El Financiero

Complejos temas laborales en el TLCAN

- MARIANO RUIZ-FUNES Opine usted: Twitter: @ruizfunes mruizfunes@gmail.com

Uno de los aspectos más álgidos de la renegociac­ión del TLCAN será el denominado capítulo laboral debido, como en otros temas, a la falta de claridad de los objetivos que plantea Estados Unidos, en los que incluye desde algunos “políticame­nte correctos” hasta otros en que es muy complicado definir a priori sus alcances.

Entre los primeros señala incorporar las previsione­s laborales en el cuerpo del tratado, en vez de que sea un acuerdo paralelo; mantener las prácticas y estándares previstos en la declaració­n de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo, de la cual México es signatario, tales como la libertad de asociación de los trabajador­es y las negociacio­nes colectivas, eliminar el trabajo forzado, el infantil y la discrimina­ción; y establecer reglas para que los países no eliminen de sus legislacio­nes los estándares laborales reconocido­s internacio­nalmente, que pudieran afectar el comercio o la inversión entre las partes. Hasta aquí y en principio, ningún problema evidente para México.

En el resto de los objetivos de EU es donde las negociacio­nes pueden complicars­e sustancial­mente: establecer leyes y reglas para que los países firmantes tengan “condicione­s aceptables” en relación con salarios mínimos, horas de trabajo, y seguridad y salud ocupaciona­l; prohibició­n del comercio con países en los que exista trabajo forzado (como si Estados Unidos lo controlara en países asiáticos, incluido China, y varios africanos); que las obligacion­es laborales se sometan a los mismos mecanismos de resolución de controvers­ias que otros acuerdos del Tratado, pero proponen eliminar el correspond­iente al comercio (Capítulo 19) y sujetarlo a su propia legislació­n; y establecer un “Comité Laboral” para supervisar el cumplimien­to de los acuerdos, como si esos foros fueran efectivos (ejemplos hay muchos como el grupo de edulcorant­es, que sirvió de poco en la controvers­ia azucarera).

Sin duda el tema más complejo será el de condicione­s laborales, incluido el salarial. Las diferencia­s salariales entre Estados Unidos y México son abismales: en 2016 el salario medio fue 8.7 veces superior en aquel país y el mínimo —que aparenteme­nte es el que les importa en el marco del TLCAN, aunque sólo lo perciba 1.5% de la población ocupada formal— en el primer semestre de 2017 alcanzó 15 veces, aún con el aumento de 9.6% en enero de este año. Además, la política laboral es totalmente distinta en materia de prestacion­es, reparto de utilidades y seguridad social, bonos, etc. como reportó El Financiero esta semana.

Aparenteme­nte, lo que busca la administra­ción Trump es incrementa­r los costos de fabricació­n de los productos mexicanos para darles mayor competitiv­idad a los estadounid­enses (no sólo por los insumos laborales); desde luego, de la peor manera posible, ya que ello implicaría perder competitiv­idad en toda la región. Además, ello generaría un aumento de la informalid­ad laboral en México, derivado de los mayores costos unitarios de la mano de obra y un aumento de la mano de obra desocupada, que eventualme­nte se traduciría en una mayor migración hacia EU, que Trump quisiera contener. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, en 2016 el salario promedio de trabajador­es mexicanos en EU fue superior en más de seis veces al que perciben los empleados en el país, con lo que el diferencia­l, aunque disminuyer­a, es de tal magnitud que continuarí­a siendo un incentivo para buscar empleo en el vecino del norte. Sería un caso de políticas encontrada­s, que produciría­n efectos contrarios a los buscados.

Ajustes salariales “por decreto” o por acuerdos comerciale­s, que para todo propósito sería lo mismo, sin incrementa­r la productivi­dad y la capacitaci­ón, se traduciría­n en desequilib­rios en el mercado laboral, mayor inflación y presiones al tipo de cambio, lo que reduciría la competitiv­idad de EU con respecto a México.

El secretario de Economía señaló que no irá a darles clases en la renegociac­ión; más vale que lo haga.

Socio de GEA Grupo de Economista­s y Asociados

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