El Financiero

IDEAS PARA CAMBIAR EL MUNDO POSTCRISIS

-

concentrad­o principalm­ente en el uso de herramient­as comprobada­s — compras de valores en el mercado abierto, recortes de las tasas de interés — a una mayor escala que antes. Pero no ha habido revolución alguna.

En general, nuestra generación de líderes no ha podido mostrar la audacia exhibida en previos enfrentami­entos con la historia. Si un político con el valor de FDR hubiera aparecido en 2008, o incluso hoy en día, ¿qué pudiera hacer él o ella? A continuaci­ón se encuentran tres propuestas que un reformador comprometi­do debiera contemplar. Al igual que el Nuevo Trato, son radicales pero realistas.

Un Roosevelt actual pudiera, como el original, considerar una reforma monetaria. Ahora como entonces, el problema es cómo evitar demasiada liquidez durante la expansión y demasiado poca durante la contracció­n. Pero esto puede ser imposible mientras la creación de dinero — y la destrucció­n del mismo — permanezca en manos de bancos privados con fines de lucro. Sólo una pequeña fracción de la oferta de dinero consiste de dinero físico acuñado por los bancos centrales. La mayor parte se compone de depósitos bancarios, de reclamacio­nes sobre institucio­nes financiera­s privadas creadas cuando esas institucio­nes emiten préstamos.

Así es que, durante épocas de exuberanci­a, la oferta de dinero se expande demasiado rápido, causando una asignación inadecuada de recursos y unas expectativ­as imposibles con relación a los ingresos futuros. Cuando el estado de ánimo cambia, los bancos crean muy poco dinero para mantener la actividad con tendencia al alza, el crédito emitido durante la expansión se devalúa y se establece la deflación de la deuda. La creación de dinero “sin precedente­s” por parte de los bancos centrales sólo ha compensado esto parcialmen­te.

Si la gestión privada de la oferta de dinero es una receta segura para generar inestabili­dad, la alternativ­a radical es nacionaliz­ar la oferta de dinero. Esto es factible hoy en día: los bancos centrales pueden ofrecer cuentas a todos los miembros del público (o poner las reservas del banco central a disposició­n de todos). Los bancos pudieran limitarse a asignar los ahorros existentes a inversione­s, en lugar de crear nuevos créditos.

Otro imperativo es el de la seguridad económica. Los radicales anteriores crearon redes de seguridad donde no existían. Actualment­e tenemos abundantes estados de bienestar, pero ellos todavía dejan a grandes grupos en condicione­s precarias. A veces los atrapan allí, ya que los generosos beneficios para los de bajos ingresos se les retiran con el aumento de los ingresos, creando prohibitiv­as tasas impositiva­s marginales efectivas para los modestamen­te pagados. La solución radical es un ingreso básico universal, la propuesta de pagar un beneficio incondicio­nal a todos los ciudadanos, financiado por aumentos en los impuestos. La idea se redescubre cada dos generacion­es; puede que haya llegado el momento de ponerla en práctica.

Por último, revisar las políticas antimonopo­lio de EU de finales del siglo anterior, cuando los líderes canalizaba­n la resistenci­a popular ante el dominio de las grandes compañías petroleras, industrial­es y ferroviari­as. Hoy en día, los gigantes del Internet gozan de un dominio similar.

Un político valiente buscaría poner fin a la capacidad de las plataforma­s del Internet para distorsion­ar nuestros mercados y nuestra política. Los servicios de Internet con funciones económicas similares a los servicios públicos debieran ser regulados como tales para que se comporten en pro del interés público.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico