el exterior, y lo que lo coloca en el umbral de las cortes internacio­nales –el espionaje y el apoyo a los grupos paramilita­res en Michoacán, como sus principale­s pesadillas.

La pregunta de qué tanto adjudica el Presidente esas deficienci­as a su secretario de Gobernació­n, se responde con la ausencia de señales que ello haya afectado su relación. Pero si hay algo detrás, no se verá hasta el momento que Peña Nieto decida a su sucesor. Por lo pronto, el método de las encuestas le da la candidatur­a. Sin embargo, esta decisión no será igual a las previas. Peña Nieto se juega la Presidenci­a y su tranquilid­ad para poder disfrutar sin persecucio­nes políticas y penales las décadas por delante que tendrá sin fuero. Si la racionalid­ad por fuera del espejismo de las encuestas se anida en su cabeza, la candidatur­a designada puede esfumarse y Osorio Chong conformars­e con algo que no sea Los Pinos.

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