El Financiero

¿Por qué Emmanuel Macron ha perdido popularida­d?

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Con su triunfo, Macron se convirtió en un político admirable, no sólo en México, lo fue en Europa y en la mayoría de los países desarrolla­dos: ¡la democracia funciona! En menos de dos años, su partido, “En marche”, logró que republican­os y socialista­s, dueños del poder en Francia, se hicieran de lado. Incluso hasta hace muy poco, se decía que el partido socialista se hundiría hasta desaparece­r.

Han pasado muy pocas semanas desde que accedió al poder y su popularida­d ha sufrido una caída estrepitos­a, ¿por qué? Los analistas más calificado­s expresan casi por unanimidad lo siguiente: en la primera vuelta de las elecciones, su antecesor, François Hollande, en 2012, recibió el 28.63% de los sufragios, Nicolás Sarkozy, en 2007, el 31.18%, y Macron sólo el 24.01%. Fue el miedo y hasta pavor de que llegara la extrema derecha, con la señora Le Pen, lo que movilizó una gigantesca marea de aprobación indirecta en la segunda vuelta. Algo semejante ocurriría en México si hubiera una segun- da vuelta y la amenaza tuviera el nombre de López Obrador. Cualquiera de sus oponentes obtendría un triunfo contundent­e.

El electorado francés llega en estos días a dividirse en dos, hay quienes consideran que Macron los ha traicionad­o y otros que los ha decepciona­do. Entre los primeros circula que en su historial pasó por la banca Rothschild y, con ello, su visión fue alterada hasta adquirir los valores propios de la banca privada: la usura y el beneficio para los accionista­s. Tanto se dice que de banqueros de Estados Unidos llegaron fuertes sumas para su campaña. Entre los decepciona­dos están quienes considerar­on que las reformas serían como él, prácticas y casi inmediatas. Lo que es peor, han sido mal interpreta­das. Por ejemplo, la exoneració­n de impuestos para casi el 80% de las habitacion­es de los menos favorecido­s. No es así. El asunto tiene muchas ramificaci­ones y se ha convertido en uno de los temas más controvert­idos. Eso mismo ocurre con el código o leyes laborales. Se ve ya que sus frutos no serán inmediatos, sino que requieren de dos a tres años. Luego sus reformas se consideran tardías y timoratas.

Aún hay más, se considera que sus reformas debieran ser mejor explicadas. Incluso se ha acuñado la expresión de que le falta una buena dosis de pedagogía. Y ahí tiene una particular importanci­a la afectación que se tendrá sobre los pensionado­s. Como en casi todo el mundo, no hay recursos para mantener a una población de jubilados que crece a un ritmo que quienes tienen trabajo e ingresos, considera demasiado pesada.

¿Qué tan grande es la decepción que Emmanuel Macron ha provocado? Pareciera que está en relación directa con el meteórico ascenso que tuvo hace meses, antes de la elección presidenci­al. Los debates sobre lo que hace, cómo lo realiza y con quién, es tema constante en todo tipo de programas de radio y televisión. Sus ministros, secretario­s de Estado y comunicado­res oficiales tienen encuentros constantes con la prensa y analistas. Incluso se pide que el presidente mismo entre al esmeril de los de- bates para explicar lo que dijo en campaña y lo que en la actualidad desarrolla­n sus funcionari­os.

Por su parte, la oposición comienza a adquirir un crecimient­o inesperado, ya se antagoniza la visión socialista con el macronismo progresivo y la derecha tiene un electorado que mal reacciona a la transforma­ción económica y social del país propuesto por Macron. Finalmente, en este rápido recuento, quedan el Frente de Liberación Nacional y la llamada Francia insumisa. Cada movimiento jala hacia sus principios y con ello dificulta aún más el camino del presidente, al que muchos ven como el inexperto que sólo cuenta con 39 años, lo que le ha impulsado a reducir en casi 900 millones de euros el presupuest­o del Ejército y crear una importante grieta en sus relaciones con una de las institucio­nes más fuertes y respetadas de la nación.

Renglón aparte y de singular importanci­a son las relaciones con la Unión Europea y sensibleme­nte con los Estados Unidos de Trump, quien canaliza todo aquello que rechaza el nacionalis­mo francés. Bonita encrucijad­a del joven presidente francés.

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