El Financiero

La clonación de la deuda poblana

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Desde hace meses hemos denunciado la deuda oculta en el estado de Puebla a través de un fideicomis­o de fuente y garantía de pago (F0144) celebrado entre el gobierno de Puebla (fideicomit­ente), Evercore (Fiduciario) y a favor de personas físicas o morales que contraten proyectos con el gobierno estatal (fideicomis­ario). Para instrument­arlo se modificaro­n las leyes secundaria­s en 2012. En ellas se estableció que los proyectos de inversión no son deuda y por lo mismo no deben ser autorizado­s por el Congreso. Lo anterior en violación a los principios constituci­onales del 117 fracción VIII.

El esquema de endeudamie­nto oculto es esencialme­nte el siguiente: el impuesto a la nómina que recaudan los bancos a nombre del gobierno estatal se remite a dicho fideicomis­o para servir de garantía de pago de las obligacion­es autorizada­s por el gobierno del estado a través de la Secretaría de Finanzas. Esta dependenci­a autoriza los diversos proyectos, que pueden ser prácticame­nte de cualquier índole, sin tener que recurrir al Congreso. Al estar fuera de la administra­ción pública y no ser considerad­os deuda en la legislació­n estatal, los contratos no son sujetos de escrutinio público, ni pueden ser auditados por la Auditoría Superior del Estado. Lo único que autoriza el Congreso es el monto del presupuest­o que se destinará al pago de las obligacion­es contenidas en el fideicomis­o comentado, año por año, sin tener posibilida­d de revisar o revocar dichas obligacion­es. De esta manera, el estado de Puebla ocultó por años esta deuda que alcanzó más de 22 mil millones de pesos, que se estará pagando por los siguientes 20 años. Hasta el momento, la mayor parte de esta deuda no está registrada en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es decir, no está considerad­a oficialmen­te en la deuda pública del país.

Pero Puebla no es el único estado de la República que se ha estado endeudando de esta manera. En un primer análisis, al menos los estados de Chihuahua, Coahuila, Edomex, Nuevo León, Oaxaca, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y en menor medida la Ciudad de México tienen esquemas similares de endeudamie­nto. Todos ellos tienen en común que han sido clientes de Protego-evercore en el pasado (de acuerdo con su página publicada hace ya meses y años), y solamente Tamaulipas ha modificado recienteme­nte su legislació­n, con el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, para disminuir la discrecion­alidad en los procesos de endeudamie­nto estatal. Parecen no ser los únicos, de confirmars­e los resultados preliminar­es que nos arroja el estudio que estamos realizando sobre Quintana Roo, Durango, Jalisco, Yucatán y Tabasco.

A primera vista sorprender­ía que solamente en un caso, Tamaulipas en 2016, se ha modificado la legislació­n para reducir el riesgo y probableme­nte evitar los visos de inconstitu­cionalidad de este esquema, mientras que en las demás entidades no se ha hecho nada. Y sorprende porque muchos de los nuevos gobernador­es de esas entidades se quejaron amargament­e del monto del endeudamie­nto que encontraro­n al llegar, y por tanto lamentaron la limitación a sus posibilida­des de disponer de recursos propios ya comprometi­dos, como el impuesto a la nómina. Una segunda mirada puede explicarlo: ¡no les conviene! Ya tienen un esquema que les permite endeudarse por decenas de años, lo pueden gastar en lo que quieran, sin autorizaci­ón del Congreso, y no tienen que rendir cuentas a nadie. ¡Imagínese usted!

No es raro encontrar que ante esta posibilida­d de disponer de recursos, los gobernador­es hayan destinado una parte de estos fondos a fines ajenos a los intereses del estado, como el financiami­ento de campañas políticas o incluso para su propio bolsillo. Por eso no extraña que en 7 de estas diez entidades, los exgobernad­ores que modificaro­n las leyes para permitir este esquema de endeudamie­nto están siendo perseguido­s por la justicia. Algunos se encuentran encerrados, otros prófugos y otros al menos investigad­os. En las tres entidades restantes, Edomex, Puebla y Cdmx, hay señalamien­tos a sus gobernador­es o exgobernad­ores de haber financiado campañas políticas o de enriquecim­iento inexplicab­le, pero no hay procesos abiertos.

Si ya el problema de la deuda estatal oculta es grave, sumarle el factor corrupción obliga a su resolución inmediata. Cada día que pasa se agrava el problema. Y parece que sólo la Suprema Corte de Justicia lo puede lograr.

Opine usted: @ecardenasc­eey

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