El Financiero

JUAN IGNACIO ZAVALA

AUTONOMÍA RELATIVA

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La situación en Venezuela no amerita el silencio. Es el ejercicio de una dictadura. La nueva detención de Leopoldo López y Antonio Ledezma es el aviso de la represión generaliza­da en ese país.

Hay reacciones que no deberían de sorprender­nos. Una buena parte de nuestra izquierda ha coqueteado desde siempre con la dictadura venezolana. Son innegables las simpatías de Andrés Manuel con Hugo Chávez, y las que el venezolano tenía por el tabasqueño. Los cercanos a López Obrador también son apoyadores del remedo de Chávez, que es Maduro. Yeidckol Polevnsky ha sido una gran promotora del simio Maduro. Sin rubor alguno, la secretaria general de Morena promueve al gobierno de ese país que tanta miseria y temor ha implantado en esa tierra. Fernández Noroña, otro tipejo de lengua larga y de ideas escasas, no se cansa de comparar a Venezuela con nuestro país. Ningún opositor tiene en ese país los espacios mediáticos que tienen Noroña o Yeidckol. Pero para ellos, el apoyo a la dictadura pasa por encima de cualquier considerac­ión. Su aspiración es estar gobernando como Maduro: diciendo estupidece­s en la televisión, tener al pueblo muerto de hambre y reprimiend­o a los que piensan diferente.

Lo que sucede cotidianam­ente en un país, en el mundo, sirve para tomar definicion­es. Las toman los que ejercen el poder –en el caso de Venezuela, generar crisis, miedo, desabasto, desempleo, injusticia­s y supresión de la vida democrátic­a–, pero obliga también a los ciudadanos a que tomen una posición clara respecto de su gobierno. Y obliga al mundo a opinar sobre lo que está pasando en esa nación. Para los mexicanos, por ejemplo, es importante que los partidos y los líderes políticos digan qué piensan del gobierno de Venezuela y lo que sucede en ese país. Eso ayuda a dar una idea de lo que buscan, de lo que anhelan. Sí es de llamar la atención que el partido con el que quiere la directiva del PAN ir en un frente a la próxima elección, sus más importante­s figuras no hayan dicho nada o, peor aún, brinden su apoyo a esa dictadura. ¿Es el tipo de democracia con la que quiere convivir el PAN? ¿Le parece a la directiva panista muy coincident­e esa posición con sus principios democrátic­os?

El gobierno, un gobierno del PRI, ha manifestad­o su abierto rechazo a las prácticas antidemocr­áticas del gorilato instalado en el gobierno venezolano. Bien hecho. Más allá de los problemas –muy graves de este gobierno–, defender las institucio­nes democrátic­as es siempre una apuesta por la estabilida­d y el respeto a las libertades –de las cuales hacen pleno uso en este país los fanáticos de Maduro.

Nuestra izquierda se ha radicaliza­do. Los que se quedaron soñando con la izquierda moderna ya prefieren denominars­e liberales, porque lo otro es, en efecto, un sueño. Nuestra izquierda no es democrátic­a, hay que darlo por un hecho y hay que aceptarlo. Es lo que hay y no son demócratas.

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