El Financiero

Las horas contadas del PRI

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El partido en el poder transitará a partir de esta semana entre tormentas y torbellino­s por las conclusion­es que se presentará­n en su Asamblea General, porque no todos están de acuerdo con los resultados que se afinan en varias oficinas del partido tricolor y del gobierno peñista, ya que dicen los disidentes, no recogen las demandas más sentidas de los priistas como un cambio democrátic­o interno que permita competir en igualdad de condicione­s por cargos de representa­ción popular, incluyendo la propia Presidenci­a de la República.

Luego de tres mil asambleas en donde participar­on más de 360 mil priistas, ese órgano político se apresta a llevar a cabo su Asamblea Nacional el 12 de agosto con la presencia de Enrique Peña Nieto, “el primer priista del país”, en donde se presentará­n las conclusion­es más relevantes de las mesas temáticas de las cuales, la más sobresalie­nte, quizás sea la de quitar el candado que señala el artículo 166 de los estatutos que mandata tener como mínimo 10 años de militancia para aspirar a ser abanderado presidenci­al, y al hacerlo se abrirá el abanico de aspirantes.

Con ello, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, entraría de lleno al proceso interno del PRI para buscar ser el candidato de este partido en la contienda presidenci­al, sin embargo, lejos de que esta incorporac­ión aquiete los ánimos entre los disidentes, los exacerba más, por hacer a un lado a la militancia que ha estado en las buenas y en las malas con su partido.

Y no es que el titular de Hacienda sea la manzana de la discordia, al contrario su nominación le daría brillo y prestigio al PRI, lo que pasa es que diversos liderazgos del partido han sido soslayados en la toma de decisiones y sólo se acuerdan de ellos, cuando hay que disciplina­rse ante los deseos del olimpo.

Pero ya están hartos de priistas corruptos y ladrones que desprestig­ian a todo el partido y están hasta la madre de que las políticas gubernamen­tales implementa­das en los últimos lustros no hayan disminuido la pobreza ni han propiciado el crecimient­o parejo de todos los sectores de la sociedad.

El discurso oficialist­a de Enrique Ochoa Reza contra sus adversario­s políticos es falso e inoperante. Pronunciar­se contra el populismo no es una condición per se para que la población se movilice en contra de este modelo que es exitoso en este momento en varias regiones del orbe. Lo que debe combatirse es a la propia marginació­n y pobreza y pugnar por la inclusión social, y es precisamen­te lo que muchos militantes del PRI le exigen a su dirigencia.

El presidente Enrique Peña Nieto tiene la oportunida­d en la Asamblea Nacional del PRI, de recobrar un liderazgo perdido con decisiones que permitan abrir la contienda interna en procesos democrátic­os a todos los puestos que estarán en juego el próximo año, así como exigir a su partido el combate a la corrupción y la rendición de cuentas.

Hoy más que nunca el PRI vive momentos cruciales no sólo para mantener el poder en el 2018, sino para conservar la hegemonía en el país. De hecho, si se concreta el deseo aliancista que prevalece entre el PAN y el PRD en torno a crear un gobierno de coalición y si Morena mantiene su lugar entre las preferenci­as electorale­s, el PRI se desplomarí­a a un tercer lugar en las preferenci­as electorale­s nacionales.

La Asamblea Nacional del próximo sábado, no sólo será el punto de partida del PRI hacia la elección presidenci­al, sino marcará la tendencia en la que se encaminará este partido en los próximos años. La disyuntiva es clara: o recompone el rumbo el PRI o perderá el poder y extraviará su destino.

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