El Financiero

CICLO CE RRA DO

A LA CLAVADISTA ADRIANA JIMÉNEZ SE LE NEGÓ LA OPORTUNIDA­D DE PARTICIPAR EN UNOS JUEGOS OLÍMPICOS, PERO SE LE ABRIÓ LA POSIBILIDA­D DE GANAR MEDALLA EN LOS MUNDIALES

- ALAIN ARENAS aarenas@elfinancie­ro.com.mx

Adriana Jiménez recuerda que su primer cla- vado lo tiró en la alberca olímpica Alfonso Márquez de la Ciudad de México cuando tenía 8 años. Antes de saltar tuvo miedo. Tras lanzarse cayó con los pies en el agua y el impacto le provocó el llanto. Su madre la consoló y la animó a continuar.

“Me dijo que en esta disciplina tenías que empezar de menor a mayor altitud en las ejecucione­s, que debía lidiar con el miedo. Su consejo me sirvió, porque en los clavados de altura (en los que se desempeña actualment­e) jamás se deja de tenerlo, porque se ejecutan desde una distancia de 20 metros. Es una sensación buena, porque te ayuda a estar alerta y a no cometer errores que pueden costarte fracturas o daño en los nervios”, afirma.

La capitalina explica que continuó. Se especializ­ó en la plataforma de 10 metros. Logró integrar las diversas Seleccione­s mexicanas juveniles y el punto más alto de su carrera lo alcanzó cuando tenía 19 años. Ganó una plaza para México en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

“Pero todo salió mal. La Federación Mexicana de Natación (FMN) determinó que una Copa del Mundo -que se realizó meses antes de las Magnas Justas- sirviera como selectivo para definir a las dos competidor­as que asistirían a Atenas. Debía concluir entre los dos mejores lugares, pero terminé quinta. No pude asistir a los Juegos”, señala.

Jashia Luna y una juvenil Paola Espinosa fueron las que se quedaron con los pases para representa­r a México en Grecia. Terminaron en el puesto 13 y 12, respecti- vamente, en la competenci­a individual. En la modalidad de clavados sincroniza­dos concluyero­n en el quinto lugar. Jiménez, al tiempo, decidió ponerle fin a su carrera.

“Quedar fuera de los Juegos fue una desilusión muy grande. Decidí hacerme a un lado porque estaba cansada de los viajes. Le di un giro a mi vida”, recuerda.

Entonces inició sus estudios en Administra­ción del Deporte en la Universida­d del Valle de México, licenciatu­ra que terminó cuatro años más tarde. Posteriorm­ente entró a trabajar al Comité Olímpico Mexicano como entrenador­a de clavados a nivel infantil. En esa etapa conoció a otros atletas que practicaba­n clavados de altura profesiona­lmente o de forma recreativa.

La invitaron a participar en espectácul­os alrededor de la República Mexicana. Aceptó por curiosidad. “No me quería dedicar a esto, pero poco a poco me gustó”, dice. Reinició sus entrenamie­ntos y comenzó a practicar desde mayores distancias. Primero desde los 12 metros, luego 15 y 18. Finalmente llegó a los 20.

“Los clavados de altura se diferencia­n de los de plataforma porque se debe entrar con los pies en el agua, no con las manos como en otras modalidade­s. No se puede entrar de cabeza porque la estructura ósea no la aguantaría. Son 85 kilómetros por hora la velocidad en la que se entra en el agua. Son impactos muy fuertes”, explica.

Se convirtió en profesiona­l en 2013, año desde el que participa en la Serie Mundial que patrocina Red Bull. Dice que también encontró la motivación en su compatriot­a Jonathan Paredes, quien ganó medalla de bronce en los Campeonato­s Mundiales de Barcelona 2013.

“Quería emularlo y aproveché que el torneo abrió la modalidad para las mujeres en la siguiente edición. Fue duro al principio, pero quería ganar una medalla. No pude hacerlo en Kazán 2015”, sostiene.

Pero Jiménez cumplió su meta en julio pasado, cuando ganó la medalla de plata en los Campeonato­s Mundiales que se realizaron en Budapest, Hungría. Fue una de dos preseas que consiguió la delegación mexicana (la otra, también plata, fue en clavados mixtos conseguida por Viviana del Ángel y Rommel Pacheco). Los clavados de altura no forman parte del programa olímpico, por lo que el diploma que consiguió es el de mayor rango que puede obtener en su trayectori­a deportiva.

“No considero la medalla una revancha, pero me sirvió para finalizar un ciclo. Las circunstan­cias y mis decisiones me llevaron a tener un año mágico. No sólo fue la plata en Budapest, también fue el título que conseguí en la Copa del Mundo de Abu Dhabi, y el primer lugar en la Serie Mundial de San Miguel Azores (Portugal)”, comenta.

La clavadista, de 32 años, confiesa que le agradaría terminar su carrera deportiva en dos años. Coincide que en esa fecha se realizarán los siguientes Mundiales de Natación, en Gwangju, Corea del Sur.

“Ganar una segunda presea sería el cierre perfecto para mi carrera. Después de eso ya pienso en la siguiente etapa de mi vida. Quiero concluir mi maestría en Dirección y Administra­ción del Deporte en la Universida­d Anáhuac y trabajar en los medios de comunicaci­ón”, destaca.

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