El Financiero

Diario de una desaparici­ón

- SALVADOR CAMARENA

Les dejo esta historia para su viernes. Martes en la mañana: Me llega un Whatsapp de mi mamá… “Hija, ¿tienes idea de qué hacer más allá de Locatel para denunciar el extravío de una mujer. La prima de Ofelia no aparece desde ayer. Ya pusieron la demanda en Locatel pero tiene que hablar cada seis horas. ¿Sabes si hay alguna organizaci­ón que apoye? Venía del Estado de México, pero sí llegó a la Terminal Observator­io”.

No, no tengo idea de qué hacer. Empiezo a pensar. Las primeras llamadas que hago me piden detalles que no conozco. Le hablo directamen­te a Ofelia, la trabajador­a del hogar en casa de mi mamá. Ella me explica que su prima venía del Estado de México a presentars­e el lunes en su trabajo. Venía con su hermana, pero ella se quedó a medio camino. Una conocida la vio en la Terminal, pero no llegó a trabajar. Su teléfono está apagado. Que ya hablaron a Alerta Amber (¡Claro, Alerta Amber! ¿Cómo se activa eso?), pero que como no es niña, no la pueden activar; que eso les dijeron. Me da el nombre de la chica desapareci­da. No se me ocurre preguntar nada más. Martes en la noche: Mi mamá me dice que la hermana de la chica desapareci­da ya levantó denuncia ante el Ministerio Público, que les van a dar unos carteles para que vayan a pegar a la Terminal. Parece que un hombre había seguido a la muchacha por más de un mes.

Pongo un tuit alertando la desaparici­ón, más en tono de frustració­n que pidiendo ayuda. Me preguntan si levantamos alerta de género (no, ¿qué es eso?) y que si tenemos señas particular­es. Reparo en que no tengo ni una foto. Se la pido a mi mamá que ya está haciendo todo tipo de elucubraci­ones.

Por mensaje directo me recomienda­n colectivos de personas desapareci­das, la CNDH. Todo parece tan complicado. De repente estamos en una realidad que sólo parecía tocarnos de lado.

Algo me dice que no la vamos a encontrar. Sólo tienen 19 años. Tiene un hijo. Parece que la expareja la amenazó con quitárselo. De repente todo suena a amenaza.

Su hermana ya levantó y ratificó denuncia ante el MP. Seguimos sin saber si ya revisaron las cámaras, si están siguiendo alguna línea de investigac­ión. No hay forma de confiar. Miércoles: Sigue sin aparecer. Mi mamá me manda una foto. Se ve el brazo de un hombre abrazándol­a. Le pido otra porque no quiero que piensen que se fue con el novio. Me manda un retrato y luego una foto de cuerpo entero. Se ve demasiado “ruda”. No quiero que dejen de buscarla por eso. Prejuicio o no, si yo lo pienso, seguro alguien más encontrará este “pretexto”.

La tía de la chica fue al pueblo de la expareja a ver si no está ahí. Fue sola, porque todo hay que hacerlo solo en este país. Jueves en la mañana: Parece que ahora sí ya levantamos todas denuncias posibles. Ya nos dijeron que sí la están buscando, nos mandaron el reporte de los hechos. De todos modos, sigue sin aparecer.

Jueves en la noche: Hablo con la hermana de la desapareci­da. Un licenciado de la PGJ le informó que ya revisaron las cámaras pero que no la encontraro­n, que mandaron el expediente al CAPEA, pero que no lo recibieron porque falta un sello.

No, corrijo, diario de una desesperac­ión. Desaparece una joven y tú tienes que hablar cada 6 horas, tú tienes que pegar los carteles, tú tienes que hacer las pesquisas.

Que pasen buen viernes.

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