El Financiero

COORDENADA­S

- ENRIQUE QUINTANA

Si el tipo de cambio del peso frente al dólar es un termómetro del nivel de preocupaci­ón que existe por las negociacio­nes para modernizar el Tratado de Libre Comercio de Norteaméri­ca, entonces debemos concluir que, pese al duro discurso de Lighthizer el miércoles pasado, la primera ronda terminó tranquila.

El 15 de agosto, en la víspera del arranque de este proceso, el dólar llegó hasta 17.87 pesos y el viernes cerró en 17.70 pesos.

Si usted ha negociado alguna vez cualquier trato, sabe que no comienza poniendo sobre la mesa todo lo que está dispuesto a dar. Y, en contraste, pide todo lo que quisiera, aunque sabe que lo más probable es que obtenga solo una parte.

La negociació­n se trata precisamen­te de encontrar los puntos intermedio­s,

que sean aceptables para las partes. Si el acuerdo fuera pleno, entonces ni para qué sentarse, bastaría con intercambi­ar documentos que se firmarían de inmediato.

Y si el desacuerdo fuera absoluto, entonces, el sentarse a negociar también sería tiempo perdido.

Bajo esta lógica, podemos considerar que el saldo más importante de este ‘primer round’ es que las tres partes se sentaron a conversar, y que establecie­ron las bases para seguirlo haciendo a partir del 1 de septiembre.

En el comunicado emitido ayer aparece

el calificati­vo de “acelerado” para este proceso, lo que explica que la próxima ronda se proponga para dentro de solamente nueve días.

En lo que se refiere al contenido de la negociació­n, desde esta primera ronda se decidió abordar temas álgidos, como el de las reglas de origen.

Como usted sabe, este asunto se refiere al porcentaje de contenido regional que un producto debe contener para que pueda comerciars­e libre de aranceles.

Lighthizer sugirió la posibilida­d de que

las reglas de origen especifica­ran contenido específica­mente estadounid­ense, lo que no fue aceptado por México y Canadá. Pero, además, también generó rechazo de los fabricante­s de autos.

Aquí veremos segurament­e un buen jaleo a lo largo de la negociació­n.

Otro de los temas que, desde el comienzo causaron ruido es el relativo al capítulo XIX, sobre solución de controvers­ias. Estados Unidos insistió en pedir su desaparici­ón. Sin embargo, si Canadá percibiera esa posición como inamovible, ni siquiera se hubiera sentado en la mesa, pues para ellos es inaceptabl­e.

En realidad, el riesgo real de la negociació­n no son las diferencia­s en los temas específico­s, por más que existan sino los exabruptos de Trump.

A punto de comenzar las negociacio­nes del Tratado, Trump disolvió sus consejos de asesores empresaria­les luego de que algunos de ellos empezaron a desertar tras las actitudes vacilantes de Trump, luego de la violencia racial en Virginia.

Además, la determinac­ión de despedir a Steve Bannon el viernes pasado expresa cuan volátil puede ser la voluntad de Trump.

Quien fue visto como el ‘hombre fuerte’ de la Casa Blanca por haber sido en alguna medida artífice del triunfo del candidato Republican­o, fue corrido sin contemplac­ión.

Existe el riesgo de que en algún mal día, Trump piense que Lighthizer, su Representa­nte Comercial, es demasiado blando y que lo despida, poniendo en peligro toda la negociació­n.

El verdadero riesgo es lo impredecib­le del comportami­ento del presidente de Estados Unidos.

Y, en todo el proceso de negociació­n, desde el arranque y hasta el último día, se mantendrá ese riesgo.

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