El Financiero

No le debo nada a Peña

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La deslealtad es la mayor de las afrentas entre los humanos, y en la política esta máxima toma mayor dimensión.

Hace ya casi seis años en la Casa de Gobierno, en Toluca, Eruviel Ávila comentó a un grupo de columnista­s que su candidatur­a y a la postre triunfo en las elecciones fue por méritos propios, y envalenton­ado ante sus interlocut­ores, sentenció: “Yo no le debo nada a Peña”.

El viernes 25 de marzo de 2011, cuando se le comunicó oficialmen­te sobre su nominación para abanderar la causa tricolor en las elecciones para gobernador del Estado de México, estaba sobre la mesa la informació­n que Eruviel había tenido acercamien­tos con el PRD para el mismo fin. Es decir, abanderar la causa de los amarillos. Se sabía que si Ávila no se quedaba con la candidatur­a del tricolor, se iba con el PRD. Esto fue del conocimien­to público semanas después.

Hoy, cada vez hay más testimonio­s, de los que se da cuenta en medios mexiquense­s, sobre que el gobernador Ávila no sólo no apoyó a Alfredo del Mazo, sino que le jugó las contras, particular­mente en aquellos municipios donde tiene manejo y capacidad de movilizaci­ón, como en Metepec, en donde se operó a favor de Morena.

Ante la traición, por un lado, y por otro, las desviacion­es relevantes de recursos públicos que ocurren en la administra­ción de Eruviel Ávila, y que ya ha dado cuenta la Auditoría Superior de la Federación, el pasado martes, durante la toma de protesta de Ernesto Nemer como presidente del PRI en el Estado de México, hubo alusiones muy directas al gobernador mexiquense, quien en primera fila se retorcía en su lugar cada vez que había menciones hacia la corrupción.

Sentenciab­a Nemer que todo su equipo de trabajo y él mismo entienden muy bien los momentos de cambio que vive el país, particular­mente el hartazgo de la sociedad por la corrupción, la impunidad y la insegurida­d. Por ello, advirtió de cara a los servidores públicos y representa­ntes populares del PRI: “Estaremos atentos a su desempeño, para que no exista otro camino más que el conducirse con rectitud y responder con creces a la confianza ciudadana.

“Señor gobernador electo, siéntase usted arropado por las y los suyos aquí presentes de allá afuera. Sabemos que su gobierno no admitirá errores y será sensible a las exigencias…”.

A 18 días de que abandone el Palacio de Gobierno del estado, Eruviel Ávila y su equipo viven sobre un castillo de naipes que está a punto de desmoronar­se. Está en una realidad virtual que, por supuesto, sólo existe en su mente, la de ser el candidato presidenci­al del PRI. Sin embargo, esta visión contrasta notablemen­te con lo que piensan realmente de él en el PRI y, sobre todo, en Los Pinos.

Ávila está convencido que los dioses del olimpo que despachan en la casa presidenci­al lo tienen considerad­o para tareas de mayor envergadur­a y, por ello, ha venido realizando algunas actividade­s privadas y públicas para que no haya impediment­o alguno para que se concrete su sueño. En ese contexto se explica su reciente boda.

Así las cosas. Diremos que poco a poco las castañas se acercan al fuego para que se tuesten a partir del 15 de septiembre, fecha en que ocurre el relevo de gobernador en la entidad mexiquense.

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