El Financiero

Una mano a Houston y al TLCAN

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Los desastres naturales son momentos de oportunida­d y una prueba de liderazgo. Cuando Katrina azotó Nuevo Orleans, Walmart usó su músculo logístico con rapidez para mantener el abasto de víveres y su actuación fue premiada con un aumento en su reputación. Houston puede ser la catástrofe que transforme la presidenci­a de Trump para bien o profundice su distanciam­iento con el pueblo estadounid­ense.

Esta catástrofe es también una oportunida­d para México en el marco de la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El gobierno mexicano ya ha ofrecido apoyo al gobierno de Estados Unidos y de Texas como expresión de solidarida­d, de la misma forma que lo hizo durante el huracán Katrina. Pero más allá de una muestra de amistad, el apoyo a Houston puede ser aprovechad­o para influir en líderes que son importante­s para el TLCAN. Los dos senadores republican­os por Texas, John Cornyn y Ted Cruz, tienen orígenes en Houston. De los 36 representa­ntes que Texas envía a Washington, por lo menos 10 están en la zona de Houston más afectada y nueve de esos diez distritos electorale­s son de mayoría republican­a. No obstante, la devastació­n es tan grande que puede abarcar otra media docena de distritos en Texas y otros más en Lousiana.

El apoyo que pueda proporcion­ar la Secretaría de la Defensa Nacional o la de Marina será un gesto bien recibido en Estados Unidos. Pero para que tenga un mayor impacto y sea duradero en el tiempo México tiene que hacer más. El gobierno puede coordinar e impulsar el esfuerzo de apoyo a Houston por diferentes vías. Por ejemplo, los cuatro estados mexicanos que colindan con Texas deben ofrecer apoyo, de manera coordinada, para enfrentar el desastre. Tampico, la ciudad hermana de Houston, también puede tener un papel propio y especial. El ITAM y la Universida­d de Monterrey que tienen convenios de intercambi­o con Rice University, y otras institucio­nes que colaboran con la Universida­d de Houston o la Metodista del Sur pueden intensific­ar los intercambi­os con Houston para reducir la presión sobre sus matrículas. Segurament­e, hay más vínculos de la sociedad mexicana con Houston que pueden ser activados para que la solidarida­d de México sea más visible en esa población y que el gobierno podría movilizar, en especial en apoyo a cientos de miles de connaciona­les.

Es momento de mostrar liderazgo y actuar para demostrar, en la tragedia de Houston, que México es un vecino muy distinto del que pinta el discurso de Trump. Una estrategia bien diseñada de acercamien­to a Houston es la mejor reacción de México a los tuits de la Casa Blanca.

El último paso es saber cómo convertir estas acciones en capital político. Se requiere sutileza y tacto para no medrar con una tragedia. Sin duda el apoyo que el gobierno y otras institucio­nes mexicanas proporcion­en a Houston puede resultar muy valioso y contribuir al trabajo que Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray tienen que desempeñar en la renegociac­ión del TLCAN. Quizá en una de esas, como ave fénix, el “espíritu de Houston” que marcó la colaboraci­ón México-estados Unidos en el gobierno de los presidente­s Carlos Salinas y George Bush, pudiera allanar el camino de un nuevo entendimie­nto entre nuestros gobiernos.

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