MURIÓ XIRAU “EL ETERNO JÓVEN”, COMO LE DECÍA PAZ
EL FILÓSOFO SERÁ HOY DESPEDIDO CON UN HOMENAJE EN EL COLEGIO NACIONAL.
Apartir de Inception, las películas de Christopher Nolan se han vuelto abultadas, farragosas y llenas de alegorías facilonas e inquietudes científicas, como de Stephen Hawking light. No sé si haya habido una cinta de superhéroes más dispersa que The Dark Knight Rises, hilada por coincidencias e interrumpida por más discursos rolleros que una sesión del senado. Interstellar llevó esos defectos al absurdo (a mí, por lo menos, me resultó intolerable). Nolan debe saber que, convertido en uno de los pocos directores capaces de obtener carretadas de dinero para financiar ideas originales, sus películas se han hinchado de ambición, pero también de sermones, de largas escenas explicativas y mecánicas enredadísimas. Supongo que Nolan debe estar al tanto de este brete porque Dunkirk, su más reciente, escrita y dirigida por él, es fiel a sus obsesiones –hay desdoblamientos temporales, por ejemplo– y, sin embargo, por fin se deshace de los lastres que cargaba. La acción no se detiene para darnos un sermón, una sola explicación innecesaria... Título: Los hijos terribles de la edad moderna
Autor: Peter Sloterdijk
Editorial: Siruela
Precio: No disponible Octavio Paz lo definió como “el eterno joven”, porque nunca perdió su capacidad de asombro. Fue justamente esa curiosidad nata la que llevó a Ramón Xirau —fallecido ayer en la Ciudad de México a los 93 años por causas naturales— a buscar en la filosofía la respuesta a la pregunta esencial: ¿quiénes somos?
Su inquebrantable camino de filósofo, poeta y profesor lo llevaron a descubrir que, como diría Nietszche, el hombre es un ser inacabado, asegura en entrevista su colega y ex alumna Teresa Padilla. Sólo que él no lo atribuyó a la voluntad de poder, como el pensador alemán, sino a la conexión con la divinidad.
“Xirau creía que un hombre no puede estar completo si no tiene una relación profunda con lo sagrado. La pérdida de la noción de Dios era uno de sus ejes temáticos fundamentales. Si lo divino ha perdido su debida dimensión, decía, los seres humanos difícilmente podrán encontrar paz en su civilización”, dice Padilla.
El filósofo y académico de la UNAM, Ernesto Priani, recuerda a quien fue distinguido -entre otros reconocimientos- como Caballero de las Artes y de las Letras de Francia, como un pensador en toda regla. Alejado de toda burocracia. Un pensador libre que iba al encuentro de las ideas donde quiera que éstas estuvieran: en místicos, poetas, filósofos. “Su saber era verdaderamente enciclopédico”.
Ramón Xirau Llegó a México en marzo de 1939. Años antes su familia lo envió a Marsella para protegerlo de los horrores de la Guerra Civil Española. Su padre, el filósofo catalán Joaquín Xirau Palau, jugó del lado de los republicanos. Los Xirau —escribe José de la Colina, otro exiliado español en México, en un artículo para Letras Libres en 2014— pertenecían a una estirpe grande y luminosa que celebraba la libertad. nada. Es, por largos tramos, casi una película muda. Vaya cambio.
Un grupo de soldados británicos atraviesa el pueblo de Dunkerque, en Francia, a orillas del mar. Las casitas a su alrededor, de colores pintorescos, contrastan con la desolación del lugar. Los chicos abren ventanas para fumarse lo que queda de una colilla y voltean mangueras en busca de una gota de agua. Un panfleto que recogen les avisa lo que todos en la butaca sabemos: en la playa, las tropas de Gran Bretaña están rodeadas