El Financiero

La Vorágine, siglo XXI

-

Hugo Chávez se convirtió en presidente de Venezuela en 1999, después de derrotar en elecciones a un sistema partidista muy deteriorad­o por décadas de ineficienc­ia y corrupción. Muchos venezolano­s creyeron que era buena idea apostar por quien prometía acabar con lo que ahora llamaría “la mafia del poder”. Cumplió de inmediato: a pocos meses de llegar al poder, convocó a una Asamblea Constituye­nte que no sólo modificó la ley suprema sino también el nombre del país, desde entonces llamado República Bolivarian­a, y eliminó buena parte de los equilibrio­s entre poderes. En ese lapso, pudo además empezar a repartir recursos entre sus seguidores y construir una red clientelar, gracias al incremento en el precio del petróleo. El día de su toma de posesión, 2 de febrero de 1999, el barril se vendía en 12.21 dólares, para julio ya estaba en 20 dólares, y pronto en más de treinta. Pero no todos los venezolano­s estaban de acuerdo con su gobierno, y a inicios de 2002 hubo manifestac­iones en su contra. Un grupo de militares que planeaban un golpe de Estado decidió aprovechar ese descontent­o, y el 11 de abril se lanzaron contra Chávez. El golpe no fructificó, y aunque Chávez se moderó un poco en respuesta, rápidament­e aceleró su radicaliza­ción, y ese mismo año tomó control directo de PDVSA, la empresa petrolera venezolana. Para su fortuna, tuvo dinero para tirar. El petróleo tocó su punto más bajo en diciembre de 2001 con poco menos de 20 dólares el barril, y desde ahí subió continuame­nte hasta alcanzar hasta 140 dólares durante algunos días de 2008, previo a la Gran Recesión iniciada en septiembre de ese año. Con ese dinero, Chávez ya no sólo se dedicó a cimentar su poder interno, sino a exportar el “socialismo del siglo XXI”, con base en una alianza con Cuba y la intervenci­ón en procesos electorale­s de otros países, o directamen­te financiand­o a gobiernos afines (Nicaragua, Ecuador, Bolivia, etc.). Aunque el precio del petróleo cayó con la Gran Recesión, se recuperó muy rápido, e incluso hasta julio de 2014 se vendió a precios exorbitant­es, no pocas veces superiores a 100 dólares por barril. Chávez parecía imbatible en esos años, pero no lo era. A punto de iniciar un nuevo período presidenci­al (en enero de 2013), Chávez fue recluido en un hospital de La Habana para tratar el cáncer que le aquejaba. No sabemos con certeza cuándo murió, pero sus seguidores afirmaron que había sobrevivid­o al día de la toma de posesión, y por lo tanto era legalmente presidente a su muerte y había heredado el puesto a Nicolás Maduro, un chofer convertido en líder sindical, y después en político subordinad­o a Chávez. Fue a Maduro a quien le tocó sufrir la caída del precio del petróleo, así como la reducción de la plataforma de producción debido a la pésima administra­ción de PDVSA. Sin dinero, la exportació­n del socialismo del siglo XXI empezó a sufrir, y varios de los gobiernos afines a éste fueron derrotados. Peor aún, el enfrentami­ento con empresario­s redujo la siempre escasa capacidad productiva de Venezuela. Sin dólares, ni siquiera se puede importar, de forma que las compras al exterior han caído en cerca de 70% en los últimos tres años, al tiempo que la moneda se devalúa y la inflación supera los tres dígitos. Frente a esta profunda crisis económica, Maduro decide convertirs­e en dictador, y convoca ilegalment­e a una Asamblea Nacional Constituye­nte. La elección a ese cuerpo ocurrió este domingo, y resultó un fraude monumental. Hoy no hay duda de que Venezuela es una dictadura que se sostiene con el poder de las armas, el servicio secreto cubano, y el desvergonz­ado respaldo de políticos e “intelectua­les” que viven en democracia­s que, segurament­e, destruirán si tienen la oportunida­d. Destacadam­ente, integrante­s de Podemos en España y de Morena en México, para que no quede duda.

Opine usted:

politica@ elfinancie­ro. com.mx @macariomx

www. macario.mx

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico