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Cráter Invertido
PATRICIA MARTÍN Cráter Invertido existe desde 2010, cuando se constituyó como un colectivo que se formó con estudiantes de la escuela de arte La Esmeralda que se juntaba para realizar acciones. El grupo se afianzó y se volvió particularmente activo en 2012 con motivo de las marchas de protesta, y fue en ese momento, con la desilusión política a cuestas, que decidieron que necesitaban un espacio para operar mejor. Encontraron un lugar en la colonia Obrera, en la capital, y construyeron 60 cajas de múltiples que vendieron para poder costearlo. Así nació este proyecto que se estableció como una cooperativa.
Para el nombre se inspiraron en el título de la canción de Tom Ze, Orgasmo invertido, para encontrar la imagen del volcán al revés, tan significativa para los habitantes de esta ciudad siempre a punto de colapsar.
La colonia Obrera es el epicentro de los impresores, y ahí encontraron mucho interés por parte de ese gremio, y de artistas, estudiantes y dibujantes, y empezaron a organizar mesas de dibujo donde utilizaban un papel de algodón de cinco metros sobre el cual pintaban con tinta, para frenar la velocidad de producción mientras hablaban y se conocían.
El diálogo, la comunicación entre artistas es esencial para intercambiar ideas, concebir proyectos, hacer alianzas, y estas reuniones, que llamaron “seminario imaginario” se volvieron semanales. Ahí conocieron a otros colectivos qua hacían comics, narrativa gráfica, ediciones independientes, programación y música electrónica, con los que empezaron a compartir ideas y espacio, y se volvieron una especie de plataforma curatorial en donde surgieron fanzines, conciertos, talleres de impresión y exposiciones que duraban una semana.
La idea comunitaria ha sido fundamental para este proyecto, y dese entonces, todos los lunes organizaron una asamblea en la que se decidiría, en conjunto, la continuidad del proyecto, que rápidamente se enfrentó al principal problema de los espacios independientes: el financiamiento y la autogestión.
Poco después fueron invitados por la Casa del Lago a realizar un proyecto y con el fondo de producción que recibieron, compraron una máquina de impresión, que les permitió generar algunos fondos, que seguían siendo insuficientes.
Este tipo de espacio necesita unos 25 mil pesos mensuales para poder operar, incluyendo la renta. Justo cuando pensaron que iban a tener que cerrar el espacio obtuvieron, en 2014, recursos de una fondeadora holandesa y la lotería de ese país. Esa beca es de cinco años, lo que les dio un respiro, pero los obligó también a asentarse como grupo y planear el rumbo del proyecto. Se dieron cuenta que, con la interacción con otros grupos, descuidaron el proyecto artístico, así que se mudaron a una casa en la Colonia San Rafael con varios cuartos, donde cada grupo podría tener su espacio y organizar talleres; actualmente realizan un taller de radio, uno de impresión, que derivó en un colectivo de editores independientes, y uno de alimentación que hacen en conjunto con chinampas en Xochimilco. Paradójicamente, esta democratización de los procesos creativos los ha mantenido un poco alejados de la escena local, y han trabajado más en el extranjero; en el 2015 fueron invitados a la Bienal de Venecia a presentar uno de sus dibujos colaborativos.
Parte de mi trabajo como curadora ha sido generar públicos, idear programas para atraer personas que a priori no visitan exhibiciones de arte, y estos se dan a partir de las estrategias de difusión. Cráter Invertido ha mantenido un perfil bajo, privilegiando el aspecto comunitario de su organización y, de alguna forma, el acceso a las exposiciones, a los fanzines, a los talleres. Puede parecer un tanto difícil para los que no conocen a sus miembros o a alguien que los conozca.
Surgen dudas muy pertinentes, sobre si Cráter Invertido debe convertirse en un espacio más establecido y tal vez perder el sentido de comunidad. “La comunicación ha sido un problema y un beneficio para nosotros. Siempre hay que hacer ajustes entre la utopía, la autogestión y el desgaste, pero el lugar es como un proceso vivo que tiene que articularse un poco solo”.
Cráter Invertido, Joaquín García Icazbalceta 32-b, Colonia San Rafael. www.craterinvertido.org