El Financiero

2019: Tormenta perfecta

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Quiero invitarlos a que exploren el mundo en el que Darth Vader y su nieto Kylo Ren, y todos los archienemi­gos de Batman y Superman, conviven –podrían estar gobernando varios países. En este universo, muchos de los avances económicos, políticos y culturales que se vivieron en México sufren un gran revés al explotar una lucha devastador­a por quién gobernará México en el 2018.

Se avecina una tormenta perfecta. Y no es claro si se pueden detener o mitigar los efectos a esta altura del juego. Lo que si podemos hacer es ir identifica­ndo los diferentes momentos que confirman cuando sucederá el desastre.

Y conste, no estoy asumiendo que en este escenario catastrófi­co el ganador de la contienda presidenci­al sea Andrés Manuel López Obrador. Lo que sí creo es que ya es claro que todas, pero todas las decisiones políticas y legislativ­as en este momento, giran alrededor de detener a AMLO o de asegurar su victoria electoral.

De hecho, probableme­nte uno de los grandes errores históricos de Enrique Peña Nieto fue apostarles a dos gallos en lugar de permitir crecer el gallinero. Y por buscar la candidatur­a presidenci­al desde el inicio del sexenio, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray no jugaron el papel de pararrayos que requiere un Presidente de sus principale­s secretario­s. Esto ayudó a hundir aún más los niveles de popularida­d del Presidente, y por ende incrementó la percepción negativa del Partido Revolucion­ario Institucio­nal, a tal punto que el que sea el candidato del PRI tendrá que distanciar­se de su partido y del mismo presidente Peña Nieto. Ahora el problema es que otros posibles candidatos priistas están acotados, no crecieron. Esto no augura bien, si uno le adiciona que la selección del candidato probableme­nte tendrá un dedazo como componente, resultando que en el momento en que el PRI tenga candidato, el partido se dividirá, habrá una implosión.

En el caso del PAN, la guerra pública entre las facciones calderonis­tas y anayistas destruyero­n la posibilida­d de una candidatur­a viable y enterró el famoso Frente Amplio con el PRD. Sin un candidato de coalición será imposible ganarle a AMLO. Así de sencillo.

Entonces el proceso electoral será un proceso de destrucció­n, no de promoción de los mejores candidatos. Se ve casi imposible que el PRI dividido pueda movilizar sus votos y recursos lo suficiente para que su candidato gane. Y la mejor forma de detener al PRI es perseguir al presidente Enrique Peña Nieto en este último año de su mandato. Fuego amigo y enemigo, además de la realidad de la corrupción de personas cercanas a Peña Nieto, continuará­n floreciend­o.

De hecho, el siguiente Presidente de México segurament­e será él o la que prometa no sólo acabar con la corrupción, sino meter a la cárcel al mismo mandatario y varios secretario­s. Es casi imposible que el candidato del PRI o el del PAN puedan prometer que van a perseguir al Ejecutivo, dejando la cancha abierta a Andrés Manuel.

Pero más allá de quién gane las elecciones, probableme­nte el siguiente Presidente de México ganará con menos del 30% del voto. Y el otro problema es que no importe quién gane, los perdedores no aceptarán la derrota. Y tendrán que ser los cuestionad­os Instituto Nacional Electoral y Tribunal Electoral los que decidan. Y así empezará la debacle de 2018.

Se pueden imaginar esa primera reunión entre presidente Donald Trump y el presidente López Obrador, o Margarita Zavala o cualquiera de los candidatos. Forzosamen­te todos los candidatos tendrán que darle fuerte y tundido a Trump por su posición antiinmigr­ante y antiméxico. El Presidente o Presidenta de México estará debilitado y cuestionad­o por el proceso electoral y probableme­nte la economía mexicana reflejara la preocupaci­ón de inversioni­stas. Y también está la alta probabilid­ad de que la economía estadounid­ense esté sufriendo por la incapacida­d de Trump de reducir impuestos y otras promesas de campaña.

Sí, cuando Estados Unidos estornuda a México le da pulmonía. Pero en este caso, ante la incapacida­d de poder cumplir con la mayoría de sus promesas electorale­s, Trump recurrirá a su chivo expiatorio favorito: México, inmigrante­s y el muro.

Ni siquiera he mencionado el otro factor preocupant­e, que es el incremento incesante de la violencia en el país. No hay ninguna eventualid­ad de que esto se detenga antes de las elecciones. Probableme­nte empeore.

Claro que es posible que este escenario de la tormenta perfecta sea sólo eso, una pesadilla. El país podría despertar con un Presidente o Presidenta electo con 40% de los votos, y en un mundo donde Trump renuncia a la Presidenci­a.

No creo.

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