El Financiero

El niño se encerró en su cuarto

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Y con las llaves de la casa. Así es, Ricardito se ha encerrado y no quiere salir. Adentro de la casa cunde la desesperac­ión, pues entra agua por todos lados y es inminente la inundación. El niño cogió las llaves, se metió a su cuarto y le puso el seguro. Los habitantes de la casa se han arremolina­do junto a la puerta del baño para tratar de convencer de distintas maneras al niño de que abandone la recámara o que suelte las llaves, porque se corre peligro con la inundación que ya cubre la planta baja.

Preocupado­s, los que también viven en el inmueble se turnan para hacerle llamados en los más distintos tonos:

–¡Ricarditoo­ooo!, abre la puerta por favor, nos podemos ahogar. Lo tienes que entender, este no es un juego –le dice uno.

–No le grites, a lo mejor se enoja más, ya ves cómo son estos niños de hoy, agarran berrinche y nomás no hay manera.

–No, no, déjenme en paz, yo tengo mis propios tiempos –se oye que contestan de adentro de la habitación.

–Pero cuáles tiempos, si ya todos los demás salieron de sus casas, somos los únicos que la tenemos inundada… ¡con nosotros adentro! No nos puedes hacer esto, Ricardito, no te elegimos para eso.

–Me vale. Voy a ver Star Wars y Game of Thrones. Ya hablé con los vecinos de la otra calle y me van a rescatar, y nos vamos a ir juntos todos, con ustedes o sin ustedes –contesta subiendo el volumen de la tele.

–¿Cuáles vecinos? ¿De qué hablas? ¿Estás bien? –pregunta otro de los desesperad­os.

–Es que sus nuevos amigos son los de la Calle 13. Ha estado platicando mucho con ellos. Les cree todo. Son sus ídolos. Ya ves que a

Opine usted: zavalaji@yahoo. com @juanizaval­a

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