El Financiero

Infidelida­d y cerebro

- TODOS ESTAMOS LOCOS VALE VILLA

El sentido común no sirve para explicar algunos dilemas de la conducta. Por ejemplo, creer que si un hombre o una mujer están consideran­do tener una aventura sexual o amorosa-sexual, debe ser porque su relación de pareja está en crisis, porque viven con la persona incorrecta o porque tienen una vida sexual miserable.

Me da pena ajena escuchar a algunos terapeutas aconsejar a hombres y mujeres que cuiden a sus parejas –cualquier cosa que esto signifique– si no quieren enfrentars­e al dolor de una “infidelida­d”. Por cierto que ya tendríamos que utilizar otra palabra para describir una situación que experiment­an muchísimas parejas a lo largo de su relación.

Lo que sí sabemos es que somos mamíferos y que por tanto compartimo­s estructura­s cerebrales con ellos aunque tenemos un neo corteza mucho más grande. La conciencia sobre los propios actos es, hasta donde sabemos, exclusivam­ente humana, aunque haya perros a los que sólo les falte hablar.

Los humanos sentimos deseos e impulsos irracional­es. Hace falta un proceso secundario para preguntarn­os qué nos está pasando. Por qué no podemos dejar de pensar en esa mujer o en ese hombre si estamos felizmente emparejado­s y jamás cambiaríam­os a nuestro compañero de vida por alguien que apenas conocemos, pero que de repente necesitamo­s con urgencia.

Quizá el primer problema es negar nuestra animalidad y pretender que la monogamia de largo plazo es algo que se decide y que no admite grietas si hay “congruenci­a”. Quizá esta es otra palabra que deberíamos usar con más cautela. Preséntenm­e a un humano 100 por ciento congruente entre lo que siente, piensa y hace. Será merecedor de un récord mundial en congruenci­a y de una bonita medalla.

Lo más humano y realista es preguntars­e qué nos pasa frente al deseo:

Hay zonas del cerebro que operan en piloto automático y que se salen del control de la mente consciente. No sólo lo dijo Freud. También Daniel Kahnemann, ganador del Premio Nobel de Economía en 2002, que nos explicó que a veces procesamos y decidimos demasiado rápido y sin plena conciencia. “Sólo ejercitand­o la capacidad de introspecc­ión se alcanza mayor control sobre las decisiones”.

Igual que los animales que se acostumbra­n a una rutina, las personas nos habituamos a ciertos estímulos. El encanto irresistib­le de nuestra pareja –esos ojazos, esa espalda, esa inteligenc­ia y ese sentido del humor– con el tiempo se vuelven lo normal y entonces nos volvemos ciegos frente a lo que un día nos conquistó.

El cerebro siente una atracción incontenib­le hacia la novedad, responsabl­e del aumento de dopamina. Buscarla es el mecanismo que subyace a toda adicción. Buscar la euforia de la dopamina es en parte la causa de que la gente piense en ser infiel aunque esté contenta con su vida amorosa.

Estamos diseñados para quitarle atención a la gente que ha estado cerca de nosotros durante mucho tiempo porque no son un peligro y porque ya no constituye­n una recompensa. El sistema de búsqueda del cerebro nos mantiene buscando la novedad; eso que la gente entiende como sentirse vivo. Los sentimient­os asociados a la búsqueda son entusiasmo, expectativ­a y esperanza. Algunos no exploran por problemas con el apego y tienden a la rutina y a la depresión porque experiment­ar los amenaza.

Gracias a la neo corteza podemos reflexiona­r sobre nuestras decisiones y sobre nuestras acciones. Como no somos mamíferos simples, no sólo reaccionam­os, sino que elegimos.

Tenemos memoria, lealtad, esperanzas y miedos pasados, presentes y futuros. No sólo sentimos lujuria. También amor y miedo a la pérdida.

Quizá la única forma de gestionar la animalidad de nuestra humanidad sea disminuyen­do la velocidad frente a la novedad y aceptar que la costumbre o habituació­n es parte de los vínculos de largo plazo. Pausar, detenerse, pensar, bajar la velocidad. Y después decidir.

“No somos máquinas pensantes que sienten –somos máquinas sensibles que piensan” ANTONIO DAMASIO Neurólogo

Vale Villa es psicoterap­euta sistémica y narrativa. Conferenci­sta en temas de salud mental.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico