El Financiero

El mitómano Trump

- RAYMUNDO RIVA PALACIO Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

LOS ANGELES.— El Día Uno de una nueva Casa Blanca, bajo la mano dura del general John Kelly, comenzó como ha estado el gobierno de Donald Trump: sumergida en un caos. El presidente negó en la mañana que existiera tal caos, pero para limpiar de obstáculos la llegada de Kelly, despidió, a menos de 10 días en el cargo, a Anthony Scaramucci, su alter ego, director de Comunicaci­ones de la Casa Blanca, después de haber provocado la salida del vocero, Sean Spicer, y del jefe de gabinete, Reince Priebus, a quien relevó Kelly. La idea era restablece­r la línea de mando en el Ala Oeste de la Casa Blanca, donde se encuentra la Oficina Oval, donde su trabajo incluirá disciplina­r la lengua del propio Trump. La llegada de Kelly fueron buenas noticias para México; el desorden mental de su jefe sigue siendo un problema estratégic­o.

El presidente Trump inició sus actividade­s con la toma de protesta del general Kelly como jefe de gabinete de la Casa Blanca, que es el equivalent­e a lo que fue en algún momento del pasado la Secretaría de Gobernació­n, responsabl­e de la política interna –no la policía– y de tener la relación

con todos los actores políticos del país. De lengua incontenib­le, al alabar Trump el trabajo de Kelly al frente de la Secretaría de Seguridad Interna, y ensalzar su trabajo en la inmigració­n, dijo que el presidente Enrique Peña Nieto le había llamado para elogiarlo. “Me dijo que muy poca gente está entrando por su frontera sur porque saben que no van a pasar nuestra frontera”, dijo Trump, de acuerdo con un despacho del periódico conservado­r The Washington Times.

La Secretaría de Relaciones Exteriores negó que eso hubiera sucedido. No han hablado por teléfono durante un largo tiempo y la última vez que tocaron el tema de la migración, agregó, fue durante la reunión bilateral en Hamburgo, en el marco de la cumbre del G-20. Peña Nieto no pudo haber dicho eso. La inmigració­n centroamer­icana no se ha frenado, pero un creciente número de indocument­ados se quedan en México sin intentar cruzar Estados Unidos. Esto no es un fenómeno nuevo, sino empezó en la parte final del gobierno de Barack Obama. La afirmación de Trump, hay que recordarlo una vez más, se da en su mundo, como muchas otras cosas que pasan por su cabeza, y toman forma de posicionam­iento en sus discursos o en su cuenta de Twitter.

Lo que pasa todos los días en la Casa Blanca hace que cualquier relación con Trump sea un viaje a lo desconocid­o. Mentiroso e impredecib­le, como la declaració­n de este lunes frente a Kelly, cuya designació­n como jefe de gabinete de la Casa Blanca debería de haber sido una muy buena noticia para el gobierno del presidente Peña Nieto. Pero no está claro si así será. En la Casa Blanca, Kelly estará atendiendo todos los temas del gobierno de Estados Unidos y articuland­o la política estadounid­ense. Su salida de Seguridad Interna, más allá de que deje al mando a una persona de su confianza, es una pérdida para México. Kelly tenía una relación personal de tiempo atrás con los secretario­s de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, y de Marina, el almirante Vidal Soberón, y durante este año había desarrolla­do buena empatía con el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.

Posiblemen­te Kelly era el secretario de Trump que mejor conoce México, y aunque aparenteme­nte se ganó un alfil en la Casa Blanca, se perdió el mejor enlace, informado y sensible de lo estratégic­o de la relación bilateral, que tenía el gobierno del presidente Peña Nieto. Habrá quien alegue en México que, en la Casa Blanca, Kelly sumará al bando de los aliados, al encontrars­e en el Ala Oeste con Jared Kushner, uno de los principale­s –si no el más– asesores de Trump, además de su yerno, que tiene bajo su cargo la coordinaci­ón de la relación bila- teral con el gobierno mexicano. Lo que hay que tomar en cuenta ahora es que Kelly y Kushner se encaminan a un encontrona­zo. Un despacho de The New York

Times dijo que Ivanka Trump, la influyente hija del presidente, y su esposo Kushner, fueron quienes impulsaron a Scaramucci a la jefatura del gabinete, para deshacerse de Priebus y hacer una purga de quienes filtraban informació­n a la prensa, y querían en el cargo que recayó en Kelly a Dina Powell, subdirecto­ra del Consejo Nacional de Seguridad. Kelly no estaba en su radar, ni tampoco les gustará su forma de establecer un orden militar en la Casa Blanca, donde ellos están acostumbra­dos a hacer prácticame­nte lo que quieren. Ambos, señaló un editorial Los

Angeles Times, para resaltar la posibilida­d de un corto circuito, “tienen el oído del presidente de una forma como Kelly no lo tendrá”.

La dinámica de lo que suceda en la Casa Blanca tendrá repercusio­nes directas en México. Inesperada­s, porque la relación parecía estar en una fase de normalidad. La fragilidad volvió esta semana con un reacomodo que anticipa tormentas entre las dos personas más cercanas a los mexicanos. La incertidum­bre por lo que suceda en las semanas siguientes es ancha, por las caracterís­ticas mitómanas de Trump y la tensión en el Ala Oeste. ¿Podrá Kelly controlarl­o? ¿Sobrevivir­á la lucha interna con Kushner? Las interrogan­tes son tantas en este momento, que lo único que podrá hacer el gobierno mexicano es esperar a que se acomoden las fuerzas en la Casa Blanca y cuidar de no ser una daño colateral de esa batalla que viene.

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