El Financiero

¡Coup d’état! O el idiota útil

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¡Coup d’état! ¡Golpe de Estado! Esta sería la reacción en cualquier otro país democrátic­o, si los funcionari­os del más alto nivel que rodean a un presidente, con la responsabi­lidad de la operación política, son generales recienteme­nte retirados.

Pero en este raro mundo donde el presidente es Donald Trump, el sorpresivo nombramien­to del exgeneral retirado John Kelly como jefe de gabinete de la Casa Blanca, la reacción no fue de crítica ni temor, sino de un suspiro universal de alivio. Tal vez este marino, con poca experienci­a política, pero mucha experienci­a en el campo de batalla pueda poner orden en la desordenad­a guerra intestina que está destrozand­o la presidenci­a de Trump.

Además de Kelly –quien estuvo por seis meses como secretario de Seguridad Interna– en la Casa Blanca se encuentra el director de Seguridad Nacional, el general retirado Herbert Raymond “H. R.” Mcmaster –quien reemplazó al controvers­ial general Mike Flynn–, y en el Departamen­to de Defensa está el recién retirado general James Norman Mattis. Con el nombramien­to de estos tres militares, Donald Trump le dio a su administra­ción credibilid­ad y un toque de experienci­a en áreas donde el actual presidente tiene poca: política exterior y seguridad nacional.

Hay que reconocer que, en el caso de Kelly, él conoce mejor el lodazal de la política, que muchos militares. Marine con cinco décadas de experienci­a, en puestos como jefe del Comando Sur, asistente principal del secretario de Defensa y del enlace legislativ­o con el Congreso. También sirvió en las campañas de Iraq y Afganistán. En la vida política, Kelly fue el enlace legislativ­o del exsecretar­io de Defensa, León Panetta –quien fue el jefe de gabinete del presidente Bill Clinton– y trabajó como asistente legislativ­o del comandante del cuerpo de marines a mediados del 2000.

¿Pero podrá imponer orden “militar” en la Casa Blanca?

Ya empezaron los problemas de control para el nuevo jefe de gabinete, ya que Ivanka Trump, hija y asesora del presidente, tuiteó horas después del nombramien­to del general Kelly: “Espero con entusiasmo servir al lado de John Kelly, trabajando para el pueblo estadounid­ense.”

¡Qué!!! Con este tuit, hablando de que van a trabajar “al lado” de John Kelly, ella desconoce públicamen­te la jerarquía que debe de tener el como jefe de gabinete. Ella en principio no debe de trabajar al lado de Kelly, sino como subalterna en la Casa Blanca. Y este es el dilema que tendrá el Marine retirado: Tendrá Kelly la autoridad que tradiciona­lmente tienen los jefes de gabinete del presidente, que es el poder controlar no sólo la agenda política –los temas que le llegan al presidente, sino también la agenda de cómo usa su tiempo a diario el presidente.

También se percibe que las decisiones que haría Kelly estarían dentro del ámbito “del código de honor militar”. Tienen un código de honor. ¿Kelly estaría dispuesto a arriesgar 50 años de reputación militar por seguir órdenes ilegales del presidente?

La ironía del nombramien­to de Kelly en este momento de crisis del presidente Trump es que la última vez que se nombró a un militar en este puesto fue hace 40 años, cuando el general Alexander Meigs “Al” Haig Jr. fue jefe de gabinete de otro presidente que fue investigad­o y tuvo que renunciar: Richard Nixon. Está documentad­o que, ante las investigac­iones por el escándalo de Watergate, y que la Corte ordenó al presidente que entregara las grabacione­s en la Casa Blanca, el presidente Nixon le pidió a Haig destruir las grabacione­s. Éste se rehusó. Nixon le tuvo que pedir a su valet, Manolo Sánchez, que lo hiciera. Y el resto es historia.

Y ante las revelacion­es de esta semana que el mismo Donald Trump fue el que redactó la narrativa – que es una mentira– para explicar porqué Donald Jr. se reunió con varios representa­ntes de intereses rusos, Kelly segurament­e está atento. Porque en un descuido le puede pedir Trump que haga algo ilegal, o por lo menos le pedirá que mienta.

Mas allá del problema legal del presidente, se ha especulado que el nombramien­to de Kelly está más vinculado con el interés de despedir o nombrar en otro puesto al procurador Jeff Sessions y así poder nombrar un procurador que despida al fiscal especial, Robert Muller, que está investigan­do a Trump.

Está por verse si Kelly es el que, por fin, pone orden al desorden en la Casa Blanca, o será el idiota útil. O tal vez será el funcionari­o que enfrente y termine la presidenci­a de Trump.

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