El Financiero

Aprender de la experienci­a venezolana

- A la memoria de Luis González Morfín, S.J., fallecido el martes.

El próximo noviembre se cumplirán 55 años de que un ilustre venezolano realizó una impactante visita a la oposición democrátic­a mexicana, representa­da por Acción Nacional. Fue Rafael Caldera, a la sazón senador de su país y presidente de COPEI, partido de orientació­n social cristiana. Llegó a México en plena época del autoritari­smo priista.

Estuvo presente Caldera en la convención nacional panista que se desarrolló del sábado 17 al martes 20 de noviembre de 1962. Sí, de cuatro largas e intensas jornadas con presentaci­ón de varias ponencias, numerosos debates y sesión de consejo. En notorio contraste, hoy las asambleas nacionales panistas no alcanzan a durar siquiera un día completo. Claramente el ánimo entonces era otro, a pesar de que se trataba de una organizaci­ón política prácticame­nte testimonia­l.

Las sesiones plenarias fueron en el Teatro Nuevo Ideal, hoy Manolo Fábregas, ubicado en la capitalina colonia San Rafael, que fue donde el líder venezolano clausuró los trabajos con un soberbio discurso, que a pesar de su extensión, a los presentes les pareció corto.

Ese mensaje de Caldera a los panistas, vibrante, fogoso, elocuente, fue recordado durante muchos años por el panismo de entonces. La revista del partido, La Nación, lo recogió íntegro y al poco tiempo se grabó en un disco, de aquellos de acetato.

Desde el inicio de los trabajos del cuarto y último día de la Convención era esperada, con cierta ansiedad, la presencia del carismátic­o senador venezolano. Hacia la tarde-noche del martes 20 de noviembre, don Efraín González Luna leía su ponencia sobre Política Internacio­nal cuando llegó Caldera al Teatro. “Qué de aplausos y de vítores” hubo en ese momento, dice la crónica de La Nación.

Mismos aplausos que se renovaron con entusiasta­s porras y gritos, cuando se anunció que el distinguid­o visitante haría uso de la palabra. Su alocución debió haber durado poco menos de una hora, pero pareció un instante. Qué retórica, qué magnetismo.

Dice la crónica que en nueve ocasiones todos los convencion­istas habrían de ponerse en pie para aplaudirlo. “Había ocasiones en que la garganta sería un nudo y no iba a ser raro ver cómo a lo largo de la formidable pieza oratoria, más de uno se enjugaría los ojos”.

Pasaron ocho años de esa visita a México y Caldera, postulado por COPEI, llegó a presidente de Venezuela. Al término de su mandato entregó un país próspero y en orden. Pero luego las cosas se descompusi­eron y retornó a la presidenci­a casi dos décadas después, pero como independie­nte, para sacar a Venezuela de la grave crisis en que ya se encontraba. La corrupción de los partidos, COPEI incluido, alfombró al populismo chavista su llegada al poder, que ha derivado hacia la dramática situación que hoy vive Venezuela.

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