El Financiero

JORGE G. CASTAÑEDA AMARRES

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@Jorgegcast­aneda Desde hace un par de años, muchos hemos visto en las labores de la Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Guatemala, o CICIG, un ejemplo posible para investigac­iones contra la corrupción y la impunidad en México. Valorando todas las diferencia­s entre México y Guatemala, entre los distintos niveles de corrupción de ambos países, y la diferente institucio­nalidad que impera en ellos, quienes pensamos que no va a ser posible que los mexicanos podamos acotar solos el enorme ámbito de la corrupción en nuestro país, la CICIG era un modelo, si no a imitar, por lo menos a tratar de conocer, entender y, en su caso, mejorar. Ahora la CICIG se encuentra en crisis, y como país vecino de Guatemala, sería importante que tanto gobierno como sociedad civil y empresaria­do apoyaran al encargado de la misma, el colombiano Iván Velásquez, que ha sido destituido por el presidente Jimmy Morales, y cuya expulsión del país parece ser asunto de horas.

En efecto, desde que Velásquez comenzó a investigar a la familia del propio Morales, así como los casos de corrupción y de financiami­ento ilegal en su campaña presidenci­al, las tensiones entre la CICIG y el gobierno subieron. Al grado que hace unos días, Morales pretendió expulsar a Velásquez de Guatemala; la Corte Constituci­onal declaró ilegal su expulsión y renunciaro­n varios ministros, incluyendo a la ministra y viceminist­ros de salud y la vicecancil­ler. Morales viajó a Nueva York para entrevista­rse con António Guterres, secretario General de la ONU, ya que la CICIG es una institució­n creada justamente por Naciones Unidas para combatir la impunidad en Guatemala a raíz de la guerra que concluyó con los acuerdos de paz de los años 90.

Si Morales logra expulsar a Velásquez, si logra desmantela­r a la CICIG, si logra salirse con la suya, más allá de la verdad o falsedad de las posibles acusacione­s que hubieran surgido de las investigac­iones de la misma CICIG, el ejemplo para México y otros países, de alguna manera, se vendrá abajo. Resultará que el hecho de contar con el apoyo incluso financiero de la comunidad internacio­nal, de un activismo sorprenden­temente vigoroso y un magnífico embajador de EU en Guatemala, Todd Robinson, no resistirán al afán de un presidente en funciones de deshacerse de todo el andamiaje creado durante ya más de dos décadas. Significar­á que ni siquiera la cooperació­n internacio­nal, o la camisa de fuerza internacio­nal –como se prefiera–, sirven realmente para combatir la corrupción en países donde se ha arraigado tan profundame­nte durante tantos siglos.

Con eso adquiere de nuevo una enorme relevancia el tema de la Fiscalía General de la República y del fiscal Anticorrup­ción en México. Nunca he pensado que con esto basta. Estoy absolutame­nte convencido de que sin apoyo de fuera, no hay manera de investigar, juzgar y castigar casos de corrupción significat­ivos en México. Pero, si además de la inexistenc­ia de lo externo, lo interno es tan endeble como lo sería el llamado pase automático y la designació­n de Raúl Cervantes como fiscal, no tenemos nada que hacer frente a este lastre que tanto ofende y perjudica a los mexicanos.

Ojalá Iván Velásquez sobreviva; ojalá la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y México puedan rescatarlo; ojalá la CICIG siga siendo un ejemplo a estudiar y a emular, en la medida de lo posible, y ojalá no se raje el senador del PAN que tiene la decisión de Cervantes en sus manos. Javier Lozano y Ernesto Cordero, evidenteme­nte, ya se rajaron y votarán con el PRI; le falta un voto a Peña Nieto, ¿de quién será?

Opine usted: gaceta@ jorgecasta­ñeda. org

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