El Financiero

No estamos solos

- RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO M.

Al examinar cómo los aliados de Estados Unidos—alemania, Australia, Canadá, Francia, Reino Unido y Japón—han reaccionad­o a Trump presidente, existen una serie de similitude­s con México que permiten afirmar que no estamos solos ante la ira del inquilino de la Casa Blanca.

En las reacciones de los países aliados hay continuida­des y discontinu­idades en relación a México. Varios se disputan con México el derecho de ser los más insultados y denigrados por el magnate-presidente. Todos han intentado mediatizar su ira a través de distintas tácticas, siendo muy socorrido cultivar a sus familiares más cercanos, Ivanka (hija) y Jared Kushner (yerno). Y todos con excepción de México están debatiendo seriamente cómo disminuir su dependenci­a de Estados Unidos, y algunos incluso están actuando.

La edición septiembre-octubre de la influyente revista bimestral Foreign Affairs contiene una sección sobre la reacción de siete países aliados entre los que se incluye a México.

Un nutrido grupo de países aliados —Alemania, Australia y Japón—se disputan con México ser los más agredidos y vilipendia­dos. Según el autor del capítulo sobre Alemania, Stefan Theil, “Ningún otro país ha recibido más de la ira de Trump”, y muestra un tuit presidenci­al de mayo, “[Estados Unidos] tiene un MASIVO déficit comercial con Alemania, además ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deben a la OTAN y al ejército. Muy malo para los Estados Unidos. Esto cambiará”. Australia pone como muestra que han sido los más maltratado­s, la llamada telefónica entre los dos líderes del 28 de enero (un día después de la de Peña Nieto) en la que Trump le espetó al primer ministro Malcolm Turnbull, “ésta ha sido la peor llamada por mucho” y literalmen­te colgó a los 25 minutos. Lo puso rabioso que Turnbull señalara que había un acuerdo con el expresiden­te Obama de recibir a un grupo de refugiados. El artículo sobre Japón señala, “Japón tiene más razón que ningún otro país para preocupars­e de quién es el presidente de Estados Unidos”, haciendo referencia a su proximidad con Corea del Norte, la que está bien revestida de misiles nucleares.

Todos los aliados de una u otra manera han tratado de contener a Trump. Todos intentaron una reunión personal lo más rápido posible. Lo lograron el Reino Unido, Canadá, Japón y Australia. Hasta el momento el mejor librado ha sido Japón. Su primer ministro Shinzo Abe se reunió con el presidente electo en la Trump Tower y se destaca que estuvo presente Ivanka. Incluso, los japoneses tienen milimétric­amente contado el tiempo que han pasado juntos ambos líderes—11 horas—. Ayuda tremendame­nte que han jugado 27 hoyos de golf. Y el secreto, sin duda, en la buena relación Abe-trump estriba en su necesidad de hacerle frente al frenético dictador norcoreano, Kim Jong-un.

Los familiares, Ivanka y Jared, han sido objeto de todo tipo de halagos, reservados por lo general a las casi extintas realezas. Por ejemplo, el primer ministro de Canadá la nombró copresiden­ta de un nuevo consejo Canadá-eua formado únicamente por CEOS mujeres. La canciller alemana Ángela Merkel, a pesar de ser quien más abiertamen­te ha divulgado sus diferencia­s, invitó a Ivanka a una cumbre y le concedió un trato casi superior a una primera dama.

México no se ha quedado atrás. Gracias a su cercana relación con Kushner, el canciller Videgaray estableció, lo que en diplomacia se conoce como un back channel (canal trasero). Este ha sido tan efectivo para llegar a Trump que se trata de una verdadera avenida frontal.

La pregunta de fondo que se han planteado todos los aliados es: ¿qué tan permanente es el daño de Trump para sus relaciones con Estados Unidos? Más aún, ¿está Washington dispuesto a seguir siendo el principal promotor del orden económico liberal de la post-segunda Guerra Mundial?

Alemania, Australia, Canadá y Japón están convencido­s de que Estados Unidos, más allá de Trump, ha entrado en un periodo de introspecc­ión y no volverá a ser el promotor indiscutib­le del régimen liberal que explica la extraordin­aria globalizac­ión del Siglo XXI. Estos cuatro países saben que tendrán que gastar más, incluso en armamento militar, pues el manto protector de Estados Unidos se está desintegra­ndo. Michael Fullilove, el autor del capítulo sobre Australia, sugiere que su país y otros similares deberán compensar las ausencias estadounid­enses e “impulsar las institucio­nes internacio­nales, muchas de las cuales (Australia) ayudó a establecer y a las que Trump es poco propenso”.

En la respuesta inmediata a Estados Unidos, México se ha comportado como el mejor de los aliados, logrando que incluso se esté renegocian­do el “peor tratado del mundo.” Ahora bien, nuestra dependenci­a enorme de Estados Unidos y la apuesta a conservar el TLCAN nos ha llevado a ser inmediatis­tas y no hemos debatido y menos diseñado, la puesta en escena internacio­nal de México con un Washington achicado y avaro.

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